miércoles, 26 de febrero de 2020

Margarita del Brezo: Necesito ordenar las palabras que se cuelan en el carro de la compra



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Nos visita esta semana en el blog de Nosotras una autora vallisoletana, Margarita del Brezo, psicóloga de profesión, residente en Ceuta, y apasionada del género de la literatura breve; a la que agradecemos los micros que nos envía, así como su generosidad para acercarnos a su proceso creativo, a la naturalidad con que vive esa inspiración que, partiendo de lo cotidiano, puede surgir desde cualquier lugar. Pero dejamos que sea ella, como buena cuentista, quien nos lo cuente:



Empecé a escribir de forma oficial en 2014. Oficial significa que me presenté a un concurso en el que tenía que contar una historia con no más de 100 palabras. Entonces apenas había oído hablar de los microrrelatos y me pareció algo curioso y divertido. Gané. Y me entró un cosquilleo por los pies que no me dejaba dejar de bailar. Entonces, para intentar convencerme de que a lo mejor no pasaba nada por probar otra vez, recordé las veces que me habían animado a escribir algunos destinatarios de mis cartas y emails. También rescaté una cuenta polvorienta de twitter, que una amiga me había abierto años atrás porque oí que ahí también escribía la gente. ¡Tan pequeño!, recuerdo que pensé. Seleccionaron uno de mis tuits para publicar en un libro. Y a punto estuve de comprarme unos zapatos de claqué.
Quiso la suerte, y mi pericia para navegar por las procelosas páginas de Internet, que conociera una web que significó un antes y un después en esta afición mía de escribir: «Cincuenta palabras». Durante algunos meses leí todos los relatos (de cincuenta palabras exactamente) que publicaban convencida de que yo no sería capaz. Hasta que hilé uno —muy malo—, lo envié y Alex Garaizar, el timonel de la web, lo publicó.
Fue mi primera vez. Recuerdo que, además de bailar, canté.
Detrás de ese, vinieron más. Y el aprecio y la ayuda de otros que, como yo, nos reuníamos allí todos los días para leernos y comentar.
Después fui soltando manos, no afectos, y empecé a caminar sola y a presentarme a otros concursos con más o menos fortuna. Hasta hoy.
Mi mayor fortaleza es la imaginación. Creo. ¿Pero qué ocurre? Que pongo la casa perdida con tanta imaginación y me riño porque luego me paso el día limpiando y entonces no me queda tiempo para escribir.
Mi mayor debilidad: mi inconstancia, que rima con inconsciencia, también.
No sabría decir exactamente desde cuándo escribo. Creo que casi desde que aprendí. Recuerdo que escribía muchas cartas a familiares o amigos; de hecho una de las cosas que más me gustaba de la Navidad era que había que escribir la carta a los Reyes Magos y un montón de postales a los tíos que vivían lejos. Supongo que entonces ya me ocurría lo mismo que ahora pero no lo sabía aún. Y es que necesito ordenar las palabras que fluyen del grifo de la bañera, las que se instalan a vivir sin permiso en la nevera, las que duermen debajo de mi cama y las que se cuelan en el carro de la compra, en los bolsillos del abrigo, o por debajo de la puerta.
¿Cómo escribo?
Siempre en papel, con bolígrafos de colores. Cuando una historia se me atraganta, cojo otro color.
A veces una idea me ronda durante días hasta que intento ponerla sobre el papel y no se deja. O sí. Todavía no he descubierto de qué depende.
Otras veces es la historia la que me escribe a mí. No tengo ni idea de lo que voy a contar. O en plena ebullición argumental, veo algo que me gusta más y lo cambio y nada tiene que ver con la idea original. Soy fantasiosamente infiel.
Escribir es algo así como bailar: nunca sabes la música qué van a poner.

