Primero fue leer. Desde
que aprendí, jamás me ha faltado un libro entre las manos, o dos, o tres… Por
encima de cualquier otra actividad, leer es lo que más disfruto. Supongo que la
consecuencia lógica es imaginarte en el otro lugar, el de quien escribe, y
desear estar allí. Siempre me vi como escritora, aunque el pudor, el miedo y el
respiro me impedían dar el primer paso.
Sobre los treinta me
sacudí estas pulgas y me lancé a escribir relatos. En aquellos primeros textos,
ahora me doy cuenta, yo misma me imponía una barrera invisible, una frontera
que no era capaz de traspasar. Me faltaba sinceridad. Después de unos años dejé
de escribir por completo: mi vida fue sacudida por un terremoto que absorbió mis
energías. Todo pasa, claro está, y cuando salí de aquello las ganas de escribir
entraron en tromba. Entonces descubrí que aquella limitación que tracé a mis
palabras había desaparecido. No sé cómo, pero al fin conseguí lo que podríamos
llamar «mi voz».
Cuando me pongo
En definitiva: escribo para no estar sola.
(Ana Grandal, Enero, 2020)
Cobardía
Primero se asea ella.
Mientras termina de arreglarse frente al espejo del lavabo, él entra en la
ducha y se sumerge en el rugiente estruendo del agua que hierve con furia en
torno a su cuerpo.
Ella aprovecha esos momentos para reprocharle con acritud
todos los defectos que han ido conformando su tremenda desilusión. Sabe que no
la puede oir.
(Te amo, destrúyeme, Amargord Ediciones,
2015)
Sabores
(Microsexo, Amargord Ediciones, 2019)
Ana Grandal (Madrid,
1969) es licenciada en CC. Biológicas y ejerce como traductora científica y
audiovisual freelance desde 1996. Ha
traducido libros de divulgación (Los
orígenes de la vida, El
comportamiento altruista, Inteligencia
emocional infantil y juvenil, entre otros) y la compilación de poesía
incluida en Mina Loy. Futurismo, Dadá,
Surrealismo (La Linterna Sorda, 2016). Cuenta con varios premios literarios
(V Concurso de Relato Corto del Ayto. de Monturque (2004), XIII Premio de
Narrativa Miguel Cabrera (2006)) y ha sido incluida en diversas antologías (Resonancias (BUAP, México, 2018), Los pescadores de perlas (Editorial
Montesinos, 2019), Esas, que también soy
yo (Ménades Editorial, 2019)). En Amargord Ediciones publica la trilogía Destroyer de microrrelato (Te amo, destrúyeme (2015), Hola, te quiero, ya no, adiós (2017), Microsexo (2019)), y además coedita con
Begoña Loza la compilación de relatos La
vida es un bar (Vallekas) (2016), en la cual participa también como autora.
Colabora en las revistas digitales La
Charca Literaria y La Ignorancia.
En su faceta musical toca la flauta travesera en el grupo de rock VaKa.
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