jueves, 2 de febrero de 2017

Sin luz.



La casa del artista no estaba como la última vez que la visitó, hace ya algunos años. A punto estuvo de dar media vuelta, pues sintió que poco tendría que hacer allí. Un leve latido que provenía de alguna habitación, le invitó a entrar y condujo sus pasos por el pasillo en penumbra hasta el estudio.
Se acercó a él y ofreció sus condiciones para elaborar un retrato: sin luz, sin tacto, sólo palabras, y él estuvo de acuerdo. Las manos del pintor empezaron a trabajar, mientras ella, según lo acordado, respondía con sinceridad a las cuestiones que le hacía, para que el resultado del retrato fuera veraz.

Pasado un tiempo, el artista dio por terminado el encargo y descorrió las cortinas. La luz entró con tanta fuerza que ambos tuvieron que cerrar los ojos… Mientras él luchaba por contener el desaliento, pudo verla… Sonreía gustosa, al no reconocerse en aquel rostro angelical.

Retrato de Liu Yamin, de su obra "Cuaderno de retazos"



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