EL FOTÓGRAFO

Como cada tarde desde hace tiempo, acudirá al casino con su cámara colgada del cuello. La encontrará sentada donde siempre, con su pelo del color de la mantequilla rancia cayéndole por la espalda y los ojos inmóviles sobre la diminuta bola que salta impulsada por el giro vertiginoso de la ruleta. Se acercará ocultando su decepción bajo la moqueta deslucida, de un rojo desapasionado, y le disparará desde varios ángulos para inmortalizar el momento. Después regresarán juntos a casa, limpiará su fracaso con la punta de los dedos y pondrá sobre la mesa una sopa caliente que ella tragará desganada antes de acostarse. Él descargará entonces las fotos en el ordenador y, tras mirarlas todas varias veces, elegirá una. Subirá el tono y bajará la saturación, pondrá un filtro cálido en sus manos vacías, retocará sus ojeras y, con el pincel más fino, delineará en sus labios una sonrisa con aromas de primavera. Hasta que los primero rayos del alba que se cuelan por la ventana como un silencioso ladrón revelen que un día más ha perdido el tiempo. Pero no se desanimará. Al caer la tarde apostará de nuevo por la mujer que le roba el sueño.

1.er premio en el I Concurso «Nueva Vida». Asociación de Jugadores Rehabilitados Nueva Vida. Villena.


AL FINAL DEL CUENTO

—Voooy —grita desde la habitación en cuanto huele el café recién hecho. Y se apresura por el pasillo dejando a su paso un inconfundible olor a madera recién lavada.
Sentado a la mesa toquetea su nariz, como siempre que se impacienta. Ha vuelto a cortarse con la cuchilla de afeitar y unos minúsculos granos de serrín se desprenden de la herida abierta y caen sobre el mantel.
Geppetto termina de untar como puede las tostadas y, afligido, se pregunta una y otra vez quién le podará las ramas que le brotan en el pecho cuando él ya no esté.

Accésit III Concurso de microrrelatos Biblioteca de Godella


MAGIA

Supo que había conseguido su mejor número de magia cuando en la grada vacía sonaron los aplausos.

Primer premio. IV edición del Certamen de «Tuitrelatos» de Hortanoticias. El Puig (Valencia)



PELÍCULA SENSIBLE

Siempre me ha gustado esta fotografía, tiene algo que no sé explicar. Al fondo, mis hermanos juegan al fútbol y celebran ruidosamente cada gol que marcan entre dos troncos alineados que simulan una portería. Mi madre ojea una revista en la esquina inferior izquierda y yo aparezco en el centro haciendo muecas al objetivo.
Los días de lluvia todos corremos al coche a refugiarnos, incluido mi padre, que tapa la cámara con sus grandes manos para que no se estropee; la imagen queda entonces vacía a la espera de que escampe y la habitación huele a hierba recién cortada. Con el buen tiempo siempre aparece algún chico nuevo que suele ponerse de portero. Pero cuando más me gusta es en otoño: los marrones pierden su crudeza y en el pelo de mi madre aparecen cálidos reflejos dorados. Lo malo es que se caen las hojas de los árboles y tengo que soplar de vez en cuando para que se nos vea.

Finalista en el V Concurso de microrrelatos La Microbiblioteca

Margarita del Brezo
Algunos premios
1.er Premio:

XI Concurso de relatos de viajes Moleskin; IV Certamen Literario «Agenda Creativa 2016» Índigo Crea de Valladolid; en VI Certamen de tuits de amor y desamor de Almuñécar;  I Concurso de Relatos Mar Menor;  I Certamen provincial de microrrelatos «100 palabras para la igualdad» de Manzanares;  III Concurso de microrrelatos La Volandina. «Mujer e igualdad de género» de Llanes;  I concurso literario Camp de Turia.

2.º premio:

X concurso Universos mínimos;  I Certamen de Relato Breve "Dale un giro a tu vida". Colegio Oficial de Psicólogos; VII certamen de microrrelatos San Silvestre Salmantina.

Varias veces finalista en el concurso de Relatos en Cadena de la Ser, en el Microconcurso de La Microbiblioteca y en el de Microrrelatos sobre Abogados.


