viernes, 27 de diciembre de 2019

Somos mujeres de musgo y brezo







Somos
mujeres de musgo y brezo,
con cuerpo de sauce,
escaramujo en los labios
y luz de luna en los ojos.

Abrazamos
las sombras del insomnio
renovando nuestros huecos
de espuma, de esponja de mar.

Somos
mujeres de aire y gozo
viajamos en un soplo
de diente de león
y olemos los secretos
de las vidas por nacer.

Rasgamos
con el filo de una daga
el aliento del silencio
y lo llenamos de muertos inventados.

El silencio se vuelve espeso
como la sangre de una bestia
vencida.
Vencida y adorada en rituales antiguos,
la sangre del silencio
rebosa en un cáliz de plata.

Y brindamos,
y bebemos.
Bebemos
de los labios del silencio,
y su sangre tiñe nuestras bocas
de palabras prohibidas.

Somos
mujeres de cierzo y niebla
de plumas en los dedos
y alas en los sueños.

Buscamos
el amor en un pedazo de hielo
para fundirlo con los ojos.
y abrazarlo sin miedo.

Somos
mujeres madreselva,
enredadas a los cuerpos
de amantes audaces
que buscan,
entre nuestras piernas,
el beso más dulce.

Trazamos
laberintos para perderlos
y robarles la razón
con la ambrosía que lamen
de nuestro vientre.

Somos
mujeres que nunca se rinden
aunque la noche se acabe
y el amor se estrangule
en pesadillas inversas
y rostros fantasmas.

Puri Menaya ©

jueves, 12 de diciembre de 2019

Poesía experimental


El tiempo


El tiempo.
Son tan solo horas, minutos, segundos que se nos escapan entre los dedos.
Por eso cuando me dices: "¡Cuántas horas hemos hablado por teléfono!"
y tu voz adquiere un tono de extrañeza
ante lo que yo considero una simple inversión en el cortejo,
busco la cifra: treinta y siete horas y media... Ni una más, ni una menos.

Son seis noches de sueño sobrevolando paraísos perdidos.
Son setenta y cinco ágapes que reconfortan el alma.
Son doscientas veinticinco duchas que atemperan el miedo.
Son cuarenta y cinco mil caricias...
Y setenta y cinco mil quinientos "te quiero".

Fuiste bucle (lipograma sin la a)


Te puedo sentir entre los edificios.
Como cientos de ojos que se retuercen sobre un fuego intenso.
Siento que soy un simple desconocido
en tu universo de flores, luces de colores e incienso.

Te he visto estremeciéndote,
frente por frente conmigo;
mi pelo queriendo ser mecido
por los brillos de un sol vespertino.

Fuimos justo en un suspiro
esos dos niños expertos en juegos y secretos perdidos.

Por eso no lo entiendo...
¿Por qué en vez de seguir con un nuevo comienzo
viste simplemente muchos meses de invierno?

Tengo en mi mente los nombres de todos ésos
que tú decidiste con tu peso desprenderme de ellos.
Y en este efímero momento,
solo pienso en nieve, frío y el tiempo
que dediqué en ti, en sentirte como mi cielo,
en seguir volviendo contigo, mil veces...
Con tus "no te quiero".

Estoy recorriendo mi destino: un sitio gélido pero vivo.
Y observo el pino que, tímido, se reconoce entre los edificios.
Y te siento como un simple inquilino que no veré... Ni en un eterno siglo.



El castillo de Beatricia

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Algunos poemas

Algunas noches

Algunas noches dormimos
con los ojos abiertos
Vemos pasar sombras, rostros,
presencias de otros momentos.
Sentimos frío y nos envuelve
la extrañeza del recuerdo,
Oímos risas de otras horas
Nos hablan voces ausentes
Volvemos a ser pasado
Regresamos
a aquellos que hemos querido
a aquellos que nos quisieron
a los que nunca dejamos de querer
a los que siguen
 queriéndonos sin saberlo.
Volvemos
 y no dormimos,
soñamos con los ojos abiertos
hasta que llega el cansancio
a nuestra lucha e insistiendo
nos dormimos aferrados
al hilo que une el recuerdo
y soñamos
esos sueños tan reales
esos sueños diferentes
en los que aunamos
 vigilia y corazón,
consciencia e inconsciente,
En esas noches, mi vida,
hay un tiempo que es presente

un tiempo en el que tú y yo siempre nos encontraremos.


Más allá del silencio

Demuéstrame el amor
no me abandones
aún cuando no sea yo 
ni el amor sea
aquel que no dolía 
y que creía
poder bastarse siempre
Demuéstrame el amor
aúnque no tenga
labios para besarte 
ni las ganas me queden
Demuéstrame el amor
aunque zozobre el alma
y el cuerpo no te encuentre
demuéstrame el amor
en el silencio
y haz de la nada
el todo en que me quieres.

Los amantes (Rene Magritte)


Algunos poemas

Algunos poemas son como niños
desvalidos que crecen en el vientre
se gestan al amparo de los días
que nos regalan sueños
con mimo los guardamos de la lluvia
sin evitar que tiemblen
Nadie puede ofrecer un amor limpio
ni siquiera un dolor que nos proteja
de futuras heridas 
porque algunos poemas
son como hilos de sutura
que cosen carne en cada letra
con desgarro abandonan la humedad
del vientre en que nacieron
y salen a la luz como bebés 
ciegos ante la luz y el desconcierto
solo al leerlos tienen nombre
solo al leerlos lloran
y su aliento
les devuelve el oxígeno perdido
hasta que vuelven
de nuevo a hacerse nubes huidizas
esperando encarnarse
en otro vientre.

Manuela Vicente Fdez ©

Fuente de la imagen: Pinterest







viernes, 6 de diciembre de 2019

Elena Bethencourt: "Nunca sé cómo va a terminar un microrrelato"


En esta ocasión tenemos el lujo de que nos visite en el blog, Elena Bethencourt, una escritora de Tenerife, cuya trayectoria literaria es reciente pero muy intensa ya que ha irrumpido con fuerza en el mundo de la microliteratura. Dejamos que Elena nos lo cuente: 

¿Cuándo empezaste a escribir?

De pequeña me gustaba escribir. También leer, pero en aquella época no se compraban libros para los niños —en mi entorno, al menos— así que leía todo lo que encontraba en casa: El Quijote, Veinte mil leguas de viaje submarino, Las mil y una noches, la colección de novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, Tiburón y todos los cómics que me prestaban los niños del barrio.
De muy jovencita sufría por amor y me gustaba, jaja. Entonces me encerraba en mi habitación, me ponía música para morirme y escribía las cosas más tristes. Después de esa etapa, estuve siempre contenta, pasaron treinta años y no escribí nada excepto ensayos, opiniones, cartas…

Lo retomaste, ¿por qué?
Pues porque anduve con mi padre un camino revelador. Una vez lo expliqué así:
“Aquel año aprendí mucho de la vida. Te llevé a los lugares donde querías regresar, hicimos las cosas que te quedaban por hacer y visitamos a las personas de las que querías despedirte.
Luego todos lloraron y yo me senté a escribir”.
Empecé a escribir poesía otra vez, un libro entero, pero como solo leía a poetas que estuvieran bien muertos me decepcioné bastante cuando me di cuenta de que ahora ya no se escribía así.
En 2017, buscando otro tipo de concursos, empecé a ver que había muchos de microrrelatos, no sabía qué era eso, pensaba que eran textos pequeños (de hecho ese es el mismo error que comete mucha gente, que no cuenta una historia). Nunca había escrito ficción. El caso es que enseguida empecé a ser finalista y eso me animó. En 2018 me llamaron de Relatos en Cadena en enero, esa llamada significó mucho para mí aunque no me votara ni Blas y en noviembre de ese mismo año quedé finalista anual.
Entre el año 2018 y el 2019 he hecho varios cursos de escritura en Escuela de Escritores y Ateneu de Barcelona. Y desde que descubrí que te lo puedes inventar todo, que no hace falta hablar de ti, no hago otra cosa que escribir.

¿Cómo es tu proceso creativo?
Me gusta tener un disparador, algo que cree las conexiones necesarias en mi mente para que surjan historias. Nunca sé cómo va a terminar un microrrelato ni adónde me va a llevar, pero a veces llego; se me va ocurriendo mientras escribo. La cosa es empezar, algo así como un calentamiento. Luego modifico, cambio, vuelvo a cambiar y a veces ocurre: lo veo. “Ahí está”, digo. Cuando la idea ya está formada y escrita, entonces pulo, pulo, pulo durante horas, días, en realidad.


MICRORRELATOS

Rutinas
Si dijera que sentí dolor, mentiría. En el fondo me hizo gracia. Mira que venirme a decir ahora, después de cuarenta años, que nunca me ha querido. Me dio por reír. «Yo a ti tampoco», le dije, más que nada para que se quedara tranquilo. Suspiró aliviado. Me besó en la frente y se hundió en el sillón orejero a ver la tele mientras esperaba la cena.
Me puse a hacerle una tortilla bien cuajada, con todo, como a él le gusta. Quizás me pasé un poco con la cebolla, porque mientras la cortaba, no podía dejar de llorar.

(Finalista mensual Relatos en Cadena septiembre 2019)

El hombre invisible
Creo que no soy un superhéroe porque no vuelo excepto con la imaginación, mi única fuerza es la de voluntad, no lucho contra el mal, solo contra el hambre y el frío.
Pero sí tengo un superpoder: soy invisible. Soy capaz de cruzar la ciudad sin que nadie me vea, de estar toda la mañana con la mano abierta sin que noten mi presencia y lo más difícil: puedo hablar sin ser oído.
A veces me pregunto si de verdad soy invisible o si el mundo está ciego. Sácame de la duda: ¿tú me ves?

(Primer Premio de “La pobreza en 100 palabras” de EAPN España, 2019)



Torres más altas

Por esta parte del mundo ya no necesitan de mis servicios como antes. Están ahí sentados, hablando con los que no están, sin tocarse siquiera. Me estoy quedando fofa: con un encargo de vez en cuando no basta para mantenerme. Por eso anoche fui decidida a la central eléctrica, lo picoteé todo y provoqué el gran apagón. Mi táctica está dando sus frutos: algunas parejas se han visto más en estas dos horas a oscuras que en diez años de electricidad.
La semilla está sembrada. Ahora toca esperar en mi nido. Con suerte dentro de nueve meses tendré tanto trabajo que no haré otra cosa que volar.

(Finalista de Zenda)

Malas elecciones

Todo lo hice por amor, señoría. Me enamoré de mi vecina, pero una mujer tan guapa tiene mil pretendientes, la competencia es dura y yo soy muy tímido. No le confesaría mis sentimientos a menos que se los pusiera por escrito. Así que le escribí una nota, la metí en el sobre sepia del Senado y me dirigí a mi mesa electoral donde ella era presidenta. Lo introduje en la urna y me fui a casa a fantasear con la cara que pondría al encontrar mi mensaje durante el recuento de las papeletas. Le parecería tan tierno que se intentaría comunicar conmigo esa misma noche, seguro. O quizás no. Igual me odiaría por ponerla en ridículo. Me entró el pánico, ansiedad, no sé… Podía haber pensado mejor en las consecuencias, pero me cegué, señoría, entré en el colegio electoral justo antes de las ocho de la tarde, cogí la urna y eché a correr.

(Finalista de mayo de Relatos de Abogados, 2019)


Elena Bethencourt
   
BIOBIBLIOGRAFÍA 


Elena Bethencourt. De Tenerife, Islas Canarias, España. Licenciada en Filología por la Universidad de La Laguna, España. Postgrado en Especialista Universitario en Traducción Jurídica por la Universidad de Alicante, España. Amante de la Lengua Española y de los idiomas en general.
Primer Premio “100 palabras contra la pobreza” de EAPN España, años 2018 y 2019; Primer Premio “Sumando Capacidades” del Cabildo de Tenerife 2018; Primer Premio “Una historia de verano”, Editorial Exlibric, 2018; Ganadora Segundo Premio de Cartas de amor de Covibar, 2018; Ganadora del mes de Junio 2019 de “Relatos sobre abogados” de la Abogacía Española; Ganadora del mes de noviembre 2018 y 2019 de “Relatos en Cadena” de la Cadena Ser; Primer Premio de Concurso de Microrrelatos “Noviembre Forestal” del Cabildo de Gran Canaria, 2018; Primer Premio del Concurso de Microrrelatos de Amir México, 2019; Primer Premio del Concurso de Microrrelatos Redpal de Andalucía, España, noviembre 2019; Ganadora Segundo Premio del Concurso Internacional de microrrelatos “Ciudad de Trujillo”, 2019; Primer Premio I Concurso Prevención de Riesgos Laborales Titsa y Mutua MAC, 2019, etc.


Diversos microrrelatos publicados en: Antología de Microrrelatos Canyada d’art (octubre 2018); Revista “Compromiso y Cultura” (número junio 2018); I Certamen de Relato breve y poesía Sierra de Guadarrama, Editorial Maluma, 2018; Revista “Cuentos para el andén”, número 72 (noviembre 2018); Antología Claroscuros (marzo 2019); Antología “100 palabras para mamá”, Editorial El lobo feroz 2019; Antología Microconcurso de la Biblioteca Esteve Paluzie (2019), etc.



Más sobre la autora en su blog:

Los mundos de Ely

Camino azul: un poema de María José Viz Blanco

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Camino azul
remontaré la ingrávida montaña
y el arrebato de tu caminar
para besar el vacío de tu paisaje.
Entonces, un sonido florido
de música aérea
agrandará mi geografía
de estelas humedecidas por el viento.

Llegará el día en el que encierre,
tras mis compuertas blindadas,
la inmensa certeza de tu abandono,
cuando tu luz deje de ahuyentar
la soledad incrustada
en mi azaroso camino azul.



Más poemas de la autora en: