martes, 28 de marzo de 2017

Como los gorriones



Truls Espedal "Robin".

A Pedro le cae bien, incluso le parece guapa, pero no puede decírselo a nadie, porque si lo supieran también se reirían de él. Solo lo sabe su madre, quién le alienta y tranquiliza; “si es eso lo que quieres, hazlo. Que no te importe lo que piensen los demás”.
Esta mañana mientras se lavaba los dientes frente al espejo, se ha observado y se ha sentido mayor. No tanto como sus padres, pero sí como su primo Elio, al que ya le dejan ir solo al cine. Con la boca llena de espuma blanca ha verbalizado su deseo.
En el tiempo de recreo, después del comedor, Pedro huye de nuevo del bullicio del patio; sabe donde encontrarla. Está sentada frente a la verja que linda con el parque, porque a Sara le gusta observar el ir y venir de los gorriones entre las ramas de las jacarandas. Se asusta cuando el niño se sienta a su lado. Empieza a balancear su cuerpo hacia atrás y hacia adelante, sin mirarle en ningún momento, hasta que se calma y se siente segura de nuevo.
Pasan un buen rato mirando a los pájaros, en silencio. Es entretenido verlos, hay uno posado en una rama, acicalándose el plumaje, de repente llega otro y se posa a su lado manteniendo una distancia prudente. Poco a poco se va aproximando, dando saltitos milimétricos; al tercer movimiento el que estaba distraído con sus plumas se percata del acercamiento y sale volando. Pedro aparta la vista de los gorriones cuando Sara se levanta; la ve caminando a paso rápido hacia el punto rojo donde forman la fila, le gusta ser la primera… Él sabe que le llevará tiempo, que tiene que acercarse a ella con cuidado.
Autora: Ana Pascual Pérez.

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