Imagen 4 : ¡Otra Margarita! (Joaquín Sorolla)
Recuerdas como éramos, presumidas, orgullosas… Nuestros dieciocho años, aquella fiesta improvisada por nuestros padres, todos vestidos de blanco. El viento, las olas, el olor a salitre mezclado con aromas de azahar y nuestra insultante juventud.
Eras tan bella que me sentí un poco envidiosa, tú, acaparando todas las miradas, con ese andar insinuante, cubriendo coqueta tu rostro a base de pamelas y sombrillas. Fuimos tan felices esos días, jugando por las playas, paseando, incluso durmiendo los atardeceres, nuestras cabezas tocándose, los brazos entrelazados, manchándonos de arena las enaguas.
Eras tan bella que me sentí un poco envidiosa, tú, acaparando todas las miradas, con ese andar insinuante, cubriendo coqueta tu rostro a base de pamelas y sombrillas. Fuimos tan felices esos días, jugando por las playas, paseando, incluso durmiendo los atardeceres, nuestras cabezas tocándose, los brazos entrelazados, manchándonos de arena las enaguas.
Y ahora, aquí me tienes, envejecida, triste y desgastada. Los años se llevaron la ilusión y te fuiste convirtiendo en un guijarro en el zapato; a veces molesto, otras inexistente, al final insoportable. Cada uno de tus desprecios, cada traición, iban formando nuevos surcos en mi rostro.
Siento lo que hice. Nunca te pedí perdón y ahora es demasiado tarde. Tú ya no estas, yo erré gravemente en mi camino. Espero una condena, quizá sea capital. Atemorizada y sola, no veo piedad en los que me juzgan. Pero ya no siento nada. Solo tu presencia. Si sigo viviendo, nunca dejarás de habitar mis sueños. Si no, volaré junto a ti.
Manoli Asenjo
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