miércoles, 29 de diciembre de 2021

Catro poemas de Lucía Novas Garrido

 

Lucía Novas Garrido

AS pomadas, as latitudes do sur, os vapores, as caricias,

a calidez do tempo (e xaneiro que abre

coma crisantemo de outubro), as candeas perfumadas,

a tormenta de incenso (a auga que gurgulla

entre a estruga e o lúpulo), a rosa de té en recipiente

de metal, os sales

esparexidos, os estanques abandonados,

as pétalas nas cuncas (acedume de

beixos), os poros que dilatan

e purifican o crime, a tranquilidade do arroz, o illó

de caldelas, as pontes nas burbullas, os caldos

reconfortantes, os aceites vigorosos, o tremelucir

das nádegas, as palmeiras fermentadas

no xenxibre e na terra, a incursión na sebe, o tigre

sinuoso, o contraste da luz, o burato que absorbe

a lixadura traidora, a esponxa tan cálida,

a medusa na placenta, o espello embazado,

o algodón protector, a ilusión

das pedras, o verme que devora

as orquídeas pasadas, a resurrección en catarse,

a traxedia bendita, a forza que xorde

e ennobela o cabelo, as imperfeccións na

epiderme

(e volven xurdir

transparencias de vidro), a chaira do ventre,

o aroma a terracota, a xunqueira de berros

que derrotan a dor, a arxila dos beixos (sucidade

de terra

na vulva

que se ofrece), a pube engalanada

con pétalas doutrora (xardín exquisito), o pan

tan branco, a suavidade do leite, esa flor

de fariña, ese tremor na cintura, ese círculo

que pecha.

 (Poema publicado no libro 'Neve')


AS liñas dos abetos, difusas, my little pony, na porta de atrás, no carreiro da revolta,

na cancela.

(Do poemario 'Cervatos')

 

 PORQUE as xesteiras inzan os meus soños. O volátil, o auténtico. As turbulencias.

O veludo. A dor. A claridade da tarde ante a montaña. Os réptiles.

As flores do xardín

de atrás. As tesouras. As agullas. O vaso

do meu corazón

ferido.

(Poema incluido en 'Cervatos')


ELVIRA. E ollar o ocaso dende as escaleiras. Campánulas. Azul, so blue! E recendía a verán polo camiño, ás herbas intensas de agosto. Gasa, tule. Flores no pulso. De cerámica, de felpa. When I Were Young. Desire. Nebulosa. Violetas no asfalto. Cervos. Like a bird. Espellos embazados. Break On Through. Outrora. Na outra banda. Walking Free. Dinosauro. Clemátide. Apreixeite. Na lagoa. Na ausencia. Na túa boca. Mais ti non podes estar aquí.

(Do libro 'Cervatos')


BIOBIBLIOGRAFÍA:

Lucía Novas nace en 1979 en Bueu, no Morrazo. Licenciada en Filoloxía Galega pola Universidade de Vigo, exerce de docente de Lingua e Literatura Galega no Ensino Secundario. Autora dos libros Epiderme de estío (Espiral Maior, 2001), que recibiu o Premio de Poesía Concello de Carral, Neve (Espiral Maior, 2010), Premio de Poesía Johán Carballeira, e Cervatos (Kalandraka, 2017), acaba de ser publicada unha antoloxía poética da súa obra co título Violetas no asfalto (Deputación de Pontevedra, 2021). Asemade, poemas da súa autoría aparecen recollidos nas antoloxías Novas de poesía. 17 poetas, Poetízate. Antoloxía da poesía galega., Das sonorosas cordas. 20 poetas dende Galicia e Erato. Bajo la piel del deseo, así como en diversos volumes colectivos e publicacións, das que son mostra Grial, Dorna, PolpA, Casa da Gramática ou Escrita Contemporánea. Recibiu os premios Minerva, Universidade de Vigo, Faustino Rey Romero, Concello de Carral e Johán Carballeira, e participou como relatora no curso Demasiados zapatos para unha cincenta, na Universidade de Salamanca, nas xornadas de Poesía Última da Fundación Alberti e no V Encontro de Novos/as Escritores/as da AELG.


