- Mario, ¡De valientes se crea el mundo!
Aquella frase acompañaba mi vida. Aún recuerdo la primera vez que me la dijo mi abuelo. Su voz ronca pero con carácter y el olor a tabaco, eran un recuerdo intrínseco a aquellas palabras.
Hoy la iba a necesitar. Me he aferrado muchas veces a ella para poder superar todos los cambios que he realizado en mi vida. Siempre me ha ido muy bien, me ha traído toda la suerte y el apoyo necesario, era como si mi abuelo estuviese allí, cogiéndome de las manos.
Mientras me desnudo, me repito las palabras una y otra vez y siento como me voy relajando. De pronto me veo reflejada en el espejo. Me observo y puedo apreciar cada rincón de mi cuerpo, soy consciente de la belleza de cada una de sus curvas y me siento feliz. Aquel cuerpo era la recompensa a todas las operaciones, a todo el sufrimiento y el dolor, era la manera de enterrar todas las humillaciones que tuve que soportar de niño...
- Sra. Bernal, ¿está visible? Le traigo el vestido de ángel. Es precioso, muy ligero, de gasa y tiene una caída muy bonita. Las alas están listas también. Va a estar preciosa en la sesión de fotos...
© Orgav (Verónica Orozco García)
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