lunes, 30 de junio de 2025

Paula Castillo: A través de la literatura me he conocido y tolerado

Paula Castillo

Nos visita en el blog en estos primeros días de verano, la escritora Paula Castillo cuya narrativa nos fascina y atrapa cuando nos habla de su pasión por la escritura y sus inicios en el mundo de las letras. Cedemos la palabra a Paula, excelente contadora de historias, a la que agradecemos confidencias, así como el aporte de su cuento Tierra roja.

Son muchas las veces que me pregunto por qué y para qué escribo. Ahora, desde esta edad, a la que considero “tremendamente adulta” y sin remedio, siento la misma excitación que hace muchísimos años al sentarme ante el ordenador o coger el bolígrafo para hacer cualquier anotación en mi libreta. De niña me castigaban porque estaba siempre en las nubes, allí sigo. Me gusta imaginar mundos distintos al mío, atravesar las ventanas e imaginar quién vive allí, y si está feliz o mantiene ese poso de amargura que a veces se nos engancha como las lapas a la roca. Imaginar sus deseos y sus fracasos. Imaginarlo todo, construir una historia y contarla. Me encanta sentarme sola en los bares, sobre todo por la mañana; allí permanecen los rezagados de la noche y los que recién lavados, comienzan el día. Se conocen muchas historias y muchas vidas entre el ruido de los cafés tempranos. La hora del aperitivo también es una buena hora, el aperitivo madrugador, el de las doce, cuando las campanas anuncian que ya no está mal visto tomarse un vino y hablar. Son charlas de recuerdos, de lo que hicieron y de gente que conocieron, de fútbol, cada vez menos de política. A veces me río sola escuchándolos, tienen miles de historias. Siempre me ha gustado imaginar las historias de los demás. El ser humano me parece fascinante. Nuestras emociones, nuestra mente, la forma que cada uno tenemos de afrontar la vida, la mística y la alquimia que nos hace superar lo vivido. Nuestros placeres y vicios. Nuestras soledades y miedos.

El problema viene cuando me siento a escribir y de pronto me entra el pánico y entonces tengo que levantarme y marcharme físicamente de lo escrito. Es como si la historia o los personajes me invadiesen y tuviese que alejarme de ellos. Siento palpitaciones y a veces caigo en una ansiedad tremenda. Me ocurre sobre todo cuando voy llegando al final del relato. Y no es hasta el final, con ese punto último, cuando me siento relajada y muchas veces emocionada. Quizás esta sea la razón por la que escriba relatos y cuentos y que si pienso en una novela empiece a dudar de mí misma.

El momento de la corrección es lo que más disfruto. Quito de aquí, pongo allí, leo en voz alta para ajustar el ritmo. Me siento una alquimista y eso me hace poderosa. A través de la literatura me he conocido y tolerado. Amo mis soledades, y a través del amor, mi mundo se ha ensanchado y enriquecido. He descubierto vidas pegadas a la mía y otras tan distintas, que han contribuido a que saliera fuera de mí, a no tener ideas inalterables, ni a poner límites, ni a juzgar. A vencer el miedo al otro y el mío propio. Me gustaría que mis relatos denunciaran los abusos, la violencia, el machismo, el edadismo, el maltrato a los ancianos. No creo en los extremos, sí en la tolerancia. Estoy especialmente sensibilizada con las enfermedades mentales como el Alzheimer y con las personas dependientes, con las mujeres ancianas abandonadas en las residencias o en sus casas.

Cada vez que escribo, aunque sea mínimo, me acerco a los demás y a mi propio silencio; y hasta me permito jugar conmigo y con los personajes. Descubrir mundos y cambiarlos. Vencer los miedos y alargar la vida todo lo que nos sea necesario. Me gustaría a través de pequeñas historias ampliar nuestra concepción del mundo y de los otros.

Esto es escribir para mí.  Es lo que me gustaría que fuese.

He escrito desde siempre: me castigaban por mis escritos. Y he leído muchísimo, era mi pasión. En casa había una biblioteca bastante grande con los libros ordenados por edades, según el criterio de mi madre. Cada cumpleaños me permitía acercarme a una balda nueva y explorar los libros que allí encontraba. Era un mundo fascinante. Leía a los clásicos, a Proust, a Thomas Man, Bécquer, Neruda, Jane Austen, Emily Brontë. Después crecí y aparecieron Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa, Matute, Zambrano, Soledad Puértolas, Cristina Fernández Cubas, García Márquez, Carlos Fuentes…


 TIERRA ROJA 

(Cuento) 

Quieta sobre el suelo de piedra. Con los zapatos blancos en la mano y los pies manchados de barro, espero temerosa escuchándome por dentro. No encuentro nada, solo sogas amarradas al estómago que me sostienen la lengua y me sujetan los párpados.  El cuello cae vencido por la vergüenza. Solo el murmullo de voces que hablan de mí me acompaña en esta noche acusadora.