 

Enlace ao libro 'Cervatos'

Enlace ao libro 'Neve'

 

TRADUCCIÓN:

LAS POMADAS, las latitudes del sur, los vapores, las caricias,

la calidez del tiempo (y enero que abre

como crisantemo de octubre), y las velas perfumadas,

la tormenta de incienso (el agua que brota

entre la ortiga y el lúpulo), la rosa de té en recipiente

de metal, las sales

esparcidas, los estanques abandonados,

los pétalos en los cuencos (acidez de

besos), los poros que dilatan

y purifican el crimen, la tranquilidad del arroz, el manantial

balsámico, los puentes en las burbujas, los caldos

reconfortantes, los aceites vigorosos, el centellear

de las nalgas, las palmeras fermentadas

en el jengibre y la tierra, la incursión en el seto, el tigre

sinuoso, el contraste de la luz, el agujero que absorbe

la suciedad traidora, la esponja tan cálida,

la medusa en la placenta, el espejo empañado,

el algodón protector, la ilusión

de las piedras, el gusano que devora

las orquídeas pasadas, la resurrección en catarsis,

la tragedia bendita, la fuerza que surge

y ovilla el cabello, las imperfecciones en la

epidermis

(y vuelven a surgir

transparencias de vidrio), la llanura del vientre,

el aroma a terracota, el cañaveral de gritos

que derrotan el dolor, la arcilla de los besos (suciedad

de tierra

en la vulva

que se ofrece), el pubis engalanado

con pétalos de antaño (jardín exquisito), el pan

tan blanco, la suavidad de la leche, esa flor

de harina, ese temblor en la cintura, ese círculo

que cierra.

 

 

LAS LÍNEAS de los abetos, difusas, mi little pony, en la puerta de atrás, en el camino de la revuelta,

en la cancilla.

 

 

 

 PORQUE las ginestas devastan mis sueños. Lo volátil, las turbulencias.

El terciopelo. El dolor. La claridad de la tarde ante la montaña. Los reptiles.

Las flores del jardín

de atrás. Las tijeras. Las agujas. El jarrón

de mi corazón

herido.

 

 

 ELVIRA. Y divisar el ocaso desde las escaleras. Campánulas. Azul, so blue! Y olía a verano por el camino, a las hierbas intensas de agosto. Gasa, tul. Flores en la muñeca. De cerámica, de felpa. When I Were Young. Desire. Nebulosa. Violetas en el asfalto. Ciervos. Like a bird. Espejos empañados. Break On Through. Antaño. En el otro lugar. Walking Free. Dinosaurio. Clemátide. Te apresé. En la laguna. En la ausencia. En tu boca. Mas tú no puedes estar aquí.

 

 

 



viernes, 24 de diciembre de 2021

Para todos y todas




Para todos los hombres y mujeres que nos han hecho ser cómo somos, acompañándonos en nuestro camino


 

martes, 23 de noviembre de 2021

Laura Reinón: 'Escribo por la belleza de contar aquello que todavía no he sabido decir'

 

Laura Reinón López

 Hoy, 23 de Noviembre, día Internacional de La Palabra, nos visita en el blog una escritora de cuento y microrrelato, Laura Reinón López, que, como buena cuentista, nos deleita al hacernos partícipes del nacimiento de su pasión por las letras y acercarnos a su proceso creativo. Le damos la palabra:

Siempre he sido una persona bastante introvertida, de hecho, podría definirme como una observadora introvertida con la cabeza llena de letras (y de pájaros). Cuando era niña leía todo lo que caía en mis manos, lo que me ayudó a crear un mundo propio donde poder acurrucarme. Y fue en ese mundo propio, acompañada por fantasmas que a día de hoy se resisten a abandonarme, cuando entendí que la escritura era una puerta, una entrada a mis profundidades, aquella que me permitía sacar del silencio todas las palabras que se quedaban atascadas en mi garganta. Comencé a escribir en libretas y hojas sueltas (incluso en una pared de mi cuarto, de la que el pintor borró cualquier vestigio), primero diarios y, muy pronto, relatos y cuentos que acababan estrujados en la papelera de mi habitación infantil. Una de las lecturas que me más me emocionó -y conmocionó- cuando apenas tendría doce o trece años fue Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Sentí como si, de repente, hubiese entendido el mundo, el mío.

A medida que he ido creciendo, la escritura ha sido el único camino por el que no me he sentido perdida o, mejor dicho, por el que irremediablemente necesito perderme. Siempre he escrito de forma autodidacta, desordenada (escribir en las paredes de casa lo era), hasta que hace unos años decidí estructurar un poco ese caos y aterricé en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. En aquel nido literario mis pájaros se toparon con el cuento, un género que les ayudó a perder el miedo, a dejarse llevar… Los relatos que escribí durante ese período forman parte de un libro de cuentos muy personal que aguardan (con mucha paciencia) a que abra el cajón donde dormitan y les permita, quién sabe, levantar el vuelo. De hecho, uno de ellos ha sido publicado en la última antología Iceberg, del Ateneu, lo que me ha hecho muy feliz.

