Patricia Iniesto de Miguel |
―Hola,
Patricia. Ante todo, darte las gracias por tu tiempo y felicitarte por tu nuevo
poemario La forma del viento ganador del Premio de Poesía Covibar-Ciudad
de Rivas. Cuéntanos un poco sobre ti, tus primeras lecturas y tus inicios en la
escritura.
Muchas gracias a ti por darme esta oportunidad. Los inicios de la escritura y la lectura suelen ir de la mano, al menos en mi caso. Al empezar a escribir quieres imitar aquello que lees. Por eso me recuerdo de niña redactando pequeños relatos, narraciones que eran para mí una especia de juego. La escritura como necesidad, como forma de entender la vida, llegó en la adolescencia, con la creación de mis primeros poemas.
―¿Eres
una escritora de brújula o de mapa? Háblanos de tu proceso creativo, las cosas
que te inspiran y los rituales que te acompañan al escribir (si no son secretos
y tienes alguno).
La verdad es que no sigo ningún ritual a la hora de escribir porque mi proceso es completamente intuitivo. Solo necesito que surja la idea y esta puede aparecer gracias un recuerdo, a una emoción. El siguiente paso consiste en poner el poema por escrito, pero podría afirmar que son pasos prácticamente simultáneos. Obviamente después queda la tarea de pulir el poema, realizar cambios en algún término, en la disposición de los versos...
―¿Cómo
nació tu poemario La forma del viento? ¿Los poemas corresponden todos a
una misma época o fueron gestados a lo largo del tiempo?
Sí,
la mayoría fueron compuestos en los meses previos a su publicación. Es curioso
porque no sucedió así con mi anterior poemario, Cosmogonía de la luz y del
invierno, que recoge poemas separados por varios años de diferencia. Con La
forma del viento todo fue muy rápido. Quizá por ello, y esto es algo que
cuento por primera vez en esta entrevista, decidí incluir como Epílogo de la
obra un poema que compuse en mis primeros acercamientos al género, cuando la
poesía era para mí poco más que un juego, hace ya más de veinte años. A pesar
de la diferencia cronológica entre ese poema final y el resto, incluirlo me
pareció una manera muy bella y coherente de cerrar mi obra, un homenaje a la
persona que fui y que seguía estando a través de las anteriores páginas.
―¿A
la hora de escribir poesía buscas la uniformidad en los versos o eres más bien
anárquica?
Creo que hay una uniformidad bastante inconsciente, es decir, no busco la coherencia porque todos siguen un mismo eje temporal y vital y van a estar marcados por los mismos temas y obsesiones.
―¿Hay
un tema conductor que subyace en todo el poemario o un conjunto de ellos?
El paso del tiempo, la experiencia y la memoria. A partir de esos elementos se construye todo el poemario. Como en el anterior, es un libro lleno de pájaros y océanos, pero ahora también de arena, tierra y huesos. En gran parte de ellos se observa también mi obsesión por el lenguaje, que se hace explícita en muchos de los poemas mediante términos como Oxímoron, morfema, sílabas...
―Cuáles
son tus poetas de cabecera y tus influencias.
No tengo influencias reconocidas, ni lo que se suele llamar “poetas de cabecera”, es decir, no hay poetas a los que vuelvo una y otra vez, pero sí están aquellos a los que siempre nombro porque me he identificado con sus versos en algún momento de mi vida: Jaime Sabines, Alejandra Pizarnik, Vicente Huidobro, Cristina Peri Rossi...
―¿Cómo
ves el tema de las editoriales? ¿Es difícil publicar poesía hoy en día? ¿Crees
que se lee poco y son malos tiempos para la lírica?
Escucho
con bastante frecuencia que se escribe mucha más poesía de la que se lee. Sé
que muchos poetas encuentran bastantes dificultades para ver su obra publicada
y quizá ese sea uno de los motivos, pero no el único. En mi caso he tenido la
suerte de haber podido conseguirlo gracias a los premios logrados, así que estoy
muy agradecida a esas editoriales que han confiado en mi obra. Por ese motivo quiero
aprovechar la entrevista para animar a todo el mundo a que lea poesía, a que se
acerquen a autores desconocidos y a que den también una oportunidad a las
pequeñas editoriales que apuestan por ellos.
―¿Qué
resaltarías del poemario La forma del viento? ¿Ha cumplido tus
expectativas y sientes que has trasladado al papel la expresión en su justa
medida o al terminar un poemario siempre queda la sensación de dejarse algo en
el tintero?
Pienso que un poemario no termina cuando cierras la última página. Al tratarse de un género tan marcado por la subjetividad de su autor siempre tienes la sensación de haber puesto fin a algo que no ha acabado. Y por eso siempre surge la necesidad de crear un nuevo poemario.