Beatriz Molina Lorca
¿Cuándo
sentiste la necesidad de escribir? ¿Desde niña o por determinado resorte que
activó tu proceso de adulta?
Yo
escribo desde que tengo uso de razón. Quizá la época que más recuerdo es la de
adolescente, ésa en la que tu mundo interior es un caos apocalíptico de
hormonas, un cúmulo de emociones que se pelean por salir a la luz y que son
coartadas por el yugo parental. Desde pequeñas nos enseñaron de manera
inconsciente a no mostrar nuestra vulnerabilidad, a tragarnos el orgullo, la
ira, la impotencia… Y en aquel entonces solo teníamos dos opciones:
desahogarnos con la muñeca de trapo aplicándole alguna ceremonia de vudú o
encontrar un modo más constructivo y menos dañino que golpear la almohada o
chillar ahogando los gritos con el cojín de tarta de fresa. Yo elegí la
escritura: mi diario echaba humo. Cada noche me colocaba los auriculares y me
aislaba en mi mundo de letras. Descubrí que, tras aquellas largas sesiones de
música y bolígrafo, mi sueño era más reparador. Años después, volví a coger el
hábito cuando pasé por una crisis existencial (de esas que pasamos todos
alrededor de la cuarentena) y me apunté a un taller de escritura.
¿Qué
significa para ti la escritura y qué contiene de personal y liberador?
Para mí
la escritura significa libertad en mayúsculas. El poder crear lo que quieras y
como quieras. Es un juego que te permite gestionar tus demonios internos.
Siempre he considerado que el ser humano tiene la capacidad de ser todos los
personajes, desde un despiadado asesino en serie, hasta la más humillada
víctima. Todas y cada una de nuestras sombras están formadas por personajes
oscuros, plagados de ira, envidia, codicia, orgullo, y toda clase de emociones
que en nuestro día a día escondemos y enterramos en lo más profundo de nuestro
ser. Considero que la escritura coloca todas estas emociones en una especie de
orden interno que genera una sensación liberadora.
¿Crees
que escribir es un ejercicio que ayuda a conocerse mejor y profundizar en el
ser humano?
Precisamente
al hilo de la respuesta anterior, opino que escribir te apoya a la hora de
poner de manifiesto esas sombras que no te atreves a mostrar. Escribiendo te
conviertes en el observador de tus pensamientos. Es como si te alejaras de ti
mismo y te espiaras desde la ventana de un edificio colindante… Estoy
totalmente convencida de que escribir te ayuda a organizar esos pensamientos
acumulativos que burbujean en el cerebro. Existen incluso talleres de escritura
terapéutica como forma de modificar algunas conductas a través de cambiar
simplemente los trazos de las letras. Resulta de vital importancia entonces, no
solo el contenido de aquello que escribes, sino también la forma de hacerlo y
el material que utilizas.
¿Dirías
que hay o buscas dar un determinado mensaje en tu obra?
En
general siempre he pecado de cierta impaciencia. Eso se nota en mis relatos que
suelen ser cortos y contundentes. Busco sorprender al lector, llevarlo hacia un
lugar determinado de aparente serenidad para luego lanzarlo por una montaña
rusa. Que el lector acabe despeinado tras leer mis relatos.
¿Crees
que escribir es más bien una forma de ser y ver la vida o es algo
extraordinario que no sabes de dónde surge? Cuéntanos cómo te sientes tú.
Para mí
escribir era una forma de expresarme dentro de este mundo. Hay personas que
pintan, otras que se dedican a la danza o al teatro, la escultura o cualquier
otra que sirva para transmitir. Yo no era consciente de lo que significaba la
escritura en mi vida hasta que empecé a ver la respuesta en la gente que me
leía: personas a las que mis palabras conseguían arrancar una lágrima, unas
risas, o una sencilla mueca de asombro. Amigas que me presentaban a otras
personas como su amiga “la escritora”, me hacían pensar que este simple hobby
se había convertido en algo más profundo, más intenso de lo que yo pensaba.
Ahora considero que forma parte de mis rasgos personales junto a mi
claustrofobia o mi talante extrovertido.
¿Qué
significa el éxito y el ego para ti al escribir? ¿Buscas trascender con tu
obra?
He
tenido épocas en las que soñaba con escribir algo tan sumamente genial que la
gente se peleara por conseguir un ejemplar de mi obra. Pero al cabo de un
tiempo me bloqueaba el miedo al fracaso, a no gustarle a nadie, a no vender ni
un solo ejemplar… Y tras muchos meses de sequía literaria, he llegado a la
conclusión de que el éxito es una palabra prostituida, que se relaciona con la
venta de muchos ejemplares, con el hecho de ganar dinero, recibir alabanzas de
los lectores (en estos tiempos que corren hablaríamos de likes en las
redes sociales, más que de alabanzas). Para mí el ego impide la
creatividad. A más ego, menos perspectiva. Así que la manera de trascender es
soltar esas cadenas y dejarse fluir. Siempre he creído en la frase “lo que
tenga que ser, será”. Y así es mi búsqueda: más que de trascender con mi obra,
es la de llegar al corazón de los lectores.
Beatriz Molina Lorca |
No hay comentarios:
Publicar un comentario