Todos mis relatos contienen una parte de mí, de mis vivencias. Existe un claro dolor emocional que se vacía en la escritura, se vierte en mis cuentos, pero no se recrea, sino que intento arroparlo con ternura, incluso con un roce de humor, para poder –a través de mis personajes- reconciliarme con la vida y conmigo misma. Quizás por este motivo, mi proceso creativo surge de la observación, de la mía propia y de la de los demás. Soy muy intuitiva en este sentido y cualquier señal, cuanto más cotidiana mejor, me sirve como disparador para crear una historia. Me gusta llevar una libretita siempre conmigo para anotar ideas, aunque cuando me pongo a escribir me dejo sorprender porque escribir no depende de una misma, sino que simplemente pasa.

En mi día a día (o más bien noche) escribo retazos de cuentos, microrrelatos en una cuenta de Instagram un poco abandonada, en papeles sueltos (he dejado las paredes), y participo en algunos blogs de microrrelatos. Mi cabeza alberga desde hace tiempo el proyecto de un diario personal con toques de ficción, una historia que me habla para sacudirme del silencio. Y creo que por eso escribo, por la belleza de contar aquello que todavía no he podido o sabido decir.

 

ALGUNOS MICROS

 

«Lunáticos»
Al separarse, lo dividieron todo. Partieron el colchón en dos mitades, la mesa, los vasos y los platos. Decidieron que las mangas derechas de todos los jerséis y la miga del pan serían para ella; las mangas izquierdas y la corteza, para él. Ella escogió cuarto menguante; él, cuarto creciente. Ahora sus mitades duermen en cajones separados, aunque las noches de luna llena aúllan con la esperanza de juntarse de nuevo.

 

«Doble o nada»

El suyo fue un duelo doble. El primero, el del amor; el segundo, el de la despedida. Este fue el que le hirió de muerte.

 

«Excusas»
Necesitaba sentir el latido de aquel corazón junto al suyo. El abrazo fue la excusa.

 

«Familia»
El abuelo protesta porque nunca encuentra el bastón y la abuela no calla hasta que suena el tocadiscos. Papá aparece cuando le da la gana. A mí me gusta cuando nos sentamos todos juntos en el sofá y mamá se acerca y me pregunta flojito al oído dónde he guardado sus gafas. En casa todos los fantasmas están vivos.

 

«Sola»
Por más que intentaba avanzar, solo daba vueltas en círculo. De repente, un tsunami de piedrecillas la puso cabeza abajo. No cabía duda, continuaba atrapada en el interior del reloj de arena.

«Frío»

Nos dijimos “para siempre”, pero, en realidad, fueron 354 días, 5 horas, 17 minutos, 3 segundos y 287 películas. Nunca tuve frío. Hasta esa noche.

 

«Flores»
Llegó a casa con el pelo alborotado, como si un pájaro se lo hubiera despeinado con su aleteo. Dejó los zapatos en la entrada y, descalzo, fue a la cocina. Sacó las flores del carro y se las acercó a la nariz. Un perfume dulzón borró la nube de lluvia mustia que se respiraba en la estancia. Sacudió en el fregadero la taza de café y pequeñas gotas de color marrón blanquecino salpicaron su chaqueta. Abrió el grifo y puso las flores en la taza. La sonrisa que dibujaba su boca renqueaba igual que los pasos que le separaban del comedor. Durante un suspiro infinito permaneció allí, encorvado en un rincón, mientras contemplaba la silla vacía con las flores en la mano. Notó cómo sus dedos flaqueaban y un escalofrío sacudió su espalda del manto de eternidad azul que la cubría. El agua saltaba de la taza y él no podía hacer nada para evitar la fuga. Sintió un frio húmedo en los pies y, por primera vez en todo el día, se dio cuenta de que no se había puesto calcetines.


«Raíces»
Nunca me han gustado los relojes ni los calendarios. Supongo que el paso del tiempo me pone nerviosa, me inquieta. Y no por esos surcos que cuentan historias en la piel, sino por todo aquello que nunca podré hacer. Pero las cosas han cambiado desde que me compré esta planta. Al principio todo parecía normal. Un poco de agua cada dos o tres días, luz y cariño. Hasta que pasó algo que nunca habría imaginado: comenzó́ a crecer un hombre. Sí, sí, un hombre de los de toda la vida. Hoy ha pegado un estirón y ya puedo verle el ombligo, incluso me hace aspavientos cada vez que quiere comer. Y aunque todavía no habla, lo que más me preocupa es si, finalmente, echará raíces.


«Palíndromo»
Cuando aquella extraña le puso el pañal, deseó con todas sus fuerzas volver a ser un bebé.

