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martes, 28 de enero de 2020

Ana Grandal: Escribir y esperar que haya alguien al otro lado de la línea


Hoy nos visita en el blog una autora muy reconocida en el campo de la microliteraturaAna Grandal, que además de compartir en nuestro blog algunos de sus micros, nos acerca a su proceso creativo y a sus inicios en el campo de la escritura. Reproducimos aquí sus palabras, porque nadie mejor que una «contadora de historias» para contarnos la suya:

     Primero fue leer. Desde que aprendí, jamás me ha faltado un libro entre las manos, o dos, o tres… Por encima de cualquier otra actividad, leer es lo que más disfruto. Supongo que la consecuencia lógica es imaginarte en el otro lugar, el de quien escribe, y desear estar allí. Siempre me vi como escritora, aunque el pudor, el miedo y el respiro me impedían dar el primer paso.

     Sobre los treinta me sacudí estas pulgas y me lancé a escribir relatos. En aquellos primeros textos, ahora me doy cuenta, yo misma me imponía una barrera invisible, una frontera que no era capaz de traspasar. Me faltaba sinceridad. Después de unos años dejé de escribir por completo: mi vida fue sacudida por un terremoto que absorbió mis energías. Todo pasa, claro está, y cuando salí de aquello las ganas de escribir entraron en tromba. Entonces descubrí que aquella limitación que tracé a mis palabras había desaparecido. No sé cómo, pero al fin conseguí lo que podríamos llamar «mi voz».

     Cuando me pongo a escribir, parto de un concepto del que necesito hablar. Desde aquí, depende de cómo quiera tratarlo. Si me interesa producir emociones, me voy al microrrelato. Si me apetece encarnar esa idea en un escenario concreto, uso el relato. Si lo que busco es desarrollarla en detalle, escribo novela.

     Me parece que no hay día en que no le esté dando vueltas a algún texto. Ya no concibo mi vida sin la escritura. Me fascina esa capacidad que tiene la literatura para establecer un vínculo, una comunicación silenciosa entra la persona que escribe y la que lee. Esta última también participa en el acto creativo, porque, a partir de la palabra de la primera, construye en su mente una realidad propia y la dota de vida. Y creo que eso es lo que impulsa a escribir: la necesidad de expresar y contar lo que me preocupa, lo que necesito comunicar, y esperar que haya alguien al otro lado de la línea que me escuche y acompañe. 
En definitiva: escribo para no estar sola.

(Ana Grandal, Enero, 2020)




Cobardía

Primero se asea ella. Mientras termina de arreglarse frente al espejo del lavabo, él entra en la ducha y se sumerge en el rugiente estruendo del agua que hierve con furia en torno a su cuerpo.
Ella aprovecha esos momentos para reprocharle con acritud todos los defectos que han ido conformando su tremenda desilusión. Sabe que no la puede oir.

(Te amo, destrúyeme, Amargord Ediciones, 2015)




Sabores

Ácidas las risas que les unieron, dulce su primera primavera juntos, salado el sudor del sexo, ahumadas las confidencias al calor del fuego, picantes los mensajes lanzados desde la lejanía, quemada la piel en el reencuentro, agrio el inicio de los desacuerdos, podridas las palabras de reproche, rancias las excusas para no verse, amarga la separación inevitable, insulsos los recuerdos que quedaron.

(Microsexo, Amargord Ediciones, 2019)







Ana Grandal (Madrid, 1969) es licenciada en CC. Biológicas y ejerce como traductora científica y audiovisual freelance desde 1996. Ha traducido libros de divulgación (Los orígenes de la vida, El comportamiento altruista, Inteligencia emocional infantil y juvenil, entre otros) y la compilación de poesía incluida en Mina Loy. Futurismo, Dadá, Surrealismo (La Linterna Sorda, 2016). Cuenta con varios premios literarios (V Concurso de Relato Corto del Ayto. de Monturque (2004), XIII Premio de Narrativa Miguel Cabrera (2006)) y ha sido incluida en diversas antologías (Resonancias (BUAP, México, 2018), Los pescadores de perlas (Editorial Montesinos, 2019), Esas, que también soy yo (Ménades Editorial, 2019)). En Amargord Ediciones publica la trilogía Destroyer de microrrelato (Te amo, destrúyeme (2015), Hola, te quiero, ya no, adiós (2017), Microsexo (2019)), y además coedita con Begoña Loza la compilación de relatos La vida es un bar (Vallekas) (2016), en la cual participa también como autora. Colabora en las revistas digitales La Charca Literaria y La Ignorancia. En su faceta musical toca la flauta travesera en el grupo de rock VaKa.



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