miércoles, 26 de febrero de 2020

Margarita del Brezo: Necesito ordenar las palabras que se cuelan en el carro de la compra



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Nos visita esta semana en el blog de Nosotras una autora vallisoletana, Margarita del Brezo, psicóloga de profesión, residente en Ceuta, y apasionada del género de la literatura breve; a la que agradecemos los micros que nos envía, así como su generosidad para acercarnos a su proceso creativo, a la naturalidad con que vive esa inspiración que, partiendo de lo cotidiano, puede surgir desde cualquier lugar. Pero dejamos que sea ella, como buena cuentista, quien nos lo cuente:



Empecé a escribir de forma oficial en 2014. Oficial significa que me presenté a un concurso en el que tenía que contar una historia con no más de 100 palabras. Entonces apenas había oído hablar de los microrrelatos y me pareció algo curioso y divertido. Gané. Y me entró un cosquilleo por los pies que no me dejaba dejar de bailar. Entonces, para intentar convencerme de que a lo mejor no pasaba nada por probar otra vez, recordé las veces que me habían animado a escribir algunos destinatarios de mis cartas y emails. También rescaté una cuenta polvorienta de twitter, que una amiga me había abierto años atrás porque oí que ahí también escribía la gente. ¡Tan pequeño!, recuerdo que pensé. Seleccionaron uno de mis tuits para publicar en un libro. Y a punto estuve de comprarme unos zapatos de claqué.
Quiso la suerte, y mi pericia para navegar por las procelosas páginas de Internet, que conociera una web que significó un antes y un después en esta afición mía de escribir: «Cincuenta palabras». Durante algunos meses leí todos los relatos (de cincuenta palabras exactamente) que publicaban convencida de que yo no sería capaz. Hasta que hilé uno —muy malo—, lo envié y Alex Garaizar, el timonel de la web, lo publicó.
Fue mi primera vez. Recuerdo que, además de bailar, canté.
Detrás de ese, vinieron más. Y el aprecio y la ayuda de otros que, como yo, nos reuníamos allí todos los días para leernos y comentar.
Después fui soltando manos, no afectos, y empecé a caminar sola y a presentarme a otros concursos con más o menos fortuna. Hasta hoy.
Mi mayor fortaleza es la imaginación. Creo. ¿Pero qué ocurre? Que pongo la casa perdida con tanta imaginación y me riño porque luego me paso el día limpiando y entonces no me queda tiempo para escribir.
Mi mayor debilidad: mi inconstancia, que rima con inconsciencia, también.
No sabría decir exactamente desde cuándo escribo. Creo que casi desde que aprendí. Recuerdo que escribía muchas cartas a familiares o amigos; de hecho una de las cosas que más me gustaba de la Navidad era que había que escribir la carta a los Reyes Magos y un montón de postales a los tíos que vivían lejos. Supongo que entonces ya me ocurría lo mismo que ahora pero no lo sabía aún. Y es que necesito ordenar las palabras que fluyen del grifo de la bañera, las que se instalan a vivir sin permiso en la nevera, las que duermen debajo de mi cama y las que se cuelan en el carro de la compra, en los bolsillos del abrigo, o por debajo de la puerta.
¿Cómo escribo?
Siempre en papel, con bolígrafos de colores. Cuando una historia se me atraganta, cojo otro color.
A veces una idea me ronda durante días hasta que intento ponerla sobre el papel y no se deja. O sí. Todavía no he descubierto de qué depende.
Otras veces es la historia la que me escribe a mí. No tengo ni idea de lo que voy a contar. O en plena ebullición argumental, veo algo que me gusta más y lo cambio y nada tiene que ver con la idea original. Soy fantasiosamente infiel.
Escribir es algo así como bailar: nunca sabes la música qué van a poner.