 

«Suerte»
Lo único que pudo salvar del incendio fue un trébol de cuatro hojas. Ella se quemó dentro.

 

«Mamá»
Me he acostumbrado a tirar miguitas de pan por todos los caminos de mi vida. Por si vuelves.


BIO

Soy Laura. Nací una mañana soleada de agosto, aunque prefiero la lluvia. Las letras siempre me han acompañado, escribo desde pequeña, solía hacerlo solo para mí, aunque la necesidad de expresar me llevó a estudiar Periodismo. Hace unos años quise ordenar mi caos y realicé el itinerario de Cuento en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. De allí salió un libro de relatos que espero poder ver en mi estantería algún día. Me hace especial ilusión que uno de mis cuentos aparezca en la última antología Iceberg, del Ateneu. Publico en algunas páginas y blogs de literatura y en mi cuenta de Instagram pocas.palabras.bastan


Enlace a la autora: 

Pocas palabras bastan 


 



viernes, 22 de octubre de 2021

La extraña desaparición de Carolina Santomé, de María José Viz Blanco: Secretos y prejuicios se dan cita en un enclave profundo de la Galicia Rural

 

La extraña desaparición de Carolina Santomé (Letra r Editorial, junio 2021) supone la primera incursión en el género de la novela de la polifacética autora gallega María José Viz Blanco. Conocida en el mundo de la microliteratura con sus primeras obras, Creaciones Mínimas e Instantes Hallados (Ed., Ojos Verdes Ediciones 2016-2017),  se adentra posteriormente en la poesía con Los abrazos líquidos (Ojos Verdes Ed., 2018), Mar de chuvia seca (edición bilingüe, Ed., Neopatria., 2020), en colaboración con su hermana, Marga  Viz, publica el cuento infantil A gaivota Sonia (autoedición 2020) y nos sorprende ahora con esta novela en la que la autora decide, una vez más, cambiar de registro.

La extraña desaparición de Carolina Santomé  no cuenta solo la historia de Carolina, vecina del ficticio pueblo de Mourenzo, del que desaparece en extrañas circunstancias; si no que cuenta, a su vez, la historia de las gentes de la pequeña comunidad en la que se desarrolla el suceso. Esta novela corta, que abarca desde la década de los años ochenta hasta finales de los noventa,   arraiga en las  costumbres,  tradiciones, pero también  prejuicios y maledicencias de un pueblo que podría ser cualquier pueblo de provincias, si bien,  la proximidad del mismo a Santiago de Compostela, conduce al lector a acotar el terreno geográfico en el que se desenvuelven los hechos.  

El libro se divide claramente en dos partes bien diferenciadas. La primera, nos descubre al personaje de Don Eulogio, el maestro. Amigo de la desaparecida, nos va revelando en forma de "conversaciones irreales" como él mismo las denomina, los pensamientos y sentimientos que alberga hacia su antigua alumna. Es a través de sus recuerdos y emociones como llegamos a indagar en su propia historia así como en la de los personajes de los que se rodea.  Esta primera parte está marcada por las preguntas, con un ritmo pausado de narración, deliberadamente escogido por la autora, para configurar la personalidad de Don Eulogio, con sus aristas y contradicciones. Es a partir de la segunda parte donde la capacidad narrativa de la autora nos sorprende con un giro en el lenguaje, que alcanza un ritmo mucho más rápido y fluido al dar voz  esta vez a Carolina, como corresponde a un personaje, no solo más joven, si no mucho más ambiguo y desconocido, incluso para sus allegados. Es en esta fracción de la novela donde las preguntas formuladas anteriormente encuentran respuesta y también dónde surgen nuevos interrogantes que solo serán respondidos al llegar al desenlace final. Solo al cerrar la última página se completa el puzle de la historia y se revela el verdadero rostro de cada personaje, como en el famoso juego de Quién es quién.

La estructura de la novela, claramente diferenciada al usar varias voces narrativas, es un acierto en este libro, ya que ofrece al lector la posibilidad de ampliar la perspectiva de los hechos y hacer sus propias conjeturas acerca de lo sucedido, conjeturas cuyo acierto o desacierto tendrá ocasión de comprobar ante la aparición de un nuevo personaje que será el que complete la trama.

