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viernes, 31 de marzo de 2017
Solo quiero que me dejen sola
martes, 28 de marzo de 2017
Como los gorriones
Truls Espedal "Robin". |
Pájaros en la cabeza.
Imagen n°10
Título: "Robin" de Truls Espedal.
Título del relato: Pájaros en la cabeza.
¡Qué pesados son los mayores! Me pregunto qué tendrán en sus cabezas...
Se pasan todo el día pendientes de las obligaciones, incluso me han mandado un montón de ellas con la excusa de que tengo que llegar a ser una persona de provecho: que si debo hacer mi cama, que si una señorita que se precie debe cepillarse el pelo, que si debo mantener mi ropa limpia, que si mi habitación debe de estar ordenada, etc.
Creo que los mayores no comprenden lo complicado que es ser niño, ¿de verdad lo fueron? No sé yo... El único que me entiende es abuelo Robin, ¡seguro que él sí fue un niño! Pero el pobre es tan viejo que no creo que lo recuerde. Abuelo siempre le dice a mis padres: ¡Dejad a la chiquilla que se divierta, tiene edad de ello!
Y es que no comprenden, por ejemplo, que no puedo estar perdiendo el tiempo en cepillarme el pelo; para ganar la batalla al enemigo necesito llevar mis trenzas, así es como mejor se lucha. ¿Y cómo creerán que puedo mantener mi ropa limpia si tengo que estar enfrentándome a terribles dragones y rescatando a príncipes y caballeros en apuros? ¡Eso es imposible!
Lo de la habitación ordenada es el remate de los tomates. Que me expliquen cómo se puede construir un fuerte que te proteja de los tiranos, los hechiceros y de los días de tempestad y tener la habitación ordenada. ¡No se puede, de verdad! Con la de horas y cosas que se necesita para construir un fuerte perfecto que no se destruya con el más mínimo temblor de la batalla.
En fin, pienso que los mayores nunca serán personas de provecho con esas ideas, ¡si hasta hacen la cama todas las mañanas para deshacerlas otra vez por la noche! La verdad... yo no los tendría en mi batallón.
© Orgav
Todos los derechos reservados.
La niña de las trenzas en rama
© MVF
miércoles, 22 de marzo de 2017
Tiempo, el mejor de los legados
Imagen n° 9
Título de la obra: "Habitación de hotel".
Pintor: Edward Hopper.
Tiempo, el mejor de los legados.
Ellos se quedaron velando su cuerpo. Yo le dí un ósculo y me despedí. Sabía que, allá donde estuviese, ella lo entendería, nunca me gustaron esas cosas.
Llegué a la habitación del hotel y me topé con sus maletas, la residencia las había enviado. Casi sin querer, empecé a abrilas; estaban llenas de ropa y viejas fotografías. Todo olía a ella, a notas de flores silvestres y a primareva... ¡Qué difícil se hacía! Entre sus pertenencias, encontré una carta para mí y me embargó la melancolía. Me senté en la cama y comencé a leer:
" Querida Isabel, mi princesa...
Si lees esta carta es porque ya no estoy en vuestras vidas, pero quiero que sepáis lo mucho que os he querido, que os quiero y que os querré. Siempre he deseado lo mejor para todos vosotros y que vuestras vidas estuviesen completas y felices. Por favor, díselo así a tus hermanos.
Quiero que sepas que, lo poco que tengo, lo he dejado repartido entre vosotros, a cada uno según su necesidad. He decidido dejarle a tu hermana la casa, dado que nada le sale bien, estoy segura de que esto será un aliciente en su vida. El poco dinero que hay en el banco se lo he dejado a tu hermano Javier para ayudarle a hacer realidad su sueño, su negocio.
Por cierto, en la última cena de navidad, tus hermanos, que te adoran, me han contado que todo te va muy bien, que has conseguido ese puesto tan importante que siempre quisiste y por el que has sacrificado muchos años de tu vida. Me han dicho que tienes una casa grandiosa ¡Un palacio! Seguro que es muy bonita, siempre tuviste muy buen gusto. He visto, por la foto que me mandaste en navidad, que tu familia es preciosa ¡Y que mis dos nietos estan muy guapos! Una pena el no haberlos podido achuchar... nunca llegué a ir a ese colegio interno donde están estudiando.
