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domingo, 8 de marzo de 2020

Versos a Alfonsina Storni por Purificación Menaya Moreno

Alma desnuda (Alfonsina Storni)
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
(Alfonsina Storni)

Versión:
soy un alma desnuda en estos versos,
diente de león que vuela al cielo,
ese amor que se desgrana en mil besos.
Alma que cuando se pierde busca
el abrazo entre las ramas de un olivo
que cubre la tierra con su alfombra de estrellas.
Soy ese alma de lágrimas furiosas,
piel de pétalo extenuado
que se ahoga en su propio llanto.
Soy ese alma que se esponja
con el abrazo de un desconocido
a quien abre el libro de su vida
como si fuera su mejor amigo.
Y dice adiós al desconocido,
al mar al sol al mundo,
a los guijarros que crujen bajo las olas
arañando sus oídos.
Alma,
déjame descubrir la luz de tus sombras,
apartar las noches de orfidal fundido en negro.
Alma, yo te descubro
en el cajón de las fotos de mi madre
en ese espejo que me dice quién no soy.
Alma,
yo te desnudo y te visto de sol, de lluvia de flores
de cervezas en la noche
de amigas que te devuelven la risa.
Y entonces floreces, alma,
despiertas a los días llenos,
a las noches con sueños.
Y vuelves a ser, mi alma,
pétalo de terciopelo,
con aroma a flor de naranjo
y futuro en la mirada.
(Alfonsina Storni 1892-1938)

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