jueves, 28 de noviembre de 2019

Mi formato favorito: la carta

En esta ocasión os acercamos a la obra de una colaboradora del blog, Beatriz Molina Lorca (Granada, 1975) que se define como "aprendiz eterna" del arte de escribir. Ella lo siente como una pasión que traspasa a los micrófonos a través de sus lecturas en vivo. Finalista en dos certámenes de microrrelatos, tiene publicados algunos textos, en "Esa cosquilla molesta" de la Escuela de Escritores de Madrid y en "Ficción Súbita" de La Ciudad Invisible.

La carta es el formato donde me siento más cómoda. La redacción en primera persona me ayuda a exteriorizar una voz íntima que tira de mí como el hilo de una araña... Quiero compartir dos de mis cartas favoritas.



La carta que nunca llegué a enviar



Estimada Catalina:
Tengo a bien escribirle por considerar propicio el momento, que no la época, ya que me consta que en pleno siglo diecinueve todavía no contamos con la libertad, que sí el libertinaje, de expresar abiertamente ciertas conductas libidinosas.
Siempre he admirado la gracia y elegancia con la que luce sus joyas y abalorios. El broche en tridente que apunta hacia sus más oscuros recovecos, me indica un camino que ardo en deseos de recorrer. Cinco años. Cinco años he esperado para escribirle esta carta y transmitirle mi ferviente devoción y anhelo por paladear sus generosas carnes. Durante todo este tiempo me reconcomía una duda contradictoria entre el férreo compromiso con mi congregación y el inflamado apetito que alimento hacia usted.
Cuántas noches en la soledad de mi anodino y sobrio aposento, he soñado con acariciar la pelusilla que se sugiere sobre su labio inferior o besuquear su rostro sonrosado, desde la rotunda uniceja -techo de sus ojillos vivaces-, hasta la sugerente papada coronada por un leve hoyuelo en la barbilla.
He tenido que soportar largas horas de penitencia, con el trastorno provocado por cada una de sus visitas, ataviada con ese vestido de terciopelo negro… ¡Ay, Dios Todopoderoso! Menudo mal trago. Menos mal que sus recogidos en moño escondían una frondosa cabellera azabache: una de mis más absolutas debilidades ocultas. Sin embargo, al dejar al descubierto sus robustos brazos y los graciosos pliegues de su piel sobre el escote de encaje, me resultaba imposible no sucumbir a miradas lascivas y descaradas, pese a mi cometido en esta institución.
Por eso he preferido este medio para trasladarle mi ardor por usted y me pongo a su disposición para que reclame mi presencia en su castillo lo antes posible y así poder embriagarnos con nuestras respectivas fragancias extracorpóreas. Suspiro. Suspiro porque no me hallo, porque ya no sé cómo salir de esta cárcel divina sin bajar directamente al infierno.
Por Dios se lo pido. Por ese mismo Dios al que prometí fidelidad eterna… Sáqueme de aquí antes de que la madre superiora se dé cuenta de mi desasosiego extremo.
Siempre suyo mi corazón:
Sor Enriqueta         


Carta a vosotros, masculino plural.

Estimados pupilos:
Se dirige a vosotros una servidora para transmitiros mi más sincera y absoluta repulsa hacia la forma que tenéis de aparecer en mi vida. Empiezo por ti, el Rolls Royce de la manada; el más imponente, con su rotundo embalaje propio de una especie dominante. Te instalas con vanidad y me haces creer que ha aumentado mi aparente atractivo.
¿Y tú? Ése que aparece de improviso. Casi sin que se note...Y que te adhieres a mí como una pequeña lapa. Eres al que solo quiero como amigo...¡Qué digo! ¡Ni como amigo!
¡Eh! ¡Oye! ¿Y tú? ¿Y tú qué? ¿Piensas que te libras porque escondes tu maldad bajo un manto de misterio? Como rodeado de una calígine propia del espacio que ocupas.
Y el resto... ¿Os creéis que por haber llegado más tarde os vais a librar de mi crítica? Pues no.
Más pequeños o más grandes, con envoltorios distinguidos u ocultos entre flecos de hippie, sois todos iguales: indolentes, cobardes, egoístas, hipócritas sin escrúpulos.
Entráis en mi vida sin pedir permiso, interferís mi paz interior, tambaleáis los cimientos de mi existencia. ¿Os creéis con derecho a esta engreída usurpación del espacio vital?
Mi único objetivo con esta misiva es advertiros que no pararé hasta erradicar vuestra maldita existencia. Porque yo no soy la única que sufre esta invasión de energúmenos carentes de espíritu.
A vosotros, quistes y pólipos que deformáis mis pechos y útero, os reto a desaparecer.
Con toda mi acritud:
       La mujer más valiente del mundo      