La extraña desaparición de Carolina Santomé nos sumerge de lleno en el ambiente rural de la Galicia más profunda, con sus bellos paisajes, sus personajes entrañables, pero también con los prejuicios fuertemente arraigados de sus gentes; gentes de la tierra, duras, que acaban enterrando sus dramas personales en un esfuerzo por silenciarlos; sobre todo cuando esos dramas tienen que ver con sus mujeres, mujeres de una sensibilidad o reacción no conveniente para el medio, que se salen del patrón aceptado como normal y que, por falta de recursos, acaban siendo consideradas locas o inadaptadas, o peor aún, crueles, sin considerar que, entre todos, han contribuido a que beban del árbol rígido de los juicios y prejuicios ajenos que las ha empujado, directa o indirectamente a que sean como son.

La extraña desaparición de Carolina Santomé, de María José Viz Blanco:  Leánlo, va con sorpresa en su interior.


Presentación de la novela 'La Extraña desaparición de Carolina Santomé'
en la Biblioteca 'Nós' (Ourense)


domingo, 9 de mayo de 2021

Poemas, Senryûs, Tankas y microrrelatos de Stella García

Stella García

           Stella García es de esas personas que, aunque no conozcas, tras dialogar con ella por la red o por teléfono, te transmite esa extraña sensación de familiaridad vivencial, aunque las vivencias que narra sean diametralmente opuestas a las tuyas, pero en cuyas sensaciones no solo te reconoces sino que te sientes partícipe, quizás por aquello que todo ser humano tiene en común: la búsqueda, el hallazgo, el reconocimiento en las emociones que nos conforman. Es todo un placer recibirla en el blog (después de aplazar una y otra vez nuestra cita, al fin coincidimos). 


Muchas gracias, Estella, por tu calidez y cercanía. Te cedo la palabra:


Stella García:

Soy Argentina, profesora y traductora de francés, especialista en lingüística aplicada.

Estudiosa de la obra de Jorge Luis Borges y de Julio Cortázar (coordinadora de talleres de lectura de ambos escritores).

Creo que el hecho de vivir entre dos lenguas y sorprenderme desde pequeña que podía pasar de una a otra como si paseara por el campo donde vivía, en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires, fue un motor que me instaló en ellas y nunca más salí.  En la temprana adolescencia, la lectura de autores franceses y de autores hispanohablantes, fue otro motor que me amarró más fuertemente a la literatura, lugar en el que soy feliz.

No sé exactamente cuándo empecé a escribir, creo que cerca de los treinta años o un poco antes. Pero tengo para mí que el momento inicial se encuentra en mi primera infancia cuando me entretenía leyendo la Biblia o el misal de mi mamá  para luego reversionar aquellos textos que me resultaban maravillosos. Lamento que esos escritos que escandalizaban a mi madre y hacían las delicias de mi padre, se  perdieran sin que yo haya tenido la ocasión de leerlos siendo adulta. Siempre me pregunto qué locas fantasías habrán brotado de mi cabecita infantil.

Alrededor de los treinta años comencé a escribir cuentos; incursioné luego en la poesía, experimenté en el mundo del haiku y del tanka, también en el microrrelato,  género que me parece desafiante. Publiqué en revistas literarias de mi país, participé en antologías de cuentos y gané algunos concursos. Un cuento mío fue adaptado para el ciclo televisivo de literatura “Tintas argentinas”.

 Entre mudanzas y distracciones perdí no poco material cuando todavía no había llegado la época del ordenador y sus archivos.  Siguiendo a Borges, leo más de lo que escribo; la lectura me es imprescindible.  Soy consciente de que podría escribir más pues el deseo de hacerlo está vivo, pero… me cuesta soltar la mano, empezar, trabajar, corregir y seguir trabajando. Para colmo, el afuera me tienta a cada minuto. Vivo en la ciudad de Buenos Aires donde hay muchas actividades que me atraen también. No obstante, cuando logro la quietud que necesito para escribir, lo hago con mucho placer. Escribir, aunque luego guarde lo escrito en un cajón, me conecta con otras zonas del pensamiento, de las sensaciones. Hace diez años, desde que mis dos hijos viven afuera, uno en España, el otro en Alemania, llevo un diario para cada uno a los que se sumaron tres, uno para cada nieto. Allí están mis emociones más profundas. Escribirlo implica plasmar alegrías, tristezas, nostalgia referidas a ellos. En el fondo, los escribo como legado del amor que les profeso. No cuento con la inspiración pues no creo en ella, aunque reconozco que alguna rara vez llegó y me movilizó a través de  una imagen,  un recuerdo, una catástrofe natural o un conflicto bélico. Cuando alguna musa me visita, trato de no dejarla escapar, pero no siempre lo logro.

Stella García


                                                                                                                              

ADAGIO

 

La tarde es la cadencia perfecta de las sombras

y mi nombre apenas un indicio de ella.