Al entrar al patio contemplo de nuevo la escena con los ojos secos. Veo los limones esparcidos por el suelo brillar en lo negro.  Nadie los recoge ya, yo tampoco.

 Cuando era muy niña, antes de que muriese mi hermana Teresa, me gustaba observar cómo cambiaban las ramas de los limoneros de espinas a brotes de color morado. Y los pétalos de la flor, también amoratada, se convertían en óvalos con la piel gruesa y amarilla.  Cada día vigilaba que estuviesen maduros con un único propósito: llevárselos a mi madre.  Era la hora de la ofrenda.  No podía volver a casa con las manos vacías.  En la feria, los cucuruchos de altramuces; los domingos, el corte de nata y fresa, y cuando regresaba del campo con mi padre, el ramo de flores silvestres.  Todo era para ella.

 Rememoro el momento en el que curvo los pies descalzos para no sentir el frío de los cantos de piedra que mandó colocar mi padre. Él mismo eligió la piedra. Disfrutaba al cruzar el patio de un lado al otro caminando de puntillas con el dedo índice sobre los labios. Sabía que a mi madre le molestaba cualquier ruido. Miraba hacia un lado y hacia el otro para comprobar que no hubiese nadie, y fingía que tropezaba y se caía. Yo me reía desde mi escondite.  A mi padre le gustaba hacer el payaso conmigo.

Todavía siento las yemas de los dedos frías colgando a ambos lados del cuerpo. Rezaba y pedía indulgencia por algún pecado cometido. Asustada intentaba mantenerme erguida cubierta de polvo y de miedo. Cerré los ojos para quedarme a oscuras. Temía que la mirada de mi madre rozase mi cuerpo sucio de la tierra roja. Miedo a que me mandase lavar sin verme. Sin reparar en que el rojo era el de la tierra que tanto amaba, no el de mi pecado. Rezaba para que fuese ella la que me adecentase, la que cogiese la esponja y arrancase mi inocencia. No otro sino ella, y así, despellejada, comprobase que estaba limpia.  

Nos gustaba escaparnos a las viñas las noches en las que la luna iluminaba las vides como si fuese de día.  Mi primo y yo.  Quedábamos en la casa encalada que desaparece en la curva y aparece de nuevo junto a la Ermita de San Antonio.  Siempre nos persignábamos, aunque pasásemos por allí corriendo.  Mi primo y yo.  Cogíamos las bicicletas del pajar de su padre y nos íbamos al campo. Nos tumbábamos entre las cepas vestidas de agosto con sus trajes de volantes y los adornos de plata. Nos contábamos nuestros sueños arropados y mecidos por el viento de las noches claras, y bebíamos del silencio.  «Todo es más intenso a tu lado», me decía. De la mano, tendidos el uno junto al otro, nos rozábamos. Nos sacudíamos las hormigas que se nos subían por el cuello. Yo le soplaba en su oreja para espantarlas y él lo hacía en la mía. Cuando se nos agotaba la risa escuchábamos cómo subía del regato el canto de las ranas.  Mi primo y yo. Qué extraños los recuerdos que vienen de lejos para convertirse en nuestro presente. Los que dejamos ir se pierden. Los otros, los que transformamos, se nos quedan pegados.

De pronto, los faros de una camioneta nos cegaron, el claxon hizo que nos levantásemos de un salto y que sacudiésemos la ropa.  Mi tío se quedó sentado al volante y fue el mozo de mi padre quien salió a preguntarnos que hacíamos. Sus palabras eran gruesas y sus manos se movían como poseídas en la claridad de la noche. El río brillaba negro y vacío. Echamos a correr, pero no avanzábamos. Los pies hundidos en el barro que nos engullía. Nos metió a empujones, su mano nudosa me aprisionaba el brazo. Mi primo delante y yo detrás. Mi tío al volante.  El Mulas —así le llamaban—, el que se tuvo que casar con Fuencis porque la dejó preñada, sudaba a mi lado con olor a cabra. En silencio los cuatro.  El secreto de la noche nos excedía a todos. Los sueños atropellados como lunares de tierra roja estampados sobre el parabrisas.  El pueblo vacío. La camioneta se llevó por delante la curva de la iglesia. Mi primo arrojado a su casa y yo empujada a la mía.  Me dejaron sola en el patio.  Yo, como ofrenda.