martes, 12 de noviembre de 2019

Patricia Fabiana Collazo: el arte de atrapar un cuento


Patricia Fabiana Collazo

En el blog tenemos el gusto de contar con la visita de una escritora multipremiada en el ámbito de la microliteratura, Patricia Fabiana Collazo cuya pasión por la escritura, por inventar mundos y encontrar algo nuevo, se remonta a la niñez y la ha llevado a recibir más de ochenta premios, publicar dos libros y poner en pie, para que las recibamos con aplausos,  a sus letras, siempre en busca de una historia que contar. Pero nadie mejor que ella misma para hablarnos sobre su proceso en el arte de juntar palabras:
Mi proceso creativo
Creo que la mejor descripción de mi proceso creativo está en el texto que adjunto (resumido)  a continuación y que forma parte de mi libro Sinestesia general:

Instrucciones para construir un atrapacuentos
Se toma una hoja blanca con renglones barrotes, y una puerta en el margen superior. La disposición de los barrotes resulta adecuada si no se quiere advertir de la maniobra al cuento en cuestión.
Se desgranan unas letras a modo de migajas, desordenadamente. Es importante no mantener un patrón, ni un diseño estructurado.
Se silban melodías inexactas apoyando los labios en un doblez aleatorio del papel.
Se invocan pensamientos absurdos, imágenes fuera de lugar, soles revueltos con cuchara, pájaros en una jaula sin rejas, árboles de raíces invertidas.
La clave de un buen atrapacuentos radica más en su utilidad que en su diseño. Por eso, a la hora de ensamblar el aparato, todo vale. Imanes para atraer ideas metálicas, pegamento de secado instantáneo, lombrices enroscadas, suelos falsos que no puedan ser advertidos a la distancia, y hasta anuncios encabezados con el vocablo recompensaré.
(….) Se recomienda alternar la construcción de atrapacuentos, con paciencia. Darle celos al (relato) rebelde escribiendo un cuento dócil, que se deslice sin objeciones entre los barrotes; y en el momento más inesperado, girar la cabeza de golpe.
Seguramente estará allí, mirando curioso sobre el hombro, el devenir de otra historia. Y será el momento de enlazar su cuello, tenderlo de espaldas y hacerle cosquillas, o maniatarlo, o sacudirlo en el balcón sosteniéndolo firmemente.
Después, sólo es cuestión de saberle mostrar una cinta que romper al final de la hoja. Una meta inexcusable a la cual más tarde o más temprano necesite llegar, para rasgarla con los brazos en alto, y echarse a descansar en un terreno en el cual, ya se hará inalcanzablemente ajeno, otra vez.


Algunos micros:

Excluidos
Por qué demonios sus dueños los han abandonado en ese inhóspito lugar, se preguntan. Uno, retenido en el bolsillo trasero de un jean que ha quedado derramado sobre la silla. El otro, en el interior de un atiborrado bolso de chica. Cargados de mensajes, vibrantes notificaciones, parpadeantes e irascibles, no pueden concebir no haber sido mirados, acariciados, atendidos, durante más de tres horas. Y ni siquiera es de noche. Inaudito. No comprenden el runrún de murmullos, risas, voces deslizantes que se entrecruzan sus dueños, a cara descubierta, sin pantallas ni emoticones de por medio. Absurdo. Como recurso extremo,  se intercambian llamadas.  Pero, y esto sí que termina por desmoronarles, han sido silenciados.
Sinestesia general (2019)

Reglas de puntuación
Deja unos puntos suspensivos bien visibles para que él sepa que está harta de que esquive sus guiones de diálogo.  
Cuando le deja unos paréntesis, él sabe que le está dando una tregua de signos de exclamación sin interrogativos.  Si le deja un dos puntos, que le dirá algo importante; y ante una hilera de comas, que habrá tediosos reproches enumerados.
Estos son sus primeros puntos suspensivos. Espera ansiosa que él le susurre algo entre comillas, le erice los puntos y comas y la obligue a perdonar. 
Pero él no lo hace. Ha preferido interpretar el mensaje como un triple e irrevocable punto final. 
Sinestesia general (2019)


Repostería para hombres
Nos dejaron sin magdalenas, dijo el abuelo cuando clausuraron el puticlub de las afueras. Yo, que siempre me preguntaba qué venderían en aquel sitio lleno de lucecitas en pleno día, al fin lo entendí: era una repostería para hombres. Las mujeres del pueblo nunca entraban allí. Solo unas chicas, que serían las reposteras. Imaginé que elaborarían bollos bien masculinos: churros, porras, vigilantes. Una pena que lo cerraran. Sobre todo porque yo sospechaba que papá llevaba encerrado allí como cuatro meses, y era posible que no se hubiera enterado de que la policía (por aquello de que fabricaran porras y vigilantes) había clausurado el local.
Inédito

Las croquetas de la tía
A seguir viendo la tele nos mandaron a los niños cuando a la tía Filomena se le dio por morirse. Estaba haciendo sus famosas croquetas, y cayó desparramada con la cuchara de madera en la mano, dejando un reguero de bechamel alrededor. Chispas lamió cada gota, mientras los adultos intentaban reanimarla. Inútil, estaba claro que había muerto. De ninguna otra manera hubiera ella dejado de revolver la bechamel. 
¡Irnos a ver la tele con lo interesante que estaba aquello! La sentaron en su silla mientras discutían no sé qué de la pensión. La tía no opinaba, pero sus ojos fijos en la cazuela humeante, lo decían todo.
Inédito

Una pequeña historia autobiográfica:
Cuando siendo pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor, y yo respondía que sería escritora, recibía en general miradas de sorpresa y sonrisas condescendientes.
Los años, la vida, pusieron las cosas en su lugar. Me convertí en escritora estudiando informática. Combiné ecuaciones diferenciales y relatos, derivadas matemáticas e historias con derivaciones, bytes y palabras, bits y vocales.
Siendo ya Licenciada en informática fui a por las letras con determinación. Por suerte, en ese momento, apareció en mi vida mi profe Ana y sus talleres Antimusa.
Y aprendí, cuánto aprendí durante más de diez años de encuentros semanales y muchos cuadernos repletos de historias.
En el 97, me decidí a autopublicar mi Intermediarios abstenerse, un libro de relatos que me dio muchas alegrías.
Luego vino el salto a España en el 2002, el aterrizaje, la inmersión en el español, las comparaciones inevitables con el argentino que siempre había escrito.
En el 2014, a raíz de que seleccionaran como finalista semanal el primer relato que envié al prestigioso concurso de Relatos en Cadena (referente para todos los microrrelatistas), me decidí a ir a por todas.
Tres finales anuales de Relatos en Cadena después, habiendo sido premiada desde entonces en más de setenta concursos literarios, mimando siempre mi blog (laletradepie.com), se edita mi libro de microrrelatos Sinestesia general gracias a la confianza que ha depositado en mí la editorial Platero Coolbooks.
¿El futuro? El futuro nadie lo conoce, pero intuyo que el mío tendrá nuevas historias, más desafíos, una novela, otros libros, pero sobre todo muchas letras que tozuda e irremediablemente seguiré poniendo de pie.
 
¿Qué por qué escribo? 
Escribo porque tengo tantos mundos en mí que, si no los pusiera por escrito, se me olvidarían o terminarían aplastándome.


Bitácora personal de la autora:

La letra de pie

Último libro publicado:

 Sinestesia general

Sinestesia General