 

Evoco el pasado como quien hurga tardíamente

en el arcón de los recuerdos

                                     cofre mágico de la infancia

atribulado de olvidos y hojarasca.

 

Imagino que no hemos dicho todo

que guardamos horas inconclusas

panes por levar

                                    crepitaciones nuevas

Decía...

la tarde es la cadencia perfecta de las sombras

y tu nombre  apenas un indicio de ella.

 

                                                                                                        

Es invierno y no olvido

 

Por las aberturas del alma

se cuela el aire mágico.

 

Piadosa mirada nos regresa al espejo

 

Junto a la espumosa ola del recuerdo

una huella delicada se diluye.

 

Profundo azul corona de ficciones

templos profanos.

Los gorriones asombran

la impavidez del parque

Monótono crujir de hojas

arrecia en mis oídos.

 

El invierno se cuela

por las aberturas del alma.

 

PRIMER PREMIO en el 11º Concurso Bienal e Internacional de Poesía" organizado por la Biblioteca Popular "Pbro. Raúl Entraigas".

Don Bosco 286 (8512) Villalonga- Pdo-. de Patagones. Pcia. de Buenos Aires

                                                                                                                                                          
Quiero decir algo de ti

 

Al hechizo sucede el dolor.

Los espejos devuelven nuestros rostros

personajes de tragedia.

 

La pasión no tiene miramientos

se olvida del estilo

 es desprolija.



Extraños

 

Qué diferente y brutal es el tiempo

la percepción del tiempo

el modo en que el tiempo nos somete

a la evidencia del olvido.                                                                                                                         

 

SENRYÛS

 

I)             SOLEDAD

 

Monólogo gris                           

una manera suya                                 

de desesperar                                      

 

II)            LUTO

 

Luna de sangre                        

partículas en fuga                                           

llora Japón                                            

 

 

 

TANKAS

 

I)             MENTIRA

 

Tornasolada                                         

confusión de los cielos            

dioses  extraños                       

arbitran yerto dolor                              

no engañen dioses, no           

 

 

II)            EVOCACIÓN

 

Madreselva                                           

tránsito del olvido                                

azul mañana                                        

encarnados ayeres                              

olvidadas promesas                            

                                                                                                                                  


MICRORRELATOS

 

ENCUENTRO

 

─¿Qué buscas?  ─preguntó un hombre a otro.

─Un sueño ─contestó el interpelado.

─Maravilloso ─contestó el primero─:  Yo busco un soñante.

 

 

 

PERSECUCIÓN

 

Hacía un buen rato que se daba cuenta de la persecución.  Cambió varias veces de rumbo; todo siguió igual.

Se paró en seco.

 

─¡Basta! gritó–.  Desenfundó el arma y disparó.  Quedó muerto en la vereda.

 

 

Stella Maris García

 

jueves, 25 de marzo de 2021

Cristina Requejo: Escribir es mi manera de reconciliarme con la vida

 

Cristina Requejo


Cristina Requejo, nació en Ourense, un 16 de Mayo de 1970. Estudió Psicología Clínica en la Universidad de Santiago de Compostela. Vivió en Galicia hasta el año 1992, en el que se trasladó a Madrid, donde reside actualmente. Es autora del poemario De dónde esta manía de ser pájaro (Enkuadres, 2017) y escribe en diversas webs literarias. Agradecemos a la autora su visita esta semana en el blog para hablarnos de literatura y de sus primeros encuentros con las letras.

Gracias por tu tiempo, Cristina. En 2017 publicaste tu primer poemario y sabemos que estás trabajando en el próximo, ¿Es la escritura una constante en tu vida o surge a raíz de algo? ¿Desde cuándo escribes?

Comencé a escribir siendo casi una niña. En la adolescencia escribía todo lo que pasaba por mi mente, fragmentos o retazos de cosas cotidianas por las que sentía inquietud, sin llegar a tratarse nunca de diarios, ya entonces solía reescribir y cambiar finales de libros que leía. Recuerdo que Reescribí y cambié el final de Madame Bovary. Extravagancias adolescentes en las que invertía el tiempo, pero que me ayudaban a evadirme, supongo. Ya más mayor, con 19 años, empecé a escribir  relato breve. Publicaba relatos semanalmente a esa edad en un periódico local del Bierzo, y aquel reto me estimulaba. Si te soy sincera me produce un sentimiento de ternura y espanto releer aquellos textos, pues no tenía ni el más mínimo conocimiento acerca de estructura. Aún los conservo, eso sí, cerrados bajo llave. A partir de ahí nunca dejé de escribir, pero sin ánimo de intentar publicar nada hasta que, ya muchos años después, abrí el blog Desde mi luna, donde principalmente escribía textos de carácter confesional. Unos años más tarde empecé a colaborar en  el blog Esta noche te cuento, llevado magníficamente por Juan Morán.  Es un blog de relatos, y algunos de esos relatos fueron recogidos en la Antología Un tiempo breve junto con textos de otros autores a los que admiro.

