— ¡No lo dudes!
— ¿Y mamá vendrá? —
—Sí, solo hay que esperar a que cicatricen las heridas.
— ¿No tienes miedo? Yo no sé, ya no confío en nada. Nos volverán a encerrar, Nos gritarán constantemente, tendremos que soportar el éxodo hacia uno y otro lado en esos trastos horribles. No sé qué hemos hecho…
Agachó la cabeza.
—Anímate, levanta la cabeza, mira allí al fondo, hay más como nosotras.Mira esa montaña, ese paisaje. Es lo más parecido a la libertad. Hay muchos animales, parecen felices.
— ¿Y no sería mejor que, para ser libres, nos hubieran dejado en la selva? —Se atrevió a preguntar.
—Estás loca, la selva ya no es lo que era, nos están aniquilando. Deja de quejarte, no todos los humanos son iguales. Han hecho leyes que prohíben matarnos por el marfil. Algunos se han dejado la vida por protegernos. Ten un poco de esperanza. No vivirás atada todo el tiempo, no te abrasarán a latigazos, tampoco correrás el riesgo de que te pongan un ojo de cristal, como a mamá, hace ya un montón de años. Estaremos bien. Esto es precioso. Míralo. No dudes más. Vamos…
—Desde luego, hermana, va a ser verdad que tienes memoria de elefante. Ojalá sea como dices.
— ¿Y mamá vendrá? —
—Sí, solo hay que esperar a que cicatricen las heridas.
— ¿No tienes miedo? Yo no sé, ya no confío en nada. Nos volverán a encerrar, Nos gritarán constantemente, tendremos que soportar el éxodo hacia uno y otro lado en esos trastos horribles. No sé qué hemos hecho…
Agachó la cabeza.
—Anímate, levanta la cabeza, mira allí al fondo, hay más como nosotras.Mira esa montaña, ese paisaje. Es lo más parecido a la libertad. Hay muchos animales, parecen felices.
— ¿Y no sería mejor que, para ser libres, nos hubieran dejado en la selva? —Se atrevió a preguntar.
—Estás loca, la selva ya no es lo que era, nos están aniquilando. Deja de quejarte, no todos los humanos son iguales. Han hecho leyes que prohíben matarnos por el marfil. Algunos se han dejado la vida por protegernos. Ten un poco de esperanza. No vivirás atada todo el tiempo, no te abrasarán a latigazos, tampoco correrás el riesgo de que te pongan un ojo de cristal, como a mamá, hace ya un montón de años. Estaremos bien. Esto es precioso. Míralo. No dudes más. Vamos…
—Desde luego, hermana, va a ser verdad que tienes memoria de elefante. Ojalá sea como dices.
Esta es la conversación que, si los elefantes hablaran, hubieran mantenido esta pareja de hembras al entrar al Parque Natural Zoológico; podría ser cualquiera (pongamos Cabárceno), tras haber sufrido una larga vida de penalidades, maltratos y miedo bajo la crueldad de un tipo que se lucraba con el circo. Afortunadamente, aunque suene extraño, tuvieron un penoso accidente en una de las muchas carreteras de (pongamos España) que, tras dejar un grupo herido e incluso algún miembro muerto, cambió su destino hasta el final de sus vidas en una imprevista, aunque anhelada, semilibertad.
(Manoli Asenjo) derechos protegidos por Safe_Creative
Imagen Página Web Parque de la Naturaleza de Cabárceno
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