Las voces que denunciaban nuestra historia callaron de pronto, y el viento se retorcía anunciando el crepúsculo. La puerta vidriera golpeaba una y otra vez contra el pestillo atascado. Desde el piso de arriba bajaba sin fuerza el llanto de Teresa que Fuencisla, la niñera, intentaba disimular con sus rezos. 

—Me lo ha contado todo tu tío —dice mi madre sin mirarme—. Sube a lavarte, estás llena de barro. 

—¿Qué es lo que te ha contado? —le digo sin comprender.

—Ya he hablado con el padre Agustín. Mañana irás a confesarte —sentencia.

—¿A confesarme de qué? —le respondí sin voz.

—Sube a lavarte. —Un acceso de tos le sacude el cuerpo que se dobla en los brazos de mi padre—. Voy a acostarme.

Mi madre está enferma. Así me ha dicho mi padre que, aunque es médico no puede curarla. Fuencis dice que es por tristeza. Se pasa días enteros sin salir de su habitación.  A veces la observo mientras duerme. Fuencis tampoco habla mucho desde que se le murió la hija, solo con Teresa que se cree que es suya. Mi madre no cocina, no limpia, no se ocupa de nosotras. Tiene la piel blanca y los labios rojos como mi hermana. A veces, cuando está a solas con mi padre, ríe. Solo entonces es capaz de hablar sin parar toda la noche. Dicen que no me parezco a ella. Sola en el patio, continúo con los zapatos blancos en la mano. Se han marchado todos. Yo, como ofrenda.

 Me lavé entera, me arranqué las uñas para quitarme el barro que le robé a la tierra que era mía; me froté hasta que desaparecieron las huellas que dejaron los sueños, me limpié la lengua para no quedara nada de que hablar y, cuando estuve lista, dormí para borrar las noches junto a las vides. No nos volvimos a ver.  Mi primo y yo.

En aquella época pasaba los días encerrada en casa. Alerta y sin hablar, no me pasaban desapercibidos los besos excesivos de mi padre, ni que mi madre apenas me mirase. Los oía cuchichear, aunque Fuencis intentara distraerme. Mi padre me dijo que solo pasaría un año en el internado, mientras mi madre se recuperaba del todo, pero pasaron muchos más. Me dijeron que conocería a otras niñas de mi edad con las que jugar hasta que Teresa fuera mayor. Nunca llegó a serlo. Las dos nos perdimos la infancia tan expuesta a perderse.  Me pasó la juventud, la madurez, los desengaños y los pecados.

Ahora vuelvo dos o tres veces al año a esta casa vacía con limoneros llenos de espinas.  Regreso a casa con las manos llenas de regalos para ella. Mi madre no me las quiere soltar; le da miedo irse. Unas veces me cuenta que sueña con dos niñas que van de la mano vestidas de organdí, pienso que para alegrarme. Otros días me dice que en el sueño llevaba en brazos a Teresa, pero al partirse la barca la perdió. En su afán de salvarla, se ahogaron las dos.

—Pero ¿cuándo tuviste tú una barca? —le digo para consolarla.

Sentada junto a mi padre que ya no puede moverse, hurgo con los pies descalzos en la tierra roja empapada de la mañana. Es septiembre y voy cortando los racimos que las vides me dan como ofrenda.

 

 BIOGRAFÍA

 Paula Castillo Monreal es escritora. Estudió Arquitectura Técnica.  Se ha formado en Escritura Creativa y Relato Breve en la Escuela de escritores de Madrid, ciudad en la que nació y reside. Ha publicado los libros de cuentos Sacudiendo moscas (febrero de 2024) y Ciudad de mar (mayo de 2025). Ha participado con los relatos Tierra roja y La semilla voladora en las antologías: Letra impresa y El verdadero nombre de las cosas. Varios de sus relatos se han publicado en la revista literaria Quimera. Colabora con varios medios literarios y compagina su labor como cuentista con la de asesora de arte en Marcos Analcai, artesanos.


Libros de la autora (hacer clic en el título):

Sacudiendo moscas



Ciudad de mar



miércoles, 11 de junio de 2025

Concha García: «Escribo alrededor del asombro»

Concha García

Recibimos en el blog a la escritora cordobesa Concha García, filóloga, traductora, académica y  poeta de amplia trayectoria, que nos habla sobre el hecho de escribir y nos comparte varios poemas.