Mi niña, he pensado que estas cosas son minucias para ti, por ello he decidido dejarte mi mejor legado, mi ley de vida:
Debes disfrutar más de la vida y de tu tiempo junto a la familia porque si la compartes con el amor y el cariño de los tuyos, la vida es maravillosa. Piensa que con muy poco también se puede ser muy feliz, así como yo lo fui. Y recuerda que lo más valioso que puede tener una persona es tiempo para estar con sus seres queridos, porque la vida, cuando menos te lo esperas, se termina.
Te quiero mi niña, nunca lo olvides.
PD.: recuerda guardar un poco de tu tiempo para estar con tus hermanos, ellos te necesitan."
Aquellas palabras de mi madre, siempre serán eco en mi conciencia... con su voz meliflua, digna de un ser seráfico.
© Orgav (Verónica Orozco García)
Texto registrado.
Todos los derechos reservados.
Habitación de hotel
Imagen 9: Habitación de hotel, de Edward Hopper
©Ana Madrigal Muñoz
Todos los derechos reservados
lunes, 20 de marzo de 2017
ESTE CIRCO NO ESTÁ EN VENTA
"Habitación de hotel" de Edward Hopper. |
Desde que recibí la carta la habré leído unas quince veces, y sigo sin creer lo que dice el abogado. Si estoy aquí es por Gustavo, que insistió: "vete a ver de qué se trata, siempre se puede vender o traspasar como cualquier negocio”.
Yo nunca he heredado nada, bueno si, unos pendientes de mi abuela materna y las alianzas de mis padres. Pero esto, esto debe ser un error, porque yo a este señor no le conozco de nada. Y además, qué podría hacer yo con un circo. Si a mis hijas les asustan los payasos, y Gustavo es alérgico al pelo de los animales.
Yo tampoco me veo montada en un elefante, o peor aún, acostada sobre la arena para que sortee mi cuerpo con sus enormes patas. Luego está el olor a tigre, el oso que bebe cerveza, que me da mucha pena… Tampoco me veo haciendo malabares (soy muy torpe) ni trucos de magia. Y mucho menos lanzando cuchillos al pobre Gustavo (que no tiene muchos reflejos) o escupiendo fuego… lo que no me importaría sería aprender a utilizar el trapecio. Todavía estoy en buena forma, Gustavo siempre me lo dice.
Me compraría un maillot de color blanco, de esos que llevan cristalitos de swarovski. Utilizaría dos trapecios; volaría de uno a otro, haciendo piruetas en el aire. Al principio con red de seguridad, pero con el tiempo sin ella, para darle más emoción. Para sentir corretear la adrenalina por todo mi cuerpo. Sería la estrella, la gran atracción, junto con el domador de tigres, que no sería Gustavo, porque odia a los animales. Y este hombre fornido (el domador) me observaría desde la pista boquiabierto. Yo volaría de un trapecio a otro, seguida por un cañón de luz que haría brillar los swarovskis, y por un instante parecería una estrella fugaz.
Autora: Ana Pascual Pérez.
Próximo destino
Habitación de hotel de Edward Hopper |
©Manoli VF
viernes, 17 de marzo de 2017
Audio y monólogo: El corazón delator (E.A.Poe)
Dos interpretaciones del extraordinario relato del gran maestro del cuento.
Un audio y un fabuloso monólogo en escena.
miércoles, 15 de marzo de 2017
Remendando almas
lunes, 13 de marzo de 2017
El encargo
Mujer en el tocador (Gustave Caillebotte) |
© Manoli VF
sábado, 11 de marzo de 2017
Noche encantada
Todos los derechos reservados
viernes, 10 de marzo de 2017
DENUNCIA VENECIANA
jueves, 9 de marzo de 2017
Una sorpresa inesperada
El viaje había sido una auténtica pesadilla; el avión, aparte de salir dos horas después de la hora prevista, no dejó de moverse durante todo el vuelo a causa de las fuertes turbulencias.
Deseaba llegar al hotel, darse una buena ducha, cenar algo ligero y acostarse; lo que le esperaba a la mañana siguiente era muy importante y tenía que estar completamente despejada y descansada.
miércoles, 8 de marzo de 2017
Por una amiga, lo que sea.
¡Voy a matar a Carla, la mato!
-Solo será un rato- me dijo- no vas a tener ningún problema; sigue las indicaciones y listo, cuando termines tendrás un buen dinero en tu cartera...
Llevo quince minutos sentada en la misma posición y ya estoy agotada. He estado media hora en caracterización y vestuario para parecerme a "La joven de la Perla" del pintor Johannes Vermeer. La ropa no es muy pesada pero da mucho calor; lo peor es la postura, estoy sentada de lado pero con la cabeza girada mirando al frente, me va a dar una tortícolis en el cuello y aun faltan veinticinco minutos de exposición ante toda la clase de bellas artes. Esto es un suplicio, de verdad, estoy rezando para que pase el tiempo más rápido, noto varias sensaciones a la vez en mi cuerpo: calambres, dolores musculares, incluso algún pequeño tic en uno de los ojos solo de pensar que no llevo ni la mitad del tiempo.
Carla está acostumbrada pero yo... Me pregunto qué pensará mientras está en plena sesión. No he caído en preguntarle, me hubiera venido bien algún consejo al respecto porque lo que es mi cabeza, no para, y lo peor es que me muevo sin darme cuenta.
¡Ay, madre mía! ¡Y ahora tengo ganas de hacer pis! ¡Ay Dios! ¡Cómo me he dejado liar...! Ojalá pasen pronto los minutos que quedan...
De verdad, cuando vea a Carla se va a enterar... aunque estoy segura de que se va a morir de risa.
- Señorita, por favor, deje de moverse de una vez.
© Orgav
Todos los derechos reservados.
Imágenes:
"La joven de la Perla" de Johannes Vermeer
"Reinterpretación de La joven de la Perla" por el fotógrafo Francisco Arteaga
(modelo: Emma Fernández Manrique)
martes, 7 de marzo de 2017
El trueque
La Joven De La Perla (J. Vermeer) y Reinterpretación de la obra por el fotógrafo Francisco Arteaga (Modelo: Emma Fernández Manrique)
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Almas gemelas
La autómata de Edward Hopper |
Mientras se lo preparaban se fijó en aquella chica del fondo. Le llamó la atención su mirada fija en la taza, su media sonrisa y, sobre todo, tuvo la sensación de que se encontraba muy sola. Igual que él.
Empezó a tomar su café sin dejar de mirarla, pensando qué pasaría si se acercara a hablar con ella. "Quién sabe, puede que necesite hablar con alguien." Bajó un pie del taburete e hizo ademán de acercarse, pero alguien abrió la puerta, entró y se acercó a ella.
Él pagó su café y salió. La miró de reojo cuándo pasó a su lado y creyó ver una pequeña lágrima rodando por su mejilla. El sabor amargo del café le subió a su boca y juró que mañana lo intentaría. Podía ser. ¿Por qué no?
La luz de los recuerdos
Escena de noche de Peter Paul Rubens |
Se le acumulaban los recuerdos esa noche, tan frescos y tan hermosos, que le dolían. Sí, porque ya no podría vivirlos como antes.
Recordaba sus paseos con la anciana mientras le hablaba de la naturaleza, de las propiedades medicinales de las hierbas que iban encontrando por el camino, de las estrellas, del sol, que era la luz que nos alumbraba a todos.
Pero ahora, los ojos de la abuela no percibían la luz. Ella era ahora la luz de sus ojos. Era sus manos, las manos que con tanto amor habían cultivado un pequeño jardín de rosas, solo para ella.
Cada noche, la niña encendía una vela y se la acercaba para que notara su calor; para que supiera que no estaba a oscuras. Se le acumulaban los recuerdos en esas noches frías, en que la anciana la arropaba y le contaba cuentos.
A la débil luz de una vela, ella le leía y su abuela ponía toda su atención en escucharla. Le contaba historias y cuentos inventados por ella y eso les hacía feliz a las dos. Se reían, se abrazaban y se despedían hasta la mañana siguiente. La vela se apagaba y en el humo desaparecían recuerdos llenos de amor.
El último verano
Ojalá, una máquina para viajar en el tiempo
"Morning in Venice" de Richard S. Johnson |
domingo, 5 de marzo de 2017
En auto-caravana hasta La Haya
Imagen: Re-interpretación del fotógrafo Francisco Arteaga de la obra de Johannes Vermeer "La joven de la perla" (Modelo: Emma Fernández Manrique)
Esta tarde ha sido el mejor momento de nuestras vidas como fotógrafos, teníamos permiso para realizar una serie de fotos artísticas en La Real Pinacoteca Mauritshuis, nos ha sorprendido el majestuoso edificio, sus paredes recubiertas de seda, sus lámparas de araña y las maravillosas obras allí expuestas, yo he elegido trabajar junto al cuadro de Vermeer, La Joven de la Perla, llevo una copia exacta del vestuario que lleva la chica del cuadro y, con Emma como modelo, he hecho una serie de fotos como si de dos hermanas gemelas se tratase, aunque la sonrisa de mi chica es más bella y la mirada más profunda, tanto como la de su madre. Al recoger los focos, trípodes y cámaras le he pedido que se case conmigo ante la imagen de esa joven, y he disparado la cámara justo en el momento en el que se le ha escapado una lágrima y ha esbozado una bella sonrisa que la joven del cuadro no es capaz de imitar.