Enlace a mi blog:


jueves, 20 de febrero de 2020

María Posadillo: Mi aventura literaria no empezó para ser leída sino para aprender a escucharme



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La autora invitada de esta semana en el blog es María Posadillo, a la que le gusta moverse en el ámbito de la microliteratura, en el que la agilidad de su pluma va acorde con la profundidad de lo que expresa. Es un gustazo poder contar con ella ya que, a pesar de la distancia física, resulta una persona muy cercana. De hecho, una tiene la impresión, cuando María nos habla de su proceso creativo, de verse reflejada en sus palabras, tanto desde la óptica de quién escribe, como la de quien lee. Pero dejemos que sea ella quien mejor nos cuente como vive su proceso creativo:

Hace mucho tiempo, descubrí que un libro puede ser un mal maestro del que solo recuerdas el aspecto que tenía, mientras que, otras veces, te regala una historia que te agita y graba a fuego sensaciones que permanecen toda la vida. Leyendo, entendí la fuerza que tienen las palabras y quise aprender a manejarlas. No hay nada más poderoso.

Escribir no me convierte en escritora, tan solo pone a prueba mi capacidad para llegar a tocar la sensibilidad de quien me lee. Se puede escribir para un lector que te encuentra por casualidad, para alguien que se sabe interpelado, o incluso para una misma. Mi aventura literaria no empezó para ser leída, sino para aprender a escucharme. Y me he oído tan alto y claro en mis textos que ya no me entiendo sin ellos. Escribo porque, de todas las maneras en que soy capaz de expresarme, esta es la que me hace sentir más libre. La imaginación coloca a mis personajes en el lugar que quiero, y así es como se proyectan los miedos, la rabia, la esperanza... Así es como, a veces, deseamos ser otros, o como, en tantas ocasiones, reflejamos quienes somos de verdad.

El estilo es algo que se va forjando en cada proceso creativo. No importa si se adentra en el género de terror, en el relato histórico o en la fantasía; tampoco si de repente me encuentro nadando en medio de la prosa o entre versos. Al final, el objetivo es dar vida a historias que nacen de la nada.

En el microrrelato es donde me siento más cómoda porque me resulta un formato muy estimulante; me invita a mezclar ingenio, rapidez, giros, y lanzar un golpe de efecto que ningún otro texto me permite. Sin embargo, las narraciones más largas también tienen su encanto, porque te llevan explorar un lenguaje más reflexivo y estudiado. Es un trabajo más pausado en el que no dejas de aprender. Solo cuando escribir se vuelve una necesidad personal, la prosa se vuelve poética. Es un recurso que te da la posibilidad de perderte en el caos, y a veces eso es todo lo que uno necesita para crear. Si, al final, el destino de lo que escribimos es llegar a alguien, llegará. La literatura es como el amor, un flujo incesante de emociones que van desde quien escribe hasta un lector que es capaz de devolverte cada una de ellas en forma de eternidad.
Pero, ¡ay! ¡Lo eterno es tan efímero en nuestro tiempo!



Uvas con queso

Vine al mundo junto a una vid, una tarde de cosecha. Mi padre me dio un apellido de rancio abolengo, y mi madre unos ojos verdes como aquella fruta que recogían los temporeros. Crecí llena de virtud, vigilada por institutrices que me educaron para mantenerme firme en el cortejo, cuando mi cuerpo candoroso se transformó en el objeto de las miradas de atrevidos caballeros. Mientras mi pudor esperaba paciente la recompensa del amor verdadero, mis mejillas se arrebolaban al paso de los jóvenes braceros que trabajaban el viñedo. Madre entendió mis inquietudes y me entregó la receta para sosegar mi agitación. Me preparaba para mi paseo diario un racimo de uvas frescas y un pedazo de queso y, como anunciando el secreto de un hechizo, me susurraba: "Saben a beso".
No probé jamás manjar más sabroso, y durante mucho tiempo deleité mi paladar con tan acertado sustituto. Pero quiso el destino que una tarde de verano olvidara las viandas y me tropezara con el hijo del capataz. No narraré lo que entonces aconteció, más confieso que aquel día se quedó sobre la mesa de la cocina, además de mi merienda,  la mentira piadosa de mi madre.