 1. Bienvenida, Concha. Cuéntanos sobre tus inicios en la escritura,  primeras lecturas, edad a la que comenzaste a escribir...

 Creo que la necesidad de escribir vino acompañada por mis primeros asombros, en la niñez todo es susceptible de ser escrito muchos años después. La escritura y la vida me acompañaron siempre. A los doce años escribí mis primeros poemas y los presentaba a concurso en el colegio de monjas, una vez gané y me estimuló para seguir escribiendo. Era algo muy solitario que no compartía con nadie. Pero nadie escribe sola, hay una tradición que nos escribe también.

 2. Háblanos de tu proceso creativo. Cuéntanos si sigues algún ritual a la hora de escribir, como poner música, estar en un sitio concreto, cuáles son tus fuentes de inspiración.

No sigo ningún ritual, ya que el poema se escribe después de haber sido sentido, parte de la necesidad de decir con otras palabras lo que sientes, alterar el orden lógico y separar el juicio de la espontaneidad.

 3. Resume en pocas palabras que te aporta el hecho de escribir en tu día a día. 

 Como he dicho antes para mí escribir y vivir están íntimamente unidos, no soy escritora de ficción, aunque haya ficción en los poemas. Escribo diarios, reflexiones acerca del hecho poético y poesía. Todo alrededor del asombro. Como es lógico cada etapa de la vida me pedía un tipo de poesía distinto, aunque la mirada siempre ha sido la misma.

 

 Partenogénesis

 Pasan sin detenerse

en los palmerales.

Las vimos alzar el vuelo

antes de que llegara

el tiempo de las lluvias.

Hoy recordamos

que tenían alas

y que nosotras

parimos a los cazadores,

que nuestro cuerpo

es útil para ellos,

que nuestras criaturas

corretean sin sentir

todo lo que hemos perdido.

 

Grises

Todo se necesita

un ala escondida, un llanto oculto,

un hermoso día, un mes muy a solas,

la larga vara de los estancos momentos

la tiza que lo escribe, el sol

que lo derrite, la niebla que esconde

densas masas de cemento

y algún sinsabor que renace,

los tibios sonidos de un mar

al reencuentro de aves de paso.

 

 Carretera de Jaén a Córdoba

(con Pilar Sanabria)

 

A medida que cambiaba el paisaje

-era tan imperceptible-, la luz llenaba

la ventanilla del coche, veíamos pasar

sus rayos invisibles, proyectando

un colorido que brillaba entre el rojo

y la intensidad de las nubes oscuras

mientras llegábamos al sur,

muy cerca de Córdoba.

Me dijiste que Dios era lo que había,

es decir todo lo que podíamos alcanzar

con nuestra vista, al tanto el coche

avanzaba.  Dios era todo eso y más.

Densidades a lo largo del trayecto,

y que las pudiéramos sentir, dijiste,

que cada una es rencorosa a su manera

que las cosas de la vida, que ver entrar

el bien no lo sabe percibir cualquiera.

Era tan hermoso escucharte, sentir

que era verdad porque lo creías.

Yo apartaba como si fuesen matojos

esos restos de malas hierbas

que no son haces de fe, 

sino de algo que añoro

sin haberlo tenido nunca.

 

En el balcón de mi apartamento. Córdoba

 

Algunas veces temo que lo que llamo cimiento

sea atravesado por el árbol viejo de agudas formas

y los momentos caigan derretidos en charcos,

que pasar por un camino no sea irse ni llegar

sino acumular distancia, eso me parece sentir

al abrir el balcón y notar el aire tan caliente

en mi piel, un puñado de ardor que, sin embargo,

acaricia.

 

Concha García

 BIOGRAFÍA 

Nació en la Rambla (Córdoba) en 1956. Ha vivido la mayor parte de su vida en Barcelona. En la actualidad reside en Córdoba.  

Licenciada en Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona.

Ha publicado varios libros de poesía,  entre ellos: Por mi no arderán los quicios ni se quemarán las teas (Premio Aula Negra Universidad de León), 1987, Ya nada es rito (Primer Premio de Poesía Barcarola, Diputación de Albacete, 1988), Ayer y calles (Premio Jaime Gil de Biedma. Madrid, 1994), Cuántas Llaves (Icaria, 1998), Árboles que ya florecerán (Igitur, 2001), Lo de ella (Icaria, 2003), Acontecimiento (Tusquets, Textos sagrados) 2008), Un brillo del no (antología), Ediciones en Danza (Argentina, El día anterior al momento de quererle (Calambur, 2014), Las proximidades (Calambur, 2016), Cuota de mal (El rayo azul, Huerga y Fierro, 2022), El triunfo de lo caduco (Ayuntamiento de Baza, antología, 2024) Diversas nimiedades (antología)  (Capitanas, Zaragoza 2024), Lugares (El Toro Celeste, Málaga, 2024)

 Autora de los diarios: La lejanía, Cuaderno de Montevideo (, 2013)  y Los antiguos domicilios (2015), Ciudades escritas (Barcelona, 2019) y Desvío a Buenos Aires (Chamán ediciones, 2019), El vértigo horizontal (Cántico-Almuzara, 2023) Los años divididos (Libros de la Resistencia, 2025).

 Autora de los ensayos sobre poesía:  Asomos de Luz (2012), Miradas en los entresijos (2020) y Bajo la luz de la lámpara (2023).

 Su obra está incluida en varias antologías y ha sido traducida al inglés, italiano, árabe, turco, francés, chino, portugués y sueco.

 Edición en España de dos antologías de Selva Casal:  Y lo peor es que sobrevivimos (2013) y Abro la puerta de un jardín de plata (2022)

 Ha traducido una antología de poesía catalana. Noreste. Espacio Hudson (Argentina)

 Finalista premio Ausias March de la crítica (2008), Premio Dama de Baza (2021) Premio Igualdad en la Diputación de Córdoba (2023)

 Directora de la colección “La hora de la estrella”, editorial Cántico.

 Gran viajera, también es autora de dos antologías de poesía de la Patagonia argentina: Antología de poesía de la Patagonia (Cedma,  2006) y La Frontera Móvil (Ed. Carena 2015)

 Académica correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-concha-garcia/

https://anfibiapoesia.com/concha-garcia/

https://www.culturamas.es/2024/12/15/concha-garcia-mucha-poesia-escrita-hoy-por-mujeres-reitera-el-discurso-de-siempre/

https://argus-a.org/publicacion/667-dialogo-con-la-poeta-concha-garcia-la-identidad-multiple.html

https://elpais.com/cultura/2017/02/15/babelia/1487156228_016811.html

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 17 de mayo de 2025

LETRAS GALEGAS 2025: AS CANTAREIRAS

 



Neste 17 de maio de 2025 celebramos o Día das Letras Galegas que está adicado ás cantareiras, mulleres que mantiveron viva a nosa lingua a través das súas cantigas e panderetas. A nosa tradición oral mantivo a súa identidade nos anos escuros grazas as cantareiras. Vai por elas.


FELIZ DÍA DAS LETRAS GALEGAS!!!! 

Ilustración por: Yoli López



https://academia.gal/letras-galegas/2025/cantareiras

https://www.rtve.es/play/videos/telexornal-galicia/poesia-popular-oral-cantareiras/16577201/

miércoles, 23 de abril de 2025

12 libros de autoras recomendados para el Día del Libro



Cualquier día es bueno para la lectura. Cuando se dispone de poco tiempo, las lecturas se fraccionan en  momentos del día. Un libro puede leerse en cualquier momento, acompañando el café del desayuno, la sobremesa, las últimas horas de la tarde, el trayecto en bus o en metro, una vez terminada la jornada diaria, un poco antes de conciliar el sueño.  Un libro siempre espera, plegado o guardado en digital, a que encontremos el momento oportuno. 

Se dice que hay lecturas para cada persona y que, a veces, es el libro el que nos encuentra. Desde el blog de Nosotras os traemos, para celebrar este Día por excelencia, Día del Libro y también de la rosa, día de San Jorge que luchó contra el dragón, día de regalos y de lecturas, una lista de recomendaciones de libros firmados por autoras actuales. La selección se ha centrado el ámbito de la narrativa (incluyendo el cuento y el microrrelato) y de la poesía, y ha reunido un conjunto de obras de autoras contemporáneas con mayor o menor trayectoria que nos han llamado la atención y a las que hemos reunido en esta lista para que  podáis conocer sus escritos.

  Conscientes de que nos dejamos muchos libros y lecturas pendientes, aquí va nuestra humilde selección, una por cada mes del año.