EL FOTÓGRAFO

Como cada tarde desde hace tiempo, acudirá al casino con su cámara colgada del cuello. La encontrará sentada donde siempre, con su pelo del color de la mantequilla rancia cayéndole por la espalda y los ojos inmóviles sobre la diminuta bola que salta impulsada por el giro vertiginoso de la ruleta. Se acercará ocultando su decepción bajo la moqueta deslucida, de un rojo desapasionado, y le disparará desde varios ángulos para inmortalizar el momento. Después regresarán juntos a casa, limpiará su fracaso con la punta de los dedos y pondrá sobre la mesa una sopa caliente que ella tragará desganada antes de acostarse. Él descargará entonces las fotos en el ordenador y, tras mirarlas todas varias veces, elegirá una. Subirá el tono y bajará la saturación, pondrá un filtro cálido en sus manos vacías, retocará sus ojeras y, con el pincel más fino, delineará en sus labios una sonrisa con aromas de primavera. Hasta que los primero rayos del alba que se cuelan por la ventana como un silencioso ladrón revelen que un día más ha perdido el tiempo. Pero no se desanimará. Al caer la tarde apostará de nuevo por la mujer que le roba el sueño.

1.er premio en el I Concurso «Nueva Vida». Asociación de Jugadores Rehabilitados Nueva Vida. Villena.


AL FINAL DEL CUENTO

—Voooy —grita desde la habitación en cuanto huele el café recién hecho. Y se apresura por el pasillo dejando a su paso un inconfundible olor a madera recién lavada.
Sentado a la mesa toquetea su nariz, como siempre que se impacienta. Ha vuelto a cortarse con la cuchilla de afeitar y unos minúsculos granos de serrín se desprenden de la herida abierta y caen sobre el mantel.
Geppetto termina de untar como puede las tostadas y, afligido, se pregunta una y otra vez quién le podará las ramas que le brotan en el pecho cuando él ya no esté.

Accésit III Concurso de microrrelatos Biblioteca de Godella


MAGIA

Supo que había conseguido su mejor número de magia cuando en la grada vacía sonaron los aplausos.

Primer premio. IV edición del Certamen de «Tuitrelatos» de Hortanoticias. El Puig (Valencia)



PELÍCULA SENSIBLE

Siempre me ha gustado esta fotografía, tiene algo que no sé explicar. Al fondo, mis hermanos juegan al fútbol y celebran ruidosamente cada gol que marcan entre dos troncos alineados que simulan una portería. Mi madre ojea una revista en la esquina inferior izquierda y yo aparezco en el centro haciendo muecas al objetivo.
Los días de lluvia todos corremos al coche a refugiarnos, incluido mi padre, que tapa la cámara con sus grandes manos para que no se estropee; la imagen queda entonces vacía a la espera de que escampe y la habitación huele a hierba recién cortada. Con el buen tiempo siempre aparece algún chico nuevo que suele ponerse de portero. Pero cuando más me gusta es en otoño: los marrones pierden su crudeza y en el pelo de mi madre aparecen cálidos reflejos dorados. Lo malo es que se caen las hojas de los árboles y tengo que soplar de vez en cuando para que se nos vea.

Finalista en el V Concurso de microrrelatos La Microbiblioteca

Margarita del Brezo
Algunos premios
1.er Premio:

XI Concurso de relatos de viajes Moleskin; IV Certamen Literario «Agenda Creativa 2016» Índigo Crea de Valladolid; en VI Certamen de tuits de amor y desamor de Almuñécar;  I Concurso de Relatos Mar Menor;  I Certamen provincial de microrrelatos «100 palabras para la igualdad» de Manzanares;  III Concurso de microrrelatos La Volandina. «Mujer e igualdad de género» de Llanes;  I concurso literario Camp de Turia.

2.º premio:

X concurso Universos mínimos;  I Certamen de Relato Breve "Dale un giro a tu vida". Colegio Oficial de Psicólogos; VII certamen de microrrelatos San Silvestre Salmantina.

Varias veces finalista en el concurso de Relatos en Cadena de la Ser, en el Microconcurso de La Microbiblioteca y en el de Microrrelatos sobre Abogados.


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