Del relato pasé a la poesía casi de forma accidental. Empecé como un juego en el concurso Cuenta 140 de El cultural, levado por Joaquín Pérez Azaústre, en donde gané en varias ocasiones. Nunca antes había escrito poesía y me empecé a sentir cómoda dentro del género. Así, en el año 2017 salió publicado mi primer poemario, que lleva por título ¿De dónde esta manía de ser pájaro?, en la editorial Enkuadres. Actualmente estoy ya en la fase final de mi segundo libro de poemas, que espero vea pronto la luz.


¿Qué dirías que te aporta la escritura y, por ende, la literatura en tu día a día?

Escribir es para mí una necesidad emocional que surge a su vez de otra necesidad también importante , que es la reconciliación con lo vivido. Es en la escritura donde encuentro la aceptación de mis vivencias, y también la comprensión y el porqué de las mismas. Me refiero a esas vivencias que nos marcan, a veces dolorosas. Cuando las convierto en palabras, se produce en mí una especie de catarsis, a veces inconsciente, y todo el proceso, así como la experiencia vivida, cobran sentido. La escritura en mí es un instrumento útil que actúa como catalizador emocional. Publicar es la guinda del pastel, pero nunca una guinda necesaria. Si escribiera pensando en publicar estaría sometida a muchas servidumbres, y a mí no me apeteció nunca estar sometida a nada. Escribo desde la libertad que yo misma me concedo.


¿Cómo surge tu proceso creativo?

La respuesta a esta pregunta está muy ligada a lo que te dije en la anterior. No vivo para escribir ni escribo para vivir (para mí esto es una gran cursilada). Todo lo que escribo viene de mis vivencias, o mejor dicho, de las emociones que me causan determinadas vivencias. Pero yo no decido el momento en el que voy contarlas, sino más bien al revés: es el momento el que llega y decide que hay algo que decir y  me pongo a ello. Necesito distancia emocional para contar, y eso requiere a su vez una distancia temporal de lo vivido, que es quien deja el poso de mi escritura.

 No soy una escritora disciplinada, y tampoco espero a que me llegue un fogonazo inspirador para escribir. Escribo cuando siento que en mi interior hay asuntos que ya han sido resueltos. Es mi  manera de reconciliarme conmigo y con la vida a través de un diálogo honesto con todas mis experiencias.

 

RENACIMIENTO

Era octubre,

y yo me concentraba

en el minúsculo universo de un jersey,

eludiendo la penumbra que creamos

entre el lenguaje y nuestras manos.

Lo perdido se subrayaba en mi memoria

con esa libertad casi insultante

de quien estrena alas

(resulta inevitable despertar lo extraordinario

sin que un temblor me rompa)

Siempre quise hacer posible el aire

pactando entre delirios y temores,

sepultando la mística belleza

que vive en aceptar

lo que se desvanece.

Era octubre

cuando de mí nacieron otras

que no tenían orgasmos silenciosos,

otras alborotadas

que ensalzaban el regreso de la luz,

sin servidumbres.

Entonces, comprendí.


 Del libro De dónde esta manía de ser pájaro


DUELO

 

Un apagón de luz

 

con su estirpe

 

de soles,

 

la sal desnuda.

 

El miedo arranca

 

las escamas

 

de los peces

 

mientras te busco

 

en la desembocadura del frío

 

para velar

 

tu máscara de helechos.


(Poema inédito que no forma parte de ninguna obra)


PLEGARIA

 

Dormirme lenta,

 

mecida por el agua

 

de un sueño posible,

 

una barca,

 

el canto de unos grillos.

 

Dormirme lenta,

 

sin mencionar el frío

 

como un mantra

 

capaz de desvelar

 

la incertidumbre.

 

Dormirme lenta

 

en un atardecer

 

que se desploma

 

sobre un árbol desnudo.

 

El miedo lejos,

 

como un silbido de nostalgia.


(Inédito. No forma parte de ninguna obra)

 

Desde mi luna (Hacer clic aquí para visitar el blog de la autora)

 Enlace al libro: De dónde esta manía de ser pájaro





 

domingo, 21 de marzo de 2021

De los setenta a los noventa: Cinco poetas de actualidad

 En el día mundial de la poesía, compartimos los versos de cinco poetas españolas, cuyo nombre ha renovado la poesía (y su concepto), nacidas entre los años setenta y mediados de los noventa.