POESÍA

1.Bajo los astros de la repetición de Julia Otxoa  Editorial Averso

Bajo los astros de la repetición

Este libro es un poemario de lujo, escrito casi a modo de diálogo, del cual se dice en la sinopsis que: Es una reflexión sobre la barbarie en la que vive sumida la humanidad desde sus mismísimos orígenes. La autora establece un diálogo en el que intervienen desde Aquiles hasta Hannah Arendt, pasando por muchos otros personajes vinculados de un modo u otro al infierno de la violencia.

Reproduzco un breve extracto del poema La humildad feroz de la belleza:

La humildad feroz de la belleza insiste entre las ruinas, resistimos/Lo humano es lo único que importa/somos los incrédulos/ los herejes en medio del dogma homicida/que da la espada al otro/en este tiempo en el que se adorna el crimen/con los despojos de la inocencia/y nos razonan la barbarie como/si fuera un tratado de filosofía.

2.Donde siempre es de día de Isabel Marina. Editorial El sastre de Apollinaire.

Donde siempre es de día

Con este poemario se consolida la voz de una poeta de larga trayectoria, cuya poesía introspectiva se nutre de la experiencia diaria y de los recuerdos. Como nos dice en la sinopsis del libro: El tiempo vivido y el tiempo por vivir se empañan en la conciencia, adquieren contornos de ensueño.

Reproduzco un extracto del poema No existe el fin: Puede parecer un milagro/que después de tantos años/siga el amor expresándose/en nuestros cuerpos/nos siga amalgamando/en una alquimia/en un renacimiento continuo/devolviéndonos a la epifanía/de la primera vez.

3.Pecado mortal. El dardo contra la piedra (O dardo contra a pedra) de Yoli López. Editorial Nuevos Ekkos.

Pecado mortal. El dardo contra la piedra

La voz poética  de Yolanda López es una voz fuerte, profunda y social, que se rebela contra el establishment imperante que nos muestra la doble moral contra la que se atreve a lanzar un dardo rompedor a través de la palabra. Como nos dice en la sinopsis del libro: Se Rosalía vivise, entregaría o corazón ferido, pero nunca dende a derrota. Vuelo como un astro de luz entre papiros de fuego. Y contra el paredón de la muerte, me vuelvo triunfo en la exhortación sacrílega del viento. El poemario está editado en una cuidadosa edición bilingüe en gallego y castellano y consta de ilustraciones de la autora.

4.Si cerca hubiese un mar (Antología de  Poesía y Microrrelatos de AMEIS). Editorial Las Lolas.

Si cerca hubiese un mar

Sonia Aldama coordinó esta antología de AMEIS en homenaje a Ida Vitale. El libro aparece dedicado también a la memoria de la poeta Marta Agudo. La asociación AMEIS (Mujeres Escritoras e Ilustradoras, de la cual formo parte) fue creada en 2018, con la intención de visibilizar el papel de la mujer en la literatura. Esta antología cuenta con firmas como la de la propia Ida Vitale que abre el libro con un poema, Olvido García Valdés, Elena Medel, María Victoria Atencia, Adriana Hoyos, Rosa regàs. 

La antología reúne poesía y microrrelato, con firmas como Ana María Shua, Isabel Cañelles, Carola Aikin, y otras muchas, también de las más jóvenes generaciones. En el libro participan varias socias de AMEIS, tanto escritoras como ilustradoras, al igual que otras muchas autoras de varios lugares del mundo.

NARRATIVA

5.Ítaca de María Besteiros. Edicións Xeráis. (Novela)

Ítaca

Tenemos aquí una voz clara y contundente de una autora gallega, de gran profundidad y lirismo, que ha hecho que su novela, Ítaca, quedara finalista del XLI Premio Xeráis de novela. En ella trata la pérdida y el papel de la mujer, tanto en la sociedad, como en la esfera más íntima. Ítaca, que en los poemas homéricos es la patria de Odiseo a la que él intenta volver, se nos muestra en este libro, en una magistral vuelta de tuerca, como el hogar perdido de la protagonista: una Penélope sumida en su propio dolor que emprenderá un viaje personal. El libro, de corte intimista, está escrito en gallego, con una voz cercana, lírica y, a la vez, desnuda de artificios.

6.Mapas de asfalto de Carmen Peire. Menoscuarto Ediciones. (Novela)

Mapas de asfalto

Una novela intensa y hondamente arraigada en la memoria de la transición, que se desarrolla en un barrio periférico de Madrid, al que emigra Hércules León en su sueño de trabajar como barrendero. Su entorno se transforma en el mapa en el que Hércules se desenvuelve barriendo por todos los rincones y países que recorre en su imaginación. Los personajes hacen del albergue municipal su propio hogar, un hogar en el que nunca falta la dignidad y los sueños.

7.Estás en mis ojos de Angélica Morales. Editorial Destino. (Novela negra)

Estás en mis ojos

La fascinante vida de la fotógrafa Hélène Rogers, fundadora de la célebre agencia de fotografía. Roger es asesinada a sus 83 años a manos de su marido y socio, Jean Fisher. La inspectora de policía Isabel Santolaria se pone al mando de la investigación junto al inspector Michel Étienne, con el que mantiene una relación oscura basada en la dominación y la violencia. Debido al acoso del inspector, Isabel, mientras intenta llevar las riendas del caso, tomará, a su vez, una decisión que le marcará la vida. 

8.El llanto de los pájaros de Isabel Álvarez Martín. Editorial El Paseo. (Novela)

El llanto de los pájaros

Matías y su hermano, Julio, malviven en una choza junto al bosque, después de la desaparición de su madre. Julio es un enano que padece hidrocefalia y al que Matías cuida como puede, mientras intenta mantener a raya la crueldad de las gentes del entorno y se enfrenta a ciertas sospechas y fantasmas del pasado. El ambiente de posguerra y temor envuelve toda la novela, los personajes viven situaciones límite en las que la lucha por la supervivencia se imponen frente a una sociedad hipócrita que crítica a los monstruos que ella misma alimenta y se ceba con los más débiles e indefensos.

9.Las dos Adelaidas de Elena Casero Viana. Editorial Sargantana. (Novela)

Las dos Adelaidas

Una novela sobre los cuidados y lazos familiares de madres e hijas. Tras el inicio y progresivo deterioro de la enfermedad de la madre, la hija pequeña, recién emancipada, regresa de nuevo a casa. La novela arranca con los recuerdos de esa hija a través del diario y las fotografías que guarda la madre. Como nos dice en la sinopsis del libro: Los escritos sirven para descubrir la vida de las mujeres de generaciones anteriores, su falta de libertad personal, su amoldamiento a las costumbres que imperaron durante tantos años y el rigor con el que fueron sometidas a los dictados masculinos. La vida cotidiana, el sentido del humor y la música siempre de fondo, gira alrededor de la progresiva pérdida de memoria de una mujer vital que inculcó a las hijas la ventaja de ser independiente y a la vez el significado de convertirnos en madres de nuestras madres al final de sus vidas, cuando ellas van perdiendo su personalidad y capacidad de movimiento y acción.

10.Ni aquí ni en ningún otro lugar de (Patricia Esteban Erlés). Editorial Páginas de espuma. (Cuento)

Ni aquí ni en ningún otro lugar

 En este libro Patricia Esteban Erlés, se acerca, como dice en la sinopsis, a las historias y cuentos de la niñez pero una mirada y reinvención personales de la tradición literaria y popular de la narrativa infantil. Un bello y estremecedor catálogo humano de gestos y personajes marcados por el amor, la muerte, el miedo, la traición, la locura o la crueldad. El libro está ilustrado por la artista chilena Alejandra Acosta, y nos hace recordar que en realidad, somos los libros que hemos leído y lo que nos han contado.

11.Cuando se derrama el mar de Elena Bethencourt. GER'S BOOKS. (Microrrelato)

Cuando se derrama el mar

Elena Bethencourt ha ganado numerosos premios literarios en el mundo del microrrelato. Como se dice en la sinopsis del libro, la autora es especialista en crear mundos de ficción en los que lo fantástico se une a lo cotidiano, de forma que nos cuenta las historias más inverosímiles de tal manera que parecen verídicas. En esta colección de microrrelatos encontramos amor, crítica, humor e infinidad de desenlaces inesperados. 

12.Animales de ida y vuelta de María Charneco. Editorial Adeshoras. (Cuento) 

Animales de ida y vuelta

Animales de ida y vuelta consta de cuatro cuentos de corte realista, en los que las protagonistas femeninas viven momentos cruciales de sus vidas. En cada uno de los cuentos habrán de decidir según nos dice en la sinopsis si deberán dar un giro a su vida o salvar lo que han construido. En todas las piezas aparecen animales significativos en el universo de las protagonistas, ya sea como símbolos o metáforas de vida. En los cuentos la autora trata temas que están presentes en la sociedad abordándolos en las vivencias de sus protagonistas, mostrándonos su realidad interna. 


Felices lecturas.




viernes, 21 de marzo de 2025

SEIS POEMAS PARA EL DÍA DE LA POESÍA


Para celebrar el Día Mundial de la Poesía nos hemos reunido en el blog varias autoras para compartir nuestros escritos. 

Por una poesía viva que salga a las calles y a las redes,  hoy y siempre. 

Autoras participantes: Lu Hoyos, Angélica MoralesYoli López, Moncha Prieto, Txaro Cárdenas y Manuela Vicente Fernández


Feliz Día Internacional de la Poesía 

Lu Hoyos

Varios Haikus

Solsticio de invierno.
Entre ramas de arce
el cielo azul.
***
Día de Año Nuevo.
Entre escarcha y niebla
un gorrión.
***
Ante la luna
cantan los estorninos.
Aún es de día.
***
Sopla el cierzo.
Primeras margaritas
en la vereda.
***
En el paisaje
altas torres de acero
el mundo humano.
***
El sol de marzo
se cuela entre los árboles.
Quietud en la sombra.
***
Se abrieron dos rosas
cuando cesó el latido
de mi anciana tía.
***
El sol de mayo
sobre las amapolas
campo de trigo.

Lu Hoyos




    

Angélica Morales

Nosotras

En alguna parte, nosotras,
la luz mordida en sus bordes.
Nosotras
y el latido angustioso de un reloj.
No, no siempre fuimos bellas.
(Nosotras)
Ayer algo sombrío,
el trazo tenebroso
de una voz
en las cortinas de la carne.
Nosotras en el misterio,
untando nuestras alas en una sopa de estiércol.
Nosotras desnudas,
con la gramática haciendo ruido
en la garganta de la noche.
Antes
(nosotras)
un vacío alto,
la casa vacía de Dios.
Nosotras 
o lo invisible
o el temor
o mil bocas de fuego ardiendo en el poema.
Pero nosotras no escribimos versos,
solo los pantalones oscuros de un muerto,
la tormenta que ruge
en el pecho de una pared.
Nosotras,
sí,
como bestias amaestradas
como un campo revolviéndose
en su prisión de hilo.

Angélica Morales


Yoli López
Sendas carnívoras

Decapitada en terra fértil.
Catástrofe e verdugo
aniquilando un crisol  sen fronteiras,
suplicio da soedade sagaz.

Voo como un astro de luz
entre papiros de lume.
Contra o paredón da morte,
vólvome triunfo
na exhortación sacrílega do vento,
rachas de vento e sofre
montando odiseas na neve
que gotea vertixe.

Víboras de auga en desbandada,
puñais de aceiro no alento cego
das miñas veas intermitentes.
Terra estéril e hostil.

Yoli López



Moncha Prieto

A TÚA VOZ

(Barcelona, 1987)

A túa voz

vagalume senlleiro

de noites alienadas

que dormen na preguiza

cómoda da ignorancia.

Marusía que axita

horizontes estáticos

das gaivotas que un día

venderon as súas alas

e trocaron os soños

por falsas lambetadas.

A túa voz

crítica, coma a dun mestre

refugando ignorancias.

Agarimosa

coma unha nai que arrola

ó seu meniño… e canta.

Constante

coma a man do amigo

que sempre nos agarda.

Doce

mesmo coma as palabras

que só din os amantes.

A túa voz

camiño de ningures

dun quizais pendurada.

Coroada de envexas,

odiada e desexada.

A túa voz

arrecendendo a utópica

chantada no desexo

dunha meta soñada.

A túa voz,

amigo,

é a vida que pasa.


Moncha Prieto


Txaro Cárdenas

In memoriam

Vives en la penumbra del recuerdo

al amparo de la crueldad.

Callaron las navajas

sobre tus heridas abiertas

a soledades eternas.

Hoy eres memoria viva,

sujeta en el alma

con lazos de cinta aislante.


 Txaro Cárdenas






Manuela Vicente Fernández

Flocos de algodón

Non era ren:
un floco de algodón flotando no ar, 
a forma cambiante dunha nube,
menos co ruido dun bico,
beizo contra beizo,
o roce dunhas ás voando.
Pero qué se perdeu polo camiño
mentres ese algodón voaba alto,
mentres cambiaban as nubes no ceo
ou pasaban os paxaros voando,
qué pensou, qué soñou 
que a fin pudo esquecer,
ou a qué estraño paraíso renunciou
non pode nomealo.

Manuela Vicente Fernández