                 Microrrelato ganador del I Concurso de Microrrelatos Ojos Verdes Ediciones

Quemada

Un curioso cambio se está gestando en mamá desde hace unas semanas. El aburrimiento ha hecho que le crezcan telarañas en los párpados, y la tensión de su cuerpo reverbera en sus tacones, que dejan al andar pequeños agujeros en el suelo donde jugamos a las canicas.
Todo hace sospechar que se ha vuelto alérgica a la atmósfera que se respira en casa. Primero fueron esos estornudos que escupían palabras a velocidad supersónica y se clavaban en las paredes; después llegaron sus extraños golpes de tos. A cada beso de papá, tose tres veces y, cuando parece estar a punto de ahogarse, expulsa por la boca una mariposa que escapa volando.
Esta mañana, mientras calentaba el café y el pan, observamos que era su cabeza la que empezaba a echar humo. Los pelos se le han puesto tan de punta, que ha tenido que salir corriendo para que la vecina le sujetara esas ideas que se le habían enredado en el cabello. Se ve que la laca no ha servido de mucho, porque de pronto mamá ha aparecido toda desmelenada, anunciando que se iba a tomar el aire. Algo huele a chamusquina en nuestro hogar. Y no son las tostadas.


Microrrelato finalista del Concurso de  la web ENTC y publicado en la antología Claroscuros 2018




María Posadillo

Cordobesa afincada en Málaga desde hace dieciocho años. Licenciada en veterinaria y, aunque enamorada de las ciencias, hace tiempo que descubrió en las letras su verdadera vocación Ganadora del I Certamen de Microrrelatos «Villacañas 3 minutos», del Ayuntamiento de Villacañas (Toledo), IV Certamen Madrid Sky, III Concurso de relatos "Románico digital", del II Certamen de relatos fantásticos y de terror de Sants, III Concurso de relato breve "Tono Escobedo" en la categoría "Caridad", III Certamen Internacional de Cartas de Amor de Holiday Rural, I Concurso de Microrrelatos de Ojos Verdes Ediciones y del I Certamen de Microrrelatos del Hotel Meridional.
Finalista en el Certamen de relatos Universidad de Córdoba 2019, Certamen Internacional Cuentamontes de Cuentos y Relatos de Montaña 2018, II Concurso de relatos cortos Madrid Sky, V Certamen de microrrelatos "Leonardo Barriada", III Certamen de relatos históricos "Francisco Gijón", IV Concurso de microrrelatos "Lola Fernández Moreno", Concurso de microrrelatos "Fundación Camilo José Cela" 2015, I Concurso de Relatos de Sorihuela del Guadalimar, Concurso "Purorrelato" de Casa de África 2015, III Certamen de microrrelatos "Sucedió en la feria", III Certamen Literario "El Secreter" II Certamen de Relatos "Por aquí pasa un río", del Ayuntamiento de Córdoba; V Certamen de Microcuentos Fantasti'cs ; "Calabazas en el trastero", de la Editorial Saco de Huesos, I Premio de microrrelatos de terror Hipujo. Accésit en el I Certamen de microrrelatos "100 Palabras en el metro".
Además de la publicación de estos relatos, otras historias han visto la luz en papel tras ser seleccionadas en el I Certamen de Relato Breve "A qué sabe Cantabria", convocado por el Parlamento de esta comunidad; en el I Certamen de Microcuentos "99 crímenes cotidianos y un responso", de La Pulga Editorial; I Certamen de Microrrelatos "Solsticio de Invierno", de la revista Diván del Escritor; V Certamen de Microrrelatos de cine "Arvikis Dragonfly", de Ediciones Cardeñoso; así como algunos poemas y relatos que forman parte de Antologías editadas por otras sociedades literarias. ( II Antología poética "Versos al aire", "Antología de Microrrelatos Otoño-Invierno" y Antología erótica "Sensaciones y Sentidos 2014" de Diversidad Literaria y II Antología Erótica de Microrrelatos, de Ediciones de Letras)







miércoles, 12 de febrero de 2020

Amparo Montejano: Siguiendo los pasos de Lovecraft


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Damos la Bienvenida en el blog una autora polifácetica, conocida sobre todo dentro del género fantástico y de terror, Amparo Montejanodirectora de la plataforma Circulo de Lovecraft. Abrimos la entrada con uno de sus cuentos, un "pastiche" (recurso literario que consiste en tomar un cuento de un autor y, respetando base y estilo, crear uno nuevo) a partir del  famoso cuento de Lovecraft Los sueños en casa de la bruja.


