martes, 29 de diciembre de 2020

Alicia Muñoz Alabau: La inspiración me parece un proceso mágico a través del cual la inquietud se convierte en serenidad y el desconcierto en alivio

 

Alicia Muñoz Alabau

Recibimos en el blog a una autora vocacional, Alicia Muñoz Alabau, para la que la escritura es mucho más que una afición o profesión: una forma de estar en el mundo. Escritora valenciana y compañera, con la que he coincidido a veces en antologías, ya que forma parte del nutrido grupo cultural Valencia Escribe (al igual que una servidora), y que, generosamente, nos ha hablado de su proceso creativo y compartido algunas de sus creaciones. Dejamos que Alicia tome la palabra:

No hay exactamente un comienzo de mi yo como escritora, desde siempre me recuerdo escribiendo. Era una lectora voraz y los libros me sirvieron de refugio desde niña, pero además necesitaba escribir mis propias historias, transformando las que leía o, en muchas ocasiones, como desahogo para poder interpretar mis sentimientos y entenderme un poco más a mí misma. Durante muchos años, esos escritos fueron exclusivamente míos, totalmente privados y celosamente escondidos. No pensaba que pudieran interesar a nadie y pensaba que a través de ellos me exponía demasiado, por eso me daba mucho pudor sacarlos a la luz.

No fue hasta 2006 cuando algo que había escrito y que pretendía ser un homenaje a la fortaleza femenina (sobre todo a mi madre) se convirtió en un relato que me pareció bastante digno como para presentarlo a un concurso. Ganar el segundo premio fue el empujón que, al parecer, necesitaba. Sentirme valorada de esa manera me infundió confianza y, poco a poco, el relato original fue convirtiéndose en novela. Así nació Ponerse alas, publicada por ed. Atlantis en 2012. La novela, que trataba de las mujeres como cuidadoras y de las redes invisibles de ayuda que consiguen tejer gracias a la amistad, tuvo muy buena aceptación, pero sobre todo, me permitió conocer a personas maravillosas vinculadas al mundo literario y participar en grupos de autores y antologías que me han proporcionado grandes satisfacciones. En 2016, publiqué De dolientes y duelos, con ed. Neopatria, un conjunto de relatos que exploraban los procesos de la pérdida y el duelo. Todo un mosaico de emociones que se desplegaban pasando desde la hecatombe emocional hasta la indiferencia, pasando por el replanteamiento o la renovación.

Y también con ed. Neopatria, vio la luz el poemario Dos mitades y un cuarto, escrito mano a mano con mi amigo Alberto Soler, médico psiquiatra y escritor, en 2017. Podríamos decir que fue la experiencia que me convertía, a ojos de los demás, en poeta. Creo que la poesía había habitado en mí en todo momento, pero solo de forma muy tímida y esporádica se había hecho explícita. Con la recopilación de poemas que quedaron plasmados en ese libro, me di cuenta de lo mucho que había escrito y lo poco que había tenido en cuenta esa faceta mía. A partir de entonces, el cuerpo no he dejado de pedirme poesía y no he dejado de sentirme afortunada por ello, ya que la inspiración me parece un proceso mágico a través del cual la inquietud se convierte en serenidad y el desconcierto en alivio. En cierto sentido, podría decir también que mi escritura surge del dolor y es una manifestación que me libera.

Mi sensibilidad me ha hecho ser extremadamente permeable a todo tipo de situaciones y emociones, creo que percibo rasgos muy sutiles de mi entorno y vivo de manera muy intensa todo lo que ocurre a mi alrededor, de ahí que la escritura me sea de gran ayuda como terapia para plasmar todo aquello que no logro entender ni interpretar de modo racional. Se trata de un vuelco creativo que nunca deja de sorprenderme, de un rasgo definitorio de mi personalidad que se ha convertido en algo esencial; sin escribir, simplemente no sería yo. La escritura es mi aliento, mi vida, una experiencia totalmente imprescindible, me resulta más necesaria que comer.

