Desde ayer estoy
encerrada en mi cuarto. Él era el único amigo que he tenido desde que nos
mudamos a este barrio esnob.
Lo veía desde mi ventana,
sobre las nueve, con sombrero y gabardina, daba igual el día que hiciese, y volvía media hora después con el periódico
y una bolsa de plástico. Salía también alguna tarde, pero raramente lo vi
regresar. Un día decidí espiarlo en su recorrido, siempre el mismo: el puesto
de periódicos: recogía un diario atrasado y el supermercado: compraba una
botella de leche y un paquete de comida para gatos. Luego volvía dando un
pequeño rodeo.
Hasta que me pilló al doblar
una esquina. -"Y bien, señorita, ¿puedo saber por qué me sigue usted desde
hace algún tiempo?". El susto inicial se desvaneció al no advertir en sus
ojos signo de malicia. Pronto hicimos amistad. Era un erudito: sus historias
del pasado, su amor por el arte, la música, la cultura… pero lo que realmente nos
encantaba era jugar a las pistas: Dejábamos indicios aquí y allá y debíamos
descubrir su verdadero significado. Pero nada es perfecto. Mi madre advirtió la
causa de mi repentino cambio de humor y me prohibió terminantemente volver a
verlo o hablar con él. Me limité a observar
sus entradas y salidas y a saludarle mientras se llevaba cortésmente la mano al
sombrero.
La policía ha venido. Mi
madre insiste en que abra la puerta. Ayer lo encontraron muerto, la casa en un
lamentable estado. Ante mí tengo un sobre cerrado escrito con bella caligrafía: "Señorita
Victoria". Quizás lo abra después… o mañana. Podría adivinar su contenido:
una carta, entradas para la ópera, una insignia de caballero de la Legión de
Honor, aunque… quizás contenga alguna llave, un recorte de periódico, un
billete de autobús con destino insospechado, ¿quién sabe?… ¡Ah!, no tenía gato.
©M.J.
Triguero 2018. Imagen de Internet
Un breve relato, completo en sí mismo, bien desarrollado.
ResponderEliminarAbrazo María José.
No me resisto a no comentar tu entada sobre el colegio…
ResponderEliminarDe acuerdo con la cita de Natalie Wood.
En cuanto al repaso de recuerdos vívidos que planteas, casi parece que compartimos colegio, por las semejanzas, sino fuese porque de clase de hogar nada y de puntadas menos, ha sido un placer traerlos de nuevo al presente.
Tenéis un espacio entretenido y de calidad. He disfrutado leyéndoos.
Abrazo.
Uf, es de esos relatos que cuentan más de lo que parece y que dejan más preguntas que respuestas. Y siempre me pasa que me termino debatiendo si lo mejor es intentar indagar en el misterio, tirar interpretaciones incluso, o no ir muy lejos. Por que puede que descubrir el misterio arruine el relato, y puede que el misterio sea un vacío...
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