El retorno de la bruja[1]      

Cuentan que Edward, en poco o nada se asemejaba a su mellizo; ni en el físico, ni en la indeleble esencia de superación, trabajo y estoicismo que tanto añoraban los malogrados padres de Walter. ¡No!, ¡en nada!
Mientras Walter crecía redondito y patoso como los frutos que dan las vainas de las habas negras, inmerso en la oscura languidez de un alma apocada y retraída, el locuaz Edward se desarrollaba espigado y atlético, símil a las varas copiosas de los almendros sobresalientes de los tapiales encalados del jardín de su abuelo Alfred el disipado, llamado así por engrosar la extraña lista de habitantes desaparecidos dentro de la costera localidad de Innsmouth.
Y en tanto Walter se sumergía entre toneladas métricas de crípticos volúmenes matemáticos sobre álgebra, geometría analítica, física cuántica, leyes exponenciales y demás, Edward se sumía en el caos sucio de una vida desordenada y ociosa, en la que tan sólo el alcohol y el conocimiento en profundidad del cuerpo femenino parecían despertar su malsano interés.
Con el tiempo, Walter halló la recompensa a su esfuerzo denodado: una beca con la que podría doctorarse en geometría no euclidiana en la prestigiosa Universidad de Miskatonic; por contra, Edward halló trabajo de ayudante de tabernero en una de las muchas cantinas que conformaban los pútridos suburbios de Haverhill.
El correo entre Walter y su familia distaba mucho de ser profuso: apenas un par de epístolas mensuales; las suficientes para que Dorothy y Thomas Gilman se mantuviesen al corriente del aplicado transcurrir de la vida universitaria de su hijo. En la última de sus cartas de mediados de enero— Walter les informó de su deseo de mudarse; cambiar el cuarto en la residencia de estudiantes, por otro más barato situado en un ruinoso altillo abuhardillado ubicado en una de las zonas más legendarias y emblemáticas de la ciudad (atravesando el río en dirección noroeste); al parecer, el motivo era el hallarse inmerso en el estudio sobre las propiedades espaciales y su correlación con los mitos oscurantistas paganos de la vieja Arkham. Ni que decir tiene que aquella idea sorprendió preocupantemente a los Gilman, que no tardaron en remitirle una carta aconsejándole que no lo hiciese; mas, a partir de aquel momento, dejaron de recibir correo alguno. 
Pasados unos meses, en concreto a primeros de mayo, la increíble noticia de la muerte de Walter llegó acompañada de sus restos, embutidos tras la coraza de un gravoso ataúd de hierro, costeado a tal efecto por el patronato universitario y el propio consistorio de la ciudad.  La causa oficial de la muerte fue que, al parecer, y desde hacía algún tiempo, el muchacho se hallaba aquejado por extraños y gravosos episodios febriles que, junto a otros síntomas asociados, habrían terminado por roerle el maltrecho corazón. 
Aquello rompió el alma de unos padres desconsolados; sabían de la obsesión que su hijo tenía por los estudios, pero no imaginaban que la búsqueda del conocimiento pudiese haberlo conducido hasta la mismísima gruta de las tinieblas.
Tres años más tarde, en concreto en la noche de la víspera de la fecha de la muerte de Walter, los Sres. Gilman decidieron acabar con sus vidas: Dorothy amaneció encharcada en sangre, con una enorme y profunda incisión que le recorría el conjunto del tórax desde el inicio del pubis hasta la curvatura del esternón; una enorme pluma gris habría sido el instrumento con el que la pobre mujer se habría quitado la vida… En el salón, una espesa soga prendía de una de las esquinadas vigas del artesonado del techo; se mecía a derecha e izquierda, utilizando como contrapunto el extinto cuerpo del Sr. Thomas.
