Hace un rato que me tiene usted hartita, caballero. Desde que llegué no deja de hacerme preguntas. Si soy de aquí, que donde voy, escrutando mis ojos... ya llevo yo gafas oscuras para no dejarle penetrar mi pupila. No insista en contarme su dedicación a los niños, a las plantas, el milagro de la fotosíntesis ni de los maravillosos amaneceres desde su balcón; nada de eso me interesa. Solo cuando esté llegando, tenga usted la bondad de apartarse. He de ser rápida y certera, no desviarme ni un centímetro, para que mi cuerpo sea totalmente aplastado por las ruedas.
(Manoli Asenjo) Registro en Safe Creative
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