Hoy quiero hablaros de una pequeña novela, El camino de Greta, de Rosa María Blanch Boliart, una novela corta que se lee en poco más de una tarde, pero que encierra, dentro de su aparente sencillez narrativa, una reflexión acerca de los distintos roles femeninos representados en sus protagonistas principales. Tres amigas, situadas en esa franja de edad que sobrepasa los años jóvenes pero dista de la vejez, deciden darse cita para tomarse un respiro en sus rutinas y emprender juntas el Camino de Santiago.
Una vez en ruta, a medida que se alejan de sus respectivas vidas y obligaciones, cada una de las tres mujeres comenzará su propio viaje personal, sumergiéndose en su propia odisea y haciendo balance del peso que sus decisiones personales han tenido en sus trayectorias vitales. Tres proyectos de vida diferentes y tres puntos de vista dispares que las llevarán a enfrentamientos toda vez que la verdadera personalidad de cada una de ellas, ya libre de toda influencia salvo la mutua, comience a salir a flote. Al tiempo que van superando las distintas etapas del viaje y trabando relación con otros viajeros que, a su vez, intentan encontrar el norte de sus vidas, van abriendo distancias casi insalvables entre ellas, revelando la verdadera naturaleza iniciática y transformadora de El Camino, que las invita a profundizar en sus deseos más ocultos y a tomar decisiones vitales. Serán precisamente estas decisiones, no siempre exentas de juicio por sus respectivas compañeras, las que pongan en relieve sus puntos débiles, quizás porque el movimiento de una al elegir salir de su zona de confort, propiciará que las demás evalúen el riesgo del cambio o intenten reforzar sus posiciones. Posiciones que defenderán con uñas y dientes, aunque sea al margen de sus propias dudas internas.
Las tres mujeres con sus movimientos, lo mismo que las piezas de un tablero de ajedrez al moverse, harán cambiar el rumbo de sus vidas y, en el caso de una de ellas, este cambio hará incluso que vislumbre una nueva meta. Porque Greta, la protagonista principal, opta por elegir un camino propio que la distingue y separa de las demás, haciendo tambalear con su decisión no solo los cimientos de su existencia sino de la amistad que las une.
Muy alejada del misticismo y sin caer en tópicos, la acción de la novela discurre de forma natural y los distintos actos se van desarrollando ante nuestros ojos sin que apenas tengamos tiempo de interpretarlos hasta que el puzle se completa.
Y es que lo importante en esta novela no es únicamente lo que leemos sino precisamente lo que subyace detrás, en una especie de sub-trama paralela que nos hace ver el pasado a través de la narración del presente. Es el camino a la inversa: el que realiza la mente y el corazón al hacer balance de lo ya andado, el que hace que las protagonistas se pierdan al mirar atrás y se reencuentren en una especie de línea atemporal, en la que El Camino es el lugar donde los hechos suceden simultáneamente, porque solo tomando cierta perspectiva podemos ver hacia donde nos dirigimos.
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