Sepultados los cadáveres y con la desafortunada e impopular sombra de ser el presunto asesino de sus padres —motivada por las malas compañías y un carácter vicioso y disoluto—, el joven Edward decidió abandonar Haverhill y poner rumbo a la ciudad de Arkham… tratando de hallar respuestas: respuestas acerca de la verdadera causa de la muerte de su hermano, respuestas al origen del mal y las desgracias que asolaban —terriblemente y sin piedad— a todos y cada uno de los miembros de la familia Gilman, y que sabía tenían relación con las antiguas leyendas de extraños cultos que albergaba la ciudad misteriosa.
***
Edward había llegado a Arkham con el propósito de hospedarse en la casa en la que su desdichado hermano pasó sus últimos meses de vida, pero en su lugar tan sólo se erigía una gran montaña negra, de fétidos escombros, que exhalaban una ominosa nube de desolación. Por tal motivo, encontró alojamiento económico en el nº 3 de West High Street, esquina con Garrison; en un cuarto pequeño, pero limpio, perteneciente a una fonda que discurría paralela al curso del río Miskatonic y del que apenas distaba un par de kilómetros en trazado diagonal.
Cuando el joven trataba de preguntar a los esquivos vecinos por el paradero del casero o de alguno de los inquilinos que habían compartido techo con su hermano, constantemente se topaba con miradas de recelo y pavoroso temor. Al pronunciar el nombre de Walter, las gentes se mostraban temerosas, arropadas por un inexplicable miedo que no eran capaces si quiera de verbalizar: las mujeres y los niños se refugiaban en las sombrías casas, de paredes amarronadas y sucias, cerrando tras de sí los trancos de las mohosas portezuelas de madera; no obstante, mientras atoraban las puertas, Edward podía percibir, en la atmósfera densa y lóbrega que envolvía las calles anexas a la casa de Keziah, una especie de salmodia o de retahíla extraña que cientos de almas aterradas emitían desde los minúsculos ventanales.  En tanto, y revestidos de un falso aplomo, los hombres se santiguaban y le aconsejaban que desbandase su camino y se olvidase por completo del asunto que lo había encaminado hasta allí. 
Pasado un tiempo, la búsqueda de evidencias se tornó infructuosa, y ayudado por el vicio y la podredumbre que inspiran los hábitos mezquinos Edward olvidó pronto el cometido que lo había llevado hasta aquellas horribles callejuelas, encestadas de mentideros, en los que resultaba tabú, totalmente prohibitivo, hablar de los sucesos que habían caracoleado en derredor de la llamada casa de la bruja. Fue entonces cuando el alma de Gilman —quizás por inercia con el cuerpo se tornó ponzoñosa; en vil salitre se transformaron sus actos y pensamientos y, fruto de ese veneno maligno que fluía torrencialmente por su cerebro, el joven pasó de abandonar los lindes de la humanidad a abrazar a un espíritu cruel y deshumanizado que lo llevaba a ser perpetrador de los más horrendos desmanes: violentos robos, maquiavélicas torturas, sacrílegas violaciones…, inclusive, se le relacionó con unos cuantos asesinatos sangrientos en los que los cadáveres habían sido brutalmente desmembrados y arrebatados de sus ojos, dedos y genitales. 
