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viernes, 27 de octubre de 2017
Salvado
"Llegaba tarde a todas partes. De las comidas, alcanzaba sólo a probar los postres. De las películas, los finales". Siempre llegaba tarde al trabajo, había perdido ya varios. Igual le ocurría con su novia o con los amigos. Lo suyo era un problema de procrastinación, peor aún, de "llegatardismo". Hasta que descubrió la verdad y su vida cambió: ¡Él era una persona especial! Ya no tenía que sufrir por perderse los primeros platos o las primeras escenas. Ahora podría justificar su impuntualidad ante sus jefes y ante su novia. ¡Resulta que formaba parte de esa minoría de seres que no podían vivir pendientes del reloj y con una pastillita se le arreglaría! Además, por si acaso, llevaría siempre consigo el dictamen facultativo que le volvería a abrir todas las puertas cuando ya habían colocado el cartel de "cerrado".
Fuente:EVENING TELEGRAPH
ABC.ES
12/01/2016 12:30hActualizado:12/01/2016 16:25h
Un hombre consigue que le diagnostiquen «llegatardismo»: la enfermedad de la impuntualidad.
Según los médicos, su cerebro es incapaz de estimar correctamente cuántos minutos han transcurrido desde que comienza una actividad y pierde completamente la noción del tiempo.
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