Obra registrada. Todos los derechos reservados.
Celebrando mi divorcio
"Mañana en Venecia". Autor: Richard S. Jonhson.
Tardaré años en pagar este crucero pero necesitaba poner distancia entre mi vida anterior y la que acabo de comenzar, no fue decisión mía, pero en el fondo sé que me ha hecho un gran favor aunque aún no lo entienda y se me llenen los ojos de lágrimas inesperadas en el momento menos oportuno.
En las largas horas de travesía he ido recuperando la persona que era, ya no voy teñida de morena y con el pelo perfectamente planchado, ni uso tacones de aguja y vestidos ajustados con grandes escotes. Llevo el pelo recogido, casi desaliñado, he comprado faldas amplias de telas vaporosas y camisetas suaves que acarician mi pecho sin sujetador.
La llegada a Venecia en el crucero ha sido un regalo para todos mis sentidos, vi pasar ante mis ojos palacios, canales, el bullicio de los vaporetos, góndolas y las lanchas que navegan por el gran canal.
Paseando por Venecia me he descalzado y he bajado al canal para meter los pies en el agua, no sé dónde estoy pero ahora sé quién soy y cómo quiero que sea mi vida a partir de éste momento, nunca más bajo las órdenes de nadie. Soy yo, la que lleva el pelo alborotado, el vestido vaporoso y los pies descalzos, soy la que disfruta de los rayos de sol en la cara mientras escucho a un gondolero cantar "O Sole Mío" y respiro profundamente el aroma de las flores cercanas.
Un hombre, dice que se llama Richard, me ha pedido permiso para hacerme unas fotos, es pintor y quiere inmortalizar este momento de bella paz que le estoy transmitiendo... ¡Si él supiera!
Un juez en el estudio del pintor
A- Bisabuela y setas, B- Primera visita al museo
Escena de noche: Autor, Peter Paul Rubens.
Su casa no es muy grande y se enfría a medida que te alejas de la chimenea, pero en su cama la magia de las botellas llenas de agua caliente nos dan calor en los pies y en la espalda mientras me duermo acurrucado a su lado.
Marutxi vive sola con sus recuerdos y un gran perro mastín al que llama Tarzán, los dos deben tener la misma edad porque andan y miran igual.
El año pasado murió el bisabuelo pero ella sigue hablándole como si estuviera en la habitación de al lado.
Marutxi me enseña cosas que nadie más sabe en mi colegio, me enseña cómo encender mi vela con su vela, como coger los huevos de las gallinas sin despertarlas y como encontrar setas a los pies de los árboles del bosque, me enseña a cogerlas y a colocarlas en la cesta. Los árboles, por la mañana, huelen a tierra mojada y dejan pasar los primeros rayos del sol para que les calienten las raíces; Marutxi me mira y señala con la vara de avellano hacia un lugar cercano, enseguida las veo asomar y voy a por ellas. Volvemos a casa despacio con las cestas llenas y, mientras me lavo las manos huelo a setas fritas y oigo el crepitar de los huevos en la sartén.
Obra registrada, todos los derechos reservados.
Llegamos frente a un cuadro que representa a una mujer anciana y un niño, la "profe" nos explica algunas cosas sobre el autor y los materiales que utilizó. Yo, de repente, me quedo solo ante el cuadro, no veo ni oigo a nadie; nos hemos quedado solos los tres, les entiendo, huelo los aromas de polvo y campo de sus ropas, noto la distinta temperatura de sus pieles, siento la luz y el calor que viene de la vela que nos alumbra, acerco mis dedos y noto la llama que me quema la palma de la mano.
En algún lugar lejano alguien grita mi nombre, cierro la mano y con el calor de la vela en ella busco el paraguas amarillo de mi "profe".
Todos los derechos reservados. Obra registrada