PILAR ADÓN

Pilar Adón (Madrid, 1971)

El mundo hueco

 XXI

Nos deshicimos de las huellas.
Ni un resto de pelo, ropa o deje al hablar.
Vendimos las tierras, cerramos las casas,
los utensilios dejados en el suelo de la calle ancha
donde no durarían ni un día. Un paseante,
un morador, darían con el provecho
que nosotros no veíamos.
La cabeza arriba y abajo,
Olvidando la lengua antigua
Con que aprendimos a decir las palabras y también a
callarlas.

Repartir las semillas.
Repartir el pan.
Sin más rezos ni expiaciones.
Sin apelativos ni títulos.
Huir de los abrazos de camino a los trenes
donde perder el olor a nata,
el peso de las mantas.
La permanencia del vértigo.

No aguantamos.
No quisimos más fallos que los nuestros.
Nuestros códigos nuevos para pensar.

[Poema recogido del libro Mente animal, La bella Varsovia, 2014]     

 Más información sobre la autora

                                   MIRIAM REYES

Miriam Reyes (Orense, 1974)







No tengo casa a la que volver
ni esperanza de la que colgarme
por eso camino.

Las casas se derrumban a mi paso

la tierra es una alfombra de escombros.
Me detengo a admirar la belleza de las palas mecánicas
los movimientos de las excavadoras me erizan de deseo.
De noche las contemplo:
los perfiles inmóviles de las palas
descansando sobre el cielo azul cobalto
al lado de la luna de luz nacarada
son aún más hermosos que los brazos de los hombres que las manipulan
y las excavadoras
con sus enormes bocas abiertas y llenas todavía
de tierra y escombros
parecen enormes animales muertos.

Mis padres me enseñaron a no tener nunca nada.
Ellos me enseñaron a no volver nunca a casa
a no decir nunca esta casa es mía
aquí me quedo yo
en este lugar que amo.

Cierro la puerta y no necesito mirar atrás para saber
que la casa ya no existe más.
En ninguna parte sin hablar con nadie estoy
pero si nos cruzamos
puedo enseñarte a caminar sonriente sobre la desolación.

[Poema recogido del libro  Espejo negro, DVD, 2001]

 

 Sé que poseo la enfermedad

puedo llegar a señalarla con mi propio dedo

sin terror 

sin emociones innecesarias.

Somos tan poco independientes

la una de la otra

que no logro diferenciar su dolor

del dolor de vivir.


Amar la nieve no me ayuda a resistir el frío


Desmonté las calles una ciudad tras otra
para alimentar el fuego
y me puse a vivir
entre las hogueras.

Más información sobre la autora

ELENA MEDEL

Elena Medel (Córdoba, 1985)







Expulsión de los mercaderes del templo                       

Bienvenido, hueco; bienvenidas,
fechas señaladas, vidas de tres o cuatro
años en cajas
de cartón. Tanto entregué que se marcha conmigo.
Ni un vacío: vidas de tres o cuatro años,
sus siluetas marcando la pared.

Después, allí donde me hablaban
los encajes, allí donde me hablaban, el edificio
y su diccionario  —cuánto dejarían escapar— los pintaron
de blanco. Me acusaron del comercio.
Pequeñas cajas, ¿qué pensasteis de mí?

El poema se prende entre una casa y otra
y entre  una casa y otra, de esta manera,
se empieza otra vez.

Bienvenida, pródiga:
¿qué pensaron que haría? Me libré
de los templos. Sonreídme, decid
adiós al hueco: dadnos hoy
la boca que sople y apague el volcán.

[Poema recogido del libro Chatterton, Visor, 2014]





LUNA MIGUEL
Luna Miguel, 1990


Ancla plateada

Eres un buen momento para nacerme de este brazo.

Para nacerme de las rodillas.

Para nacerme:
nunca del vientre,
sí del tatuaje plateado.

Antes del óxido yo lo era todo.

Ahora soy futuro.

El hilo delicado que se anuda en el ancla.

De La tumba del marinero (La Bella Varsovia, 2013)

Más de la autora

LORETO SESMA



Loreto Sesma (Madrid, 1996)




Vengo de una rutina de silencios,

de miedos tintineantes,

de complejos que acabaron convirtiendo el oro en barro.

Me dijeron que el futuro se labraba,

y yo por mucho que miro

sólo encuentro temor

y ningún motivo

para seguir contando mis pasos.

 ¿Por qué el camino

para que cuente como vida

se ha de hacer llorando?

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