Mi publicación más reciente en solitario ha sido 94 lunares, ed. OléLibros, Según Elga Reátegui en el prólogo: “…poemario intenso, caótico y arrebatado donde muestra a pecho abierto la libertad y la satisfacción de amar a su modo, con su terca entrega y pasión desbordada (…) La poeta imagina y recrea a su antojo a partir de experiencias que pueden o no ser propias, pero que expone con tanto realismo e intensidad, que nos creemos y sentimos todo lo que comparte”.

Por otro lado, compartiendo espacio en antologías junto a otros escritores, he publicado más de veinte relatos, con los grupos Generación Bibliocafé y Valencia Escribe, y con la editorial solidaria Vinatea, Treinta Mujeres Fascinantes en la Historia de Valencia y Mujeres en construcción (perdonen las molestias). Formo parte de la Plataforma de Escritoras del Mediterráneo y durante 2020 he publicado en la antología Creadoras Mediterráneas Modernas y Contemporáneas (con un breve ensayo sobre Zenobia Camprubí), en los dos volúmenes de VisiBiliz-Arte (mujeres en el arte y mujeres pintoras) y en el libro número veinte de Generación Bibliocafé,  2070: Relatos líquidos. En el blog Proyecto Metamorfosis (la palabra puede cambiar el mundo), he publicado algunos artículos breves de filosofía.

Acepto encantada todos esos retos colectivos y disfruto muchísimo con el encuentro y el aprendizaje gracias a otros compañeros, ahí la creación se convierte en un juego porque has de atenerte a los temas, la extensión, etc.,  sin embargo lo que me nace porque es aquello que llevo impregnado en la piel es la poesía y a ella dedico mis momentos más íntimos y personales, ahí es donde se encuentran todos mis gritos silenciados y mis suspiros.

 

Fragmento de un relato inédito:

          Sé que no me quieres porque nunca me acariciaste sin motivo, nunca nos miramos con complicidad en medio del gentío, nunca se entrelazaron nuestras manos bajo la mesa de un restaurante, nunca apretaste mi muslo en medio de una comida familiar, nunca se te notaron las ganas de besarme sin motivo alguno. Pacientemente soporté la espera, ingenua y ciegamente. Creí que lo tenía todo contigo y no tenía nada. Quise creer que esa era la forma en la que tú querías, que a lo mejor no sabías querer de otra manera, que así querían los tíos muy machos… qué sé yo cuántos consuelos absurdos.

            Me esmeraba en no enfadarte y dejabas bien claro que odiabas que te dijera que te quería, pero yo intentaba hacértelo saber de todas las formas posibles. Tenía confianza, confiaba en que mi insistencia tendría recompensa, me decía a mí misma que tenía que ser paciente, que el agua acaba horadando la piedra y que, del mismo modo, mi ternura acabaría calando en tu pétreo corazón. Me decía a mí misma que me querías, pero que no sabías demostrarlo… esperando que tus ojos negros me quisieran mirar de otro modo algún día.

                        Y no sé cómo ha ocurrido, la verdad, pero te juro que no ha sido premeditado ni nada de eso. Creo que un día sin más me levanté y mientras daba vueltas y más vueltas al café con leche, se me fue volando la cabeza al ritmo de la cucharilla y me vi de repente contemplando el cielo por la ventana de la cocina y conforme se movían las nubes fui escribiendo mentalmente lo que de verdad sentía.

No iba a saber cómo hacerte ver que lo nuestro tenía que acabar porque tú no me querías, porque en realidad nunca me habías querido. Te habías acomodado a mis piernas, a mis manos y habías echado raíces en mi ropa, pensando que cada vez que me vestía un pantalón, una falda, una camisa, te llevaba conmigo. Y es por eso que hoy encuentras mi armario y mis cajones vacíos, y por lo que estarás leyendo (supongo) estas hojas que dejé sobre la mesa. Porque no me atrevía a decirte nada cara a cara, que ya sabes que me aterrorizan tus ataques de mal genio, pero como ves, es algo que viene de lejos. Que creo que tampoco te extrañará tanto, vamos, que digo yo que a lo mejor me echas un poco de menos, pero que se te pasará seguro en poco tiempo…, teniendo en cuenta que no me quieres, que nunca me quisiste, y que en el fondo eso es algo que vas a reconocer, aunque te joda.”

 

Poema inédito

 

Qué somos… 

 Dos soledades

que se encuentran,

dos soledades,

eso somos.

Dos miradas

en pausa,

dos corazones

con sed de agua,

dos amantes

en expectativa

de que llegará el momento

de una entrega

entre las sábanas.

Dos cuerpos

repletos de dolores intensos

que cavaron grietas

en las dobleces del alma.

Dos pieles

cuajadas de nervios

a la espera

del aluvión gratuito

de caricias robadas.

Dos pupilas dilatadas

ebrias de pasión y duelo.

Dos iris hambrientos

en perpetuo estado

de atrevimiento.

Diez huellas dactilares

entrelazadas.

 

 Relato publicado en la antología ¿Cuánto pesa un libro?, Generación Bibliocafé, abril 2017


A solas 

He mantenido la habitación en penumbra. Abrí los ojos esta mañana, pero no quise despertar. Me aferré a la almohada para ver si aún reposaba allí tu recuerdo, o tu olor, algún rastro de ti, algo tuyo. No desayuné ni siquiera. Sabes que no puedo ponerme en marcha si no desayuno. Pero, hoy no voy a salir a la vida hasta que mis lágrimas se sequen solas.

Pasaron las horas y no amanecía. Había salido el sol, eso era cierto, pero nada parecía indicar que se acercara un nuevo día. Todo permanecía igual, todo era lo mismo. Decidí no amanecer yo tampoco. Dormitaba a ratos, sollozaba, mantenía la mirada fija en ningún sitio. Intuí una claridad amenazante a través de las rendijas de la persiana. Pero, hoy mis lágrimas van a secarse en soledad.

En soledad digo, ¿lo entiendes? Que no voy a llamarte, ni escribirte, ni arrastrarme como tantas otras veces. Que voy a resistir aquí, parapetada entre las sábanas que cobijaron tanto despropósito, tanta desazón, tanta locura. Que sacudiré la cama tantas veces como haga falta, para esparcir el calor de tu pasión por el ambiente y respirar ese aire contaminado de ti hasta que me ahogue. Porque hoy voy a secar, por fin, mis lágrimas.

Que no es responsabilidad tuya. Que ya me dejaste claro que te marcharías cada día que estuvieras conmigo. Y tuve que acostumbrarme a esa oscuridad. Ese hueco profundo que se producía cada vez que cerrabas la puerta y yo volvía a sentir que realmente solo era un entretenimiento para ti. Y, al fin y al cabo, se supone que ya soy una adulta y que no debería engancharme a un tío tras otro, que debería convertirme en mi mejor amiga. Hoy voy a dejar que mis lágrimas se sequen y no tomaré decisiones hasta que esa sequía me alcance toda.

No escribiré, no te nombraré ni dejaré tu huella en mi literatura, no serás mi inspiración nunca más, no quedarás plasmado en mis páginas lo mismo que has hecho en mis emociones. No querré tenerte en mi recuerdo ni hallarás el honor de entreverte esculpido por mis palabras. Voy a renunciar a las letras que hablan de ti por autoprescripción facultativa, voy a intentar sobreponerme, voy a salir de este encierro de escritura dañina en el que había sucumbido porque todos mis poemas eran tú.

Venías a verme, yo me ilusionaba, me abandonaba a ti y permanecía entregada a esa utilización interesada que hacías de mí, de mi energía, de mi voz, de mi cuerpo. Te empeñabas en que te recitara. Siempre querías escucharme antes de hacerme el amor, o mejor dicho, de follarme. Eso era algo que me encantaba. Más que el sexo aún. Había mucho más morbo, me recorrían mucha más inquietud y estremecimiento cuando te detenías a oírme que cuando me penetrabas. Fumabas. Entornabas un poco los ojos como entrando en trance y movías levemente la cabeza al ritmo de la música de mis poemas mientras el humo del cigarro maltrataba tu iris verdoso. Te acariciabas la perilla y me lanzabas miradas de deseo que yo recogía y transformaba en acordes y rimas repletos de voces rotas. Whisky y deseo. Yo, antes de conocerte, odiaba el whisky. Después, lo convertiste en un elixir imprescindible. De nuestras citas y de tus ausencias.

Palabras, lágrimas y whisky. Al final he tenido que regarlas con algo. No había tomado nada en todo el día y dicen que, por lo menos, hay que hidratarse. Pero, en definitiva, creo que acabarán por secarse, de un modo u otro. Mis lágrimas, digo.

Otro whisky y volveré a la cama. No he encendido el teléfono, no he abierto la ventana. Ojalá se haya hecho ya de noche y pueda alardear del triunfo de haber sobrevivido un día sin ti. Con reparo, suavemente, repaso mis párpados y mis ojeras con la yema de los dedos para comprobar que la humedad persiste. Desconocía que aún estuviera llorando, pero al parecer, se me está resistiendo el sentimiento. Un sentimiento que desconocía, pero en esta sombra gris y fría de hoy, tu figura se me desdibuja. Comienzo a pensar en que, la última vez que te marchaste al ponerse el sol, apenas me habías besado. Simplemente te abalanzaste sobre mí con prisa, de modo salvaje, con esa transformación que a veces te poseía y que yo solía confundir con apasionamiento, cuando no con amor. Tal vez uno. Quizá sólo me diste un beso fugaz en el cuello en el transcurso de aquel par de horas de feliz desdicha. Porque eso eras para mí, felicidad fingida, consuelo momentáneo, ilusorio, aunque con consentimiento, todo poesía.

Y ahora he querido, por fin, llorar a solas. Purgar todo ese veneno que me diste y dejar tiempo para que se sequen las lágrimas. Aunque sé que todo este concienzudo propósito tan solo me durará hasta el momento en el que de nuevo llames a mi puerta.

 Alicia Muñoz Alabau

94 Lunares (Olelibros)

martes, 8 de diciembre de 2020

Almudena Villalba Organero: El arte consiste en extraer belleza del fango

 

Almudena Villalba Organero


En esta ocasión nos visita en el blog Almudena Villalba, Deni, que nos cuenta  cómo fueron sus inicios con las letras y la escritura creativa:
 

Siempre he tenido mucho interés por la literatura, desde el punto de vista de lectora. Leía constantemente, por ello estudié filología hispánica. El paso a la escritura lo di cuando caí enferma y tuve que buscar un refugio, un salvavidas para sobrellevar el dolor. Me animó mi familia y comencé a participar en concursos por internet, me sorprendió la acogida, quedé finalista en varios e incluso gané alguno de ellos. A partir de ahí, conocí a escritores con los que compartí varias antologías. El año pasado una editorial, Tepublicamos, contactó conmigo y me editó mi primer libro de relatos : «Narrando hasta la orilla». El título no fue elegido al azar. La escritura me salvó en aquel momento y ahora se ha convertido en motivación, terapia, alegría, empoderamiento y satisfacción. Me gustaría compartir el prefacio del libro, para que comprendáis lo que significa para mí la escritura.

 

PREFACIO

NARRANDO HASTA LA ORILLA

Lo que debo hacer, lo que hago, lo que me duele el brazo, lo que lo ignoro, lo que me callo, lo que me exijo, lo que me exigen, lo que lloro, lo que aguanto; y un día me levanto alzando con mi cuerpo el dolor del mundo.  Sueño que un abrazo, una palabra, un beso serán capaces de aliviarlo cada mañana. Que esa sonrisa impostada, que devuelve el espejo, brotará libre de la tristeza que se esconde tras ella; para luego preguntarme ¿por qué a mí? Y acto seguido rescatar del baúl, escondido en el desván de un bienestar apenas visitado, los buenos momentos, los verdaderos amores y lo que todavía me gustaría hacer o descubrir. Y esto para no morir cada día…aunque sigo muriendo y no sé por qué. El cuerpo me aprisiona, me aplasta con la pesada zarpa de la incapacidad.  No puedo vivir en esta jaula creyendo que lo que está encerrado es el mundo. Rompo las cerraduras de la cárcel que me ciega con una pizca de lucidez y salgo a buscar respuestas. Se inicia un peregrinaje ante señores de batas blancas para, por fin, bautizar al mal que me acompaña. «No tiene cura», cae la sentencia abrupta, sin bálsamos ni vaselinas. La mente, lo único que flota libre y sin cambios, se envuelve de una negra bruma. Quizá han pasado doscientos años, los mismos que tiene mi nuevo cuerpo, hasta que llego a la siguiente conclusión: «No es lo que pase sino cómo lo afronte. No es lo que quiera sino cómo lo quiera. No es lo que tenga sino cómo me sienta». Así que empiezo a olvidarme de lo que me ocurre para centrarme en cómo lo vivo.

Los lazos mágicos que han tejido el éxito de ese pensamiento no han sido otros que los abrazos, la paciencia y la comprensión de los que me rodean. Eso sí, estoy enfadada con el mundo, con la suerte, con los dioses, cualesquiera que sean. Le escribo una carta a la salud, la única diosa hasta el momento conocida por mí, y que me ha defraudado:

  

CARTA A HIGÍA


«Me abandonaste. Nunca comprendí por qué la gente te deseaba en sus dichos y canciones, incluso antes que al dinero o al amor. Ahora ya lo sé, no te valoré lo suficiente. Todopoderosa, te desafié creyéndome protegida con mi armadura de carne, huesos y piel. Me dejaste desolada y perdida. Secaba mis lágrimas con el reverso del pesimismo, y con el anhelo de la remisión alimentaba la esperanza. 
Durante el duro camino de la asimilación me acompañó un macuto repleto de incertidumbre que, cada vez más cargado, me intimidaba y me hacía tropezar. Cuanto más caía, más añoraba tu regreso.
Me dejaste a merced de la enfermedad. Intenté resistir, pero su azote de dolor doblegó mi voluntad. Me acostumbré y comencé a quererla. Con ella aprendí a pasear en vez de correr, a ver en lugar de mirar, a escuchar además de oír. Me enseñó a valorar el placer de un abrazo, el alivio de una ayuda, el sonido de mi risa, la compañía de un ser querido. Y ahora, anestesio el sufrimiento para empaparme de vida.
Te remito estas palabras para que sepas que contigo quizá fui más feliz, pero con ella, y solo con ella, he encontrado la inspiración.

Remitente: Luchadora
Destinatario: Salud Perdida
Calle: Adaptación, 10
100X100 SUPERACIÓN»

 

El pasado, el presente y el futuro son incompatibles. No puedo pretender vivirlos a la vez. Me he entristecido muchas veces recordando lo que no puedo hacer; pero inmediatamente, he recurrido a lo que sí hago, e intento hacer bien. De esa manera paso de la frustración al orgullo, y escribo por dos razones: para llorar y para no llorar.

El arte consiste en extraer belleza del fango, algunos lo llaman:

RESILIENCIA

«Acompaño al ritmo de mi mente el despertar cansino de este cuerpo anciano.
Empujo unas piernas, que arrastran pasos de duendes escondidos,
tras la mueca de mis labios, que simulan sonrisas, no molinos.

Alcanzo, con ensayados trazos de soltura, un bote, una taza, una locura…
que ahuyenta con un pinchazo su propósito, me recuerda que debo tomar las medicinas.
 

Cimentados los miembros de mi maltrecha armadura, agarro la energía como un rayo de luz en la negrura.

Y aliento sueños en un solo día, de momentos, de pequeñas vías de triunfos y laureles en corona de espinas».

Textos (Introducción, carta y poema) seleccionados para la antología "Relats" que organizó AVAFI (Asociación Valenciana de Afectados de Fibromialgia) 

 

Mi objetivo: coronar mis momentos con más laureles que espinas, no perseguir sueños imposibles; sino que mis imposibles se conviertan en metas, porque cuando envejecen nuestras ilusiones se nos arruga la vida, y la vida no es esto o aquello, la vida, simplemente, ES.

 

Reproducimos a continuación dos Microrrelatos de Almudena Villalba Organero:

 

CARNE FRESCA 
¡Qué sangre fría! Apenas han pasado veinticuatro horas desde su muerte y nada ha cambiado para ella. La odio. «No soy tu enemiga, Diana. Soy tu madre. Sal, conoce gente y libérate. ¿Cuánto te declararás a ese pastor que cada noche besas en secreto? No vivimos de pan, sino de carne joven, jugosa y palpitante. La virginidad te está amargando. Corre ahí fuera y disfruta. Tu vida es eterna y de ti depende que sea dichosa o desgraciada. Toma el arco y caza algún venado para cenar». 
Alcancé el bosque y corrí sin mirar atrás. Sus palabras me perseguían sembrando la duda. Germinando la tentación. Me sumergí en las cristalinas aguas del rio, desnuda. Un bautizo de paz. Al salir, allí estaba. Petrificado mirando mi desnudez. Cuando tomé el arco, ni siquiera se movió. Mi flecha envenenada acertó de lleno en su corazón. Le despojé de la ropa mientras pronunciaba el ancestral conjuro. Lo arrastré de vuelta al hogar. Contenta, mi madre saboreó la carne fresca de un delicioso venado.

 RUTINA 

 Gasto tanta energía durante la jornada laboral que el resto de la tarde no es más que una suma de tareas rutinarias que me distraen hasta la hora de dormir. ¡Quiero hacer algo con mi vida! ──decidió Amanda──. Acto seguido, cogió el teléfono móvil y marcó el número que había resultado de juntar la edad de cada uno de sus padres, la suya propia, su número de la suerte y las dos últimas cifras del año actual. Esperó dos tonos, tres, cuatro... ¡Menuda tontería! ¿Quién va a contestar? ¡Estoy como una cabra! ── pensó──. Lanzó el móvil sobre la mesa y se fue a la cocina para preparar la cena. Cuando estaba ultimando el guiso, sonó el timbre del teléfono. Se quedó atónita al comprobar que el número que aparecía en la pantalla no era otro que el que ella misma había marcado. Llamada entrante...Tiembla:

── ¿Dígame?
── Amanda ¿eres tú? 
── Sí, soy yo ¿Quién habla? 
── Esperaba tu llamada. Has tardado en decidirte muchos años.
── Pero. ¿Quién eres? ¿De qué me conoces?
── Tranquila Amanda, no te asustes, no soy más que tu inspiración.                                                      

Biografía literaria:

Antologías:

Con el grupo Charca LiterariaApagué la luz, La fiambrera, Perlas en la charca, Diez voces en un libro.

Con el colectivo Valencia Escribe: El tiempo y la vida, Cuentos de las estaciones, A punta de relato, Relatos con banda sonora.

Con Diversidad Literaria: «Erotismo en estado puro, Porciones del Alma, Luz de luna, Tragedias poéticas, Versos desde el corazón, Sensaciones y sentidos». 

Seleccionados en sus antologías: 101 crímenes de Valencia con Vinatea editorial.   Mujeres en el arte, dirigida por Esther Tauroni. Vientos para una pluma de editorial acen (seleccionado en concurso). Con Ediciones de letras en su antología «Aforismos». Seleccionada en la antología «Relats» del concurso de Avafi (Asociación Valenciana de fibromialgia)

Primer premio del público y finalista del jurado en Club de escritura Fuentetaja, con Ángel, publicado en la antología Letras contra la pobreza y la exclusión social. Sobre esta obra (Ángel) existe el cortometraje  homónimo seleccionado en varios certámenes y Primer premio de Atlanta. Primer premio con el relato Promesa de fuego en el VI concurso literario José Ferrer ESCLAFIT de la falla Els Chuanos, publicado en su libro de fiestas en Alicante.  Dos relatos publicados en los libros de fiestas de Náquera.

 Mi primera antología de relatos en solitario «Narrando hasta la orilla» me la público la editorial Tepublicanos.