Truls Espedal "Robin". |
A
Pedro le cae bien, incluso le parece guapa, pero no puede decírselo a nadie,
porque si lo supieran también se reirían de él. Solo lo sabe su madre, quién le
alienta y tranquiliza; “si es eso lo que quieres, hazlo. Que no te importe lo
que piensen los demás”.
Esta
mañana mientras se lavaba los dientes frente al espejo, se ha observado y se ha
sentido mayor. No tanto como sus padres, pero sí como su primo Elio, al que ya
le dejan ir solo al cine. Con la boca llena de espuma blanca ha verbalizado su
deseo.
En
el tiempo de recreo, después del comedor, Pedro huye de nuevo del bullicio del
patio; sabe donde encontrarla. Está sentada frente a la verja que linda con el
parque, porque a Sara le gusta observar el ir y venir de los gorriones entre
las ramas de las jacarandas. Se asusta cuando el niño se sienta a su lado.
Empieza a balancear su cuerpo hacia atrás y hacia adelante, sin mirarle en
ningún momento, hasta que se calma y se siente segura de nuevo.
Pasan
un buen rato mirando a los pájaros, en silencio. Es entretenido verlos, hay uno
posado en una rama, acicalándose el plumaje, de repente llega otro y se posa a
su lado manteniendo una distancia prudente. Poco a poco se va aproximando,
dando saltitos milimétricos; al tercer movimiento el que estaba distraído con
sus plumas se percata del acercamiento y sale volando. Pedro aparta la vista de
los gorriones cuando Sara se levanta; la ve caminando a paso rápido hacia el
punto rojo donde forman la fila, le gusta ser la primera… Él sabe que le
llevará tiempo, que tiene que acercarse a ella con cuidado.
Autora: Ana Pascual Pérez.
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