¿Y tú, por qué escribes?
-¿Cuándo sentiste la necesidad de escribir? ¿Desde niña o después por un resorte determinado que activó en ti esa aficción?
En mi caso escribo desde la niñez. Mi afición comenzó con los cuentos, entendidos en toda su manifestación: escrita y oral; cuentos que oíamos desde niñas, que me compraban habitualmente como regalo y me gustaba coleccionar. Entre mi hermana mayor -que me llevaba ocho años de diferencia- y yo establecimos de forma espontánea lo que se llamaría hoy un primer taller literario, en este caso oral, en el que yo establecía las condiciones del juego y ella ponía la imaginación. Fue mi hermana mi primera maestra en el arte de imaginar. Cada noche yo elegía un tema para el cuento que ella tenía que inventar: miedo, risa, romance... o bien elegía un título o un elemento principal sobre el que quería que el cuento se basase: una silla que se movía sola, un castillo con una momia... Recuerdo que esperaba la llegada de la noche con mucha emoción para oír el cuento a la hora de dormir. No sabría decir a qué edad, pero menos de once años, quizás ocho u nueve, comencé a escribir, primero letras para canciones que inventaba o finales alternativos a los cuentos que leía y también mis primeros poemas.
-Qué significa para ti la escritura y que tiene de personal o liberador?
Para mí el acto de escribir es algo que tengo integrado. Casi una pulsión automática y natural. Lo personal, a menos que escribas crónicas o redacción periodística (y aún así), está presente en lo que escribes, de una u otra forma, porque siempre hay un poso vivencial en lo que cuentas, ya que una parte a escribir desde la experiencia, aún en los casos de pura ficción. Siempre hay un personaje en el que te inspiras, una reacción que uno ha observado en alguien, o que ha sentido, o que ha intentado comprender. De liberador: cuando era niña escribía diarios, me gustaba dar voz a mis sentimientos para poder comprenderlos mejor y hoy en día, la escritura para mí es una catarsis, que convierte la sombra, lo obscuro que habita en nosotros, en una historia que quizás aporte algo de luz sobre nuestra propia condición y el mundo.
-¿Crees que escribir ayuda a conocerse mejor y a profundizar en el ser humano?
-¿Crees que escribir ayuda a conocerse mejor y a profundizar en el ser humano?
Sí, eso pienso, y en parte se deduce de mi respuesta anterior. Creo que la escritura es o puede ser el vehículo y vínculo para el crecimiento y conocimiento personal, aunque en mi caso aún esté en pañales a este nivel, jajaja.
-¿Hay o buscas un mensaje determinado en tu obra?
Creo que es el lector el que encuentra el mensaje. A veces, incluso uno diferente del que quisiste darle tú, y a veces ni siquiera piensas en darle un mensaje, y ocurre que, por ejemplo, escribes algo, lo dejas reposar o lo olvidas durante años y en un momento determinado lo encuentras y parece algo nuevo y con un significado muy distinto a cuando lo escribiste y que solo ves tú. Porque la persona que lo escribió entonces y la que ahora eres ya no es la misma, y a este respecto el escrito es como el hilo conector que une las dos. En este sentido es como un reencuentro con la que eras y la que eres hoy.
-Crees que escribir es una forma de ser o qué es algo extraordinario y cómo te consideras tú?
Creo en lo primero. Para mí es una forma de ser. Hay personas que necesitan el contacto con la naturaleza intensamente y se convierten en alpinistas, otros llegan a encontrar su vocación dedicándose al contacto con animales, bien como una forma de terapia o afición como la hípica... en el caso del arte la persona que tiene tendencia a escribir, esculpir, componer o pintar, necesita hacerlo. Y, en ese sentido buscará la forma de hacerlo, tanto si nace en una cuna artística con un gremio de familiares artistas o si nace en una aldea, por ejemplo, en el caso de la pintura, con un lápiz o con un pincel. Otra cosa será la difusión de su obra y el aprendizaje de la técnica. Es una forma de expresar el mundo, de sentirlo, yo creo que el don está ahí, y es cuestión de tiempo que la persona le de salida.
Respecto a si es o no algo extraordinario son los demás los que lo catalogan o no así, para el autor/a es algo inherente a su naturaleza. De hecho, trae su parte oscura. Todo viene con un peaje, cuando uno expresa y rebosa sentimientos también se ve, en un momento dado, atrapado en ellos, por eso la escritura no deja de ser una canalización, en mi opinión.
-¿Qué es el éxito y el ego para ti al escribir? ¿Buscas trascender?
El éxito es una palabra ambigua y tramposa y para nada real. Hay fracasos que enseñan muchísimo, por lo que tampoco el fracaso es una palabra que responda a nada. Para mí todo es un aprendizaje. Uno puede escribir hoy y no llegar a nadie y, al cabo de cien años, por quién sabe qué resortes, descubrirse su obra y tener una gran repercusión. Es algo extraño. ¿Cuántos escritores murieron en la miseria y despreciados por sus contemporáneos para que su obra fuese "resucitada" muchísimos años después? ¿Quizás su mensaje no fue comprendido hasta más tarde? No lo sé. Indudablemente, el ego de una siempre agradece que reconozcan lo que hace, pero no debe dejarse llevar por la vanidad. De hecho, persona que escribe es una simple transmisora se limita a transmitir lo que percibe, acertado o no. Una no escribe para enriquecerse porque las letras es muy difícil que den de comer. Una escribe igual que el músico compone, o el cantante canta. Porque su naturaleza es esa y no otra, y para esa persona es algo natural, aunque el talento lo haya que perfeccionar y trabajar también.
Lo de trascender es inherente al ser humano. Todos queremos dejar nuestra huella aquí. Pero esa huella puede ser de muchas maneras, todos dejamos algo: ese es nuestro equipaje, nuestra obra del tipo que sea: un médico, una madre, una buena persona, hay muchas e infinitas formas de trascender. La palabra, la pintura, la música, la escultura, el cine,es como algo mágico, porque uno puede acercarse a la obra y a la vez acercarse al pensamiento de quién la concibió, eso sí.
Manuela Vicente Fernández |
Bueno, y este es mi código de escritura.
¿Me cuentas el tuyo?
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