Somos
mujeres de musgo y brezo,
con cuerpo de sauce,
escaramujo en los labios
y luz de luna en los ojos.
Abrazamos
las sombras del insomnio
renovando nuestros huecos
de espuma, de esponja de mar.
Somos
mujeres de aire y gozo
viajamos en un soplo
de diente de león
y olemos los secretos
de las vidas por nacer.
Rasgamos
con el filo de una daga
el aliento del silencio
y lo llenamos de muertos inventados.
El silencio se vuelve espeso
como la sangre de una bestia
vencida.
Vencida y adorada en rituales antiguos,
la sangre del silencio
rebosa en un cáliz de plata.
Y brindamos,
y bebemos.
Bebemos
de los labios del silencio,
y su sangre tiñe nuestras bocas
de palabras prohibidas.
Somos
mujeres de cierzo y niebla
de plumas en los dedos
y alas en los sueños.
Buscamos
el amor en un pedazo de hielo
para fundirlo con los ojos.
y abrazarlo sin miedo.
Somos
mujeres madreselva,
enredadas a los cuerpos
de amantes audaces
que buscan,
entre nuestras piernas,
el beso más dulce.
Trazamos
laberintos para perderlos
y robarles la razón
con la ambrosía que lamen
de nuestro vientre.
Somos
mujeres que nunca se rinden
aunque la noche se acabe
y el amor se estrangule
en pesadillas inversas
y rostros fantasmas.
Puri Menaya ©
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