lunes, 11 de diciembre de 2017

El sabor del amor

EL SABOR DEL AMOR

Noemí Hernández Muñoz

Foto: Pixabay



Es una estampa tan dulce que no me importa que Alba ensucie la carita de Aurora de helado al acariciarla. Hace un mes que perdimos a su padre en un accidente. Sucedió el día que di a luz a Aurora. Fue un momento amargo con un final agridulce. Él salió del trabajo a toda prisa porque me había puesto de parto. Supongo que condujo demasiado rápido a causa del nerviosismo. Alba estaba en un cumpleaños. No sabía que aquella tarde iba a perder a una persona y a ganar otra.

El momento amargo llegó cuando me encontré sola empujando. Ya entonces sabía que algo iba mal, que no era normal que Álex no hubiera llegado todavía. Algo en mi interior me dijo que estaba muerto. Pero en esos instantes no tenía tiempo para reflexionar por qué no estaba conmigo. Seguí empujando hasta que el parto terminó: al fin tuve en mis brazos a Aurora. Apenas pude saborear ese instante cuando llegó la madre de Álex y me dijo que ya él no estaba con nosotras.

Es difícil asimilar que cuando una vida viene otra se va. A veces olvidamos lo complejos que pueden ser los sentimientos y llegas al punto de que no sabes lo que sientes. Pero hoy, mirando a mis hijas, sé que puedo empezar de nuevo descubriendo el sabor del amor en pequeñas cosas: ver cómo Alba me ofrece probar su cucurucho de fresa y se acerca a su hermanita para acariciarla con las manos pegajosas. Se parecen tanto a Álex, que cuando me miran veo sus ojos, como si intentara decirme que incluso tan lejos como está nos quiere.

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