Y a medida que éstos acrecentaban en número e indignidad, se incrementaba en él la sensación de ser inmune a las leyes de los hombres; nadie podía aseverar que fuera él el autor material de tales vilezas —por lo que no era procesado—, ni siquiera podían afirmarlo las jóvenes que fueron mancilladas.   Pero había en todos estos actos una característica que los distinguía de los obrados por cualquier otro delincuente: los parámetros de crueldad eran tan brutales, tan aberrantes, que sólo podían significar que aquel que los cometía sentía un hondo desprecio por la vida humana.
Y mientras más peligroso se tornaba, más huidizo y esquivo se volvía…
Había quien afirmaba haberlo visto deambulando, examinando siempre el crepúsculo; complacido en la caída del profuso telón de las noches sin luna.  Extenuado en una soledad que le hacía bisbisear frases cortas e intermitentes que infringían en el aire una musicalidad y aliteración nublosa: místicos preces de arcanos cultos sombríos.
Tiempo más tarde —apenas unos cuantos meses—, gentes pertenecientes a las callejas postreras a la orilla norte del Miskatonic murmuraban habérselo encontrado meciéndose a través de las cadavéricas sombras de los trazados laberínticos de Arkham; se decía que ya no andaba solo, sino con la curiosa adhesión de una tenebrosa figura de lo que parecía ser un hombre negro, un hombre de torvas pupilas grises; un curioso sujeto que recubría su elevada y enjuta osamenta arrastrando una ominosa túnica de un largo desmedido, ¡tan larga y ominosa!, como la noche más profunda y más amarga de la que jamás nunca se haya tenido conciencia.  Desde aquel encuentro casual, la pista del aborrecido Gilman se desvaneció como humo negro; no obstante, proferir su nombre en Arkham seguía siendo motivo de pavoroso espanto.
***
Hace cosa de poco, y en calidad de jurista, acompañé a un pariente de mi mujer hasta la ciudad de Arkham, (perentorios negocios nos habían llevado hasta allí).  He de reconocer que no me resultaban insólitas, y menos aún indiferentes, las murmuraciones y habladurías acerca de tan pintoresca ciudad, acerca de sus extraños y hoscos habitantes, así como de los increíbles sucesos que en ella ocurrían y con los que la gente fantaseaba. Pese a todo, y como no me tengo por timorato, la última de las tardes decidí encaminar mi dilatado paseo hasta llegar al veteado y férrico puente del Miskatonic. Allí, y acodado en el borde de la balaustrada, me puse a contemplar la extraña e inerme isla de piedras bermejas que se alzaba hacia el promedio del río. Entonces ¡un escalofrío me recorrió por completo!: la silueta de un extraño monstruo se recortó en el filo de la noche iluminada por la prematura luna… ¡Era una rata enorme!, ¡descomunal!, provista de una capa densa y espesa de pelo grisáceo que se erizaba desde el lomo hasta la cabeza y que dejaba entrever unas corvas y finas garras afiladas que portaban algo… que ¡se clavaban en algo!  Fue cuando —y haciendo un esfuerzo sobrehumano por no gritar— contemplé con pavor cómo aquella bestia de largo hocico abría sus fauces y clavaba los ingentes colmillos abarquillados en la carne rosácea de… ¡una presa!
Sé bien que no resulta comprensible…
Sé bien que resulta inexplicable…
Mas, jamás olvidaré aquel horrible chasquido ni el pavoroso gemido humano que lo siguió. Y, aún menos, el burlón reflejo de aquellos ojillos humanoides que, impunemente, me miraban.

