A nadie se le ocurrirá que solo quiso volar, como antes, en ese cuando en que sobrevivía a fuerza de inyectarse letras en vena. Desde que lo ha dejado por prescripción médica, apenas repta. Diagnosticada su adicción a las palabras, ha pasado el último año en un centro de rehabilitación.
Una tarde de domingo autorizan al fin su primera salida. Las bibliotecