Con Cámara y sin cámara (Michael e Inessa Garmash) |
-¡Vamos,
espabilaos, quiero limpio todo esto en diez metros a la redonda!, -el Inspector
Jiménez impartía órdenes ejerciendo su autoridad.
-¡Acotadlo
con cinta de "No pasar", que
luego cualquier imbécil destruye todas las huellas! ¡Vamos, buscad pistas, hay
que resolver este caso!
Desde
la madrugada la actividad policial era frenética en toda la escena del crimen.
Algún vecino, al oír el espantoso estruendo del cuerpo al caer desde el quinto
piso, les avisó y ahora desplegaban sus
efectivos ante el portal de Milena. Los transeúntes se arremolinaban curiosos y
hacían aspavientos de terror al comprobar el espeluznante suceso.
-¡Circulen,
por favor, aquí no hay nada que ver!, -exhortaba el inspector intentando
despejar la calle.
Jiménez
llevaba veinte años en el Cuerpo. Siempre
procuró conservar la sangre fría, ser imparcial al investigar.
Mantenerse alejado desde una perspectiva sentimental era lo más conveniente
para resolver el puzle de forma eficaz. Pero esta vez era difícil, por no decir
imposible, no sentirse conmovido por la crudeza de los acontecimientos. Una
mujer hermosa, joven todavía, de situación social y económica acomodada, a
juzgar por la zona de residencia, aparentemente amada por su marido y sin
embargo, decidía tirarlo todo por la borda y arrojarse al vacío ¿Por qué? Los
hechos desafiaban toda lógica. Seguro que encontraría cabos sueltos. Se apoderó
de él un deseo irrefrenable de averiguar la verdad. Era cuestión de honor.
-¡Jefe,
aquí hay algo interesante. -Marcos, su colaborador, le sacó de sus
cavilaciones.
-¿Qué
pasa?
-Su
mano derecha tiene un papel.
-Es
verdad.
Cuando
lograron abrir el puño inerte de la pobre Milena observaron en su palma la foto
arrugada de una bella muchacha pelirroja de largos cabellos que guardaba un
parecido extraordinario con la víctima.
-¿No
es aquella chica asesinada hace unos años cuyo cuerpo nunca apareció?
-Sí.
Ella es. Dicen que la madre nunca consiguió sobreponerse a tan abrumadora
pérdida.
María José Triguero Miranda©
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