Amparo Montejano





[1] Secuela del relato Los sueños en la casa de la bruja del escritor norteamericano Howards Phillip Lovecraft (escrito entre enero y febrero de 1932, y editado por vez primera en la revista Weird Tales en 1933).


Audio con la interpretación del cuento


El proceso creativo de Amparo

Nadie mejor que la propia autora para acercarnos a sus inicios en la escritura, sus influencias y explicarnos cómo siente  su proceso creativo:

Antes que nada, agradecer a este rincón literario y, por supuesto, al equipo que lo forma, el ofrecimiento y la deferencia que han tenido conmigo al otorgarme la posibilidad de mostrar un poquito más la personalidad de quiénes nos hallamos detrás de los lectores, tras de los librosesbozando y materializando ideas en base a las posibilidades que, a día de hoy —en mi caso particular, como autora de ficción especulativa— ofrece el panorama cultural y literario de nuestro país. Por todo ello, gracias. 
A la cuestión de por qué escribo, yo daría una respuesta aún más condensada —en forma de pregunta—: «Y ¿por qué no?»
Alguien me dijo una vez que dejara de soñar… que no valía para el esforzado y duro ejercicio que representa la escritura. Evidentemente no hice caso, ¡todo lo contrario!: cuanto más difícil y arduo resulta alzar los pies del suelo, más espiritual y gratificante para el alma— será la experiencia de volar libre, y eso es precisamente lo que representa para mí la escritura, y en concreto, la de terror y ciencia ficción; literatura de género que se vuelve apremiante e imperativa en los tiempos que corren— a la hora de verbalizar y dar forma a todo aquello que, en nuestro día a día y por obstrucción política, económica, cultural o social, nos es difícil argüir.
Retrotraerme a mis inicios como escritora es viajar cuarenta años atrás en el tiempo, cuando arranqué en el mundo de las letras sirviéndome de la lírica; recalando, también, en la literatura para niños y en el costumbrismo. Pero fue a través del género del relato de terror y ciencia ficción que no subgéneros narrativos— cuando realmente empecé a sentirme como en casa pues, lo ominoso u onírico, lo probable y macabro… se hallan condensados en la complacencia de una pequeña pero gran maravilla: esa narrativa breve que tanto amaban ingentes creadores como Maupassant, Poe, Le-Fanu, Lovecraft, Grabinski, Mary E. Penn, Robert E. Howard… o más cercanos en el tiempo a nosotros, Shirley Jackson, Neil Gaiman, Isaac Asimov, Richard Matheson, Bradbury o el propio Stephen King.


Amparo Montejano

Amparo Montejano

Escritora de terror y ciencia ficción, nacida en el año 1975 en Castilla-La Mancha. Cursó estudios de Arte y Educación Infantil.
Tras dedicarse al costumbrismo, encontró en el revés del espejo de la literatura de género sobre todo, de terror— el lienzo idóneo para expresar, a través de relatos y novelas cortas, lo más aciago y lóbrego inmerso dentro de la cotidianidad; una cotidianidad que encierra, para la autora, el verdadero germen del terror.
Desde septiembre del 2016 ostenta exitosamente el cargo de directora de la plataforma web Círculo de Lovecraft, destinada a la difusión gratuita y activa de la literatura de género. Es, igualmente, directora de la revista de descarga gratuita Círculo de Lovecraft.
Miembro organizador de El Día del Tentáculo 2019.

Antologías
·         I am Providence (Círculo de Lovecraft), coordinadora y autora con El retorno de la bruja (junio del 2018).
·         Eliza, que ya no está y 14 relatos más de fantasmas (Grupo Amanecer editorial) con Tienes ojos y no los ves (enero 2019).
·         Monstruosas (Tinta Púrpura Ediciones) con La envainadora de carne (mayo 2019).
·         HerejeS: Antología de Terror Navideño (Historias Pulp) con Cosas de familia (diciembre 2019).
·         Femenino Plural. Relatos de mujeres para mujeres (Caballo Cuatralbo Ediciones) con En la caverna del loco juegan con muñecas (enero 2020).
Colaboraciones
·          Colaboradora en revistas sobre el género fantástico y de terror como: Fantastics.certamen microcuento Nº 16, El ojo de Uk, Insomnia, Penumbria, Nictofilia, Aeternum, Revista/Web NGC 3660  Caltiki Magazine, Crononautas,Cosmoversus y articulista en el periódico digital 
·         El Magacín y en la revista Vuelo de Cuervos.


Premios
·         Finalista en la 1ª Antología de Relatos de Esstudio Ediciones (noviembre 2016).
·         Finalista en la 1ª edición de Poesía Villa de Madrid (enero 2017).
·         Finalista en el XVII Certamen de declamación poética Diego Granados (mayo 2017).
·         Finalista II Premio Ripley de Ciencia Ficción y Terror para escritoras (mayo 2018) con el relato El monstruo de las galletas.
·         Finalista en Visiones 2019 (AEFCFT) con el relato El poeta de hierro.

Algunos enlaces Externos  (pinchar en los enlaces para ir a la pág)

Entrevistas
·         Plataforma Web Cosmoversus:
·         Programa radiofónico Coloquio de Polillas/El Día del Tentáculo (Madrid, 28 de septiembre de 2019):
·         
·         Radio-ficciones:
Programa radiofónico Noviembre Nocturno:
Enlaces a RR.SS.
   Twitter:       https://twitter.com/AmparoMontejano
                     https://www.facebook.com/circulodelovecraft/com