martes, 23 de abril de 2019

EL DRAGÓN, LA PALABRA Y LA ROSA


En el día de San Jorge, las chicas de Nosotras, se han unido para un bonito homenaje que reúne para mí tres pilares muy importantes:

La leyenda, celebración y santo de San Jorge (un nombre que forma parte de mi vida y mi esencia personal)
La rosa, emblema del equilibrio entre el amor y el dolor.
La escritura,  refugio del alma.

Cada una de ellas ha dotado las palabras que he elegido: dragón, fuego, arma, palabras, rosa y alquimia, de su propio significado, en forma de poemas o micros que reunimos en esta entrada:


NI ROSA NI DRAGÓN (SARA NIETO YUSTE)


Ni rosa, ni dragón

¿Y qué hago con este dragón que me echa fuego por dentro en forma de palabras cuando por fuera estoy paralizada en mitad de la ventisca invernal, terriblemente blanca y helada de la hoja vacía?


¿Y qué hago con las palabras rotas, deshojadas como pétalos de rosa marchita que me caen como lluvia ácida cada vez que estoy a solas?

Esta extraña alquimia de días sucesivos, libros no leídos, besos que no damos, abrazos no sentidos, propósitos no cumplidos y versos que jamás escribiremos me devora cada vez más rápido, y cada vez más fuerte.

Y comprendo que nunca seré dragón.

Ni rosa.

Ni tan siquiera escriba.




EN EL RITMICO VAIVÉN... (MARÍA JOSÉ VIZ BLANCO)

En el rítimico vaivén 
 de las palabras vivas 
 se adormece el dragón perezoso. 
Una rosa sin espinas, 
un aroma dulce de fuego eterno 
 disemina su alquimia fugaz 
por el libro que dejo abierto.




PALABRAS QUE SON FUEGO... (CARMEN CANO)


Palabras que son fuego, 
que hieren y besan,
oxímoron del alma

de la rosa y su espina.

Palabras que son fuego
de dragón en sus páginas.



EL PODER DE LA PALABRA (NOEMÍ HERNÁNDEZ MUÑOZ)


rase una vez un dragón que vivía en una cueva en lo más alto de la montaña más alta del mundo.
Tenía por su mayor tesoro una rosa que un gran mago había hechizado con 
una fórmula de alquimia, de forma que la flor nunca marchitaba y desprendía un brillo tan dorado como el oro. La guardaba con gran celo, pues muchos habían sido los caballeros andantes que habían pretendido robársela. Pero él, orgulloso de su fuerza, los derrotaba con su fuego abrasador.
Un día, llegó hasta su cueva una niña delgada y mugrienta. Se presentó ante él con la humildad y la decisión pintadas en los ojos. De alguna extraña manera, su fuerza de voluntad la había mantenido con vida durante tan duro viaje.
-Señor dragón -le dijo-, necesito su ayuda. ¿Puede regalarme su rosa?
La bestia, sorprendida por su osadía, se preparó para lanzarle una llamarada, tal y como había hecho con tantos viajeros que lo habían amenazado con sus espadas y habían tratado de atacarlo a traición desde alguna de las oscuras cavidades de su caverna. Sin embargo, el brillo en los ojos de la pequeña lo hizo dudar y decidió responderle:
-¿Cómo te atreves a hacer semejante petición?


La niña le contestó, sin desviar la mirada:
-Mi madre está enferma y sé que su rosa es mágica y cura todos los males. Por supuesto, no espero que me la regale sin más...
Intrigado, el enorme ser le preguntó:
-¿Y qué puede ofrecerme una criatura tan pequeña y escuálida como tú?
La niña se acercó unos pasos más a él y posó una de sus pequeñas manos sobre su gigantesca garra. Lo miró con dulzura y una sonrisa llena de amor.
-Solo puedo ofrecerte lo único que tengo: mi amistad, que será tuya para siempre.
El dragón se enterneció, pues jamás había recibido el amor de ningún otro ser durante sus largos siglos de vida, y accedió a entregarle su mayor tesoro.
La enorme bestia comprendió así que la más poderosa de las armas son las palabras cuando son pronunciadas por un corazón tierno.


METAMORFOSIS (PILAR ALEJOS)


Crepitan las palabras
en su pecho
dormido.
Atraviesa la rosa
su piel herida
de silencio.
La alquimia despliega
sus alas de papel
como arma invencible,
como el dragón
escupe
su aliento de fuego.




EL DRAGÓN Y EL GUERRERO (MANOLI VF)


Contra el dragón el guerrero como única arma llevaba una manguera de dulces palabras. En cuánto el animal echó una gran bocanada de fuego, el guerrero comenzó a leer extinguiendo las llamas. Cada una de las letras era una perla de agua que en el crisol del alquimista se transformó en una bella y hermosa rosa ante un dragón deshojado.



La imagen puede contener: flor

jueves, 4 de abril de 2019

Por qué los perros no pueden comer dulce.


El día que desaparecimos, la tía Adela cumplía 98 años. Pese a su delicada salud, sopló con fuerza las dos velas que representaban su aniversario. Animada por nuestros padres, respiró hondo y, creemos que pensó con vehemencia el que pudo ser uno de sus últimos deseos.
Nunca llevó bien nuestros juegos en la hora de la siesta, tampoco daba abrazos y besos, como suelen hacer otras personas ancianas. Todos sentíamos que los niños no eran bien recibidos en su casa, donde reinaba el orden entre diminutas figuras de porcelana. Por eso, cuando la tía Adela nos miró fijamente, al tiempo que apagaba las velas, me temí lo peor.

Los cinco primos salimos del comedor con un plato repleto de tarta de crema tostada y, como en años anteriores nos apresuramos a vaciarlos en el cuenco donde comía su perro. Al que si abrazaba y, besaba en el morro. Después nos sentimos ligeros, felices, con una sensación nueva, como de estar en otra dimensión.

Escuchamos nuestros nombres varias veces. Supongo que nos buscarían por todas las habitaciones, mirando debajo de las camas, dentro de los armarios… Fue ella quien nos encontró. Estábamos dentro de su baúl, donde guardaba sus secretos y la piel de zorro que tanto miedo nos daba. Lo abrió y, nos miró. Ahí estábamos los cinco, desintegrados. Pululando nerviosos, deseando mostrar a nuestros padres, que la tía Adela nos había convertido en polvo de hadas, pero ella sonrío y, cerró la tapa.

Fotografía de Sofia Ajram