En el
logotipo de una ONG aparecéis abrazando el mundo como si fuera un balón, buen
marketing que sin embargo no parece demasiado efectivo, teniendo en cuenta la
situación actual de millones de seres humanos. Cargáis a un niño recién nacido
y lo mostráis a sus padres embelesados. Empuñáis un fusil y amenazáis a
vuestros semejantes en el campo de batalla. Enarboláis una bandera blanca,
agitándola en el aire en son de paz. Sujetáis una pancarta reclamando derechos,
libertad o justicia. Manejáis la batuta dirigiendo con maestría la ejecución de
un concierto. Mantenéis con dominio el
volante de un autobús de pasajeros recorriendo un sendero en la montaña entre
desfiladeros y quebradas. Manipuláis con
pericia el bisturí para practicar una operación a corazón abierto. Alzáis el
puño cerrado entonando un himno contra la opresión. Eleváis el cáliz con
solemnidad en la misa del domingo ante
la silenciosa devoción de los fieles. Acariciáis el cuerpo desnudo del amante
con trémula ternura, despertando poco a
poco sus sentidos. Contáis con prodigiosa habilidad los billetes manchados de
sangre, fruto de una infame transacción, o las monedas que recogisteis
mendigando en la calle, la palma extendida, la cabeza gacha, en señal de
sumisión. Habláis a los sordos haciéndoles llegar los mensajes transmitidos
entre el común de los mortales. Domináis el pincel, el teclado, la aguja, la
azada, las riendas, el timón… Levantáis, apretáis, tocáis, brindáis, ofrecéis,
os aferráis, os ocultáis, sopesáis, os apoyáis, apoyáis,…Y por fin descansáis
apoyada una sobre otra, sometidas a la naturaleza y al tiempo que todo lo
reduce a cenizas… pero a veces, por
encima del tiempo está la voluntad. ¡Ayudadme a mantenerme con vida! Soy yo, la Tierra, quien ahora suplica
auxilio, no me dejéis hundirme en las aguas nauseabundas de la degeneración y
la podredumbre. Soy yo quien os dio todos los elementos: barro, agua, madera,
metal, cristal, fuego, para crear tanta belleza, como este palacio que
sucumbirá en el fondo del mar, ajeno a este grotesco simulacro que los humanos
habéis ingeniado, fiel reflejo de vuestra locura y vuestra barbarie.
María José Triguero Miranda
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