domingo, 4 de marzo de 2018

Rojo sobre blanco


Recuerdo el gorro rojo en la nieve. Un gorro tejido a mano, con trenzas y borla. Fue lo primero que me llamó la atención. Después encontré la muñeca. La recogí del suelo y le encajé el gorro en la cabeza. En su loca huida, Griselda la había dejado tirada, igual que a mí. Todavía notaba la sangre escurriéndose por mis labios. Su ensortijada lengua acariciando la mía antes del mordisco. Las medias lunas de sus pechos sobre mis medias lunas. La rabia, como el deseo, es de color rojo. Sabía que volvería, que el taller de muñecas solo era una excusa y nuestra amistad, otra.


Fuente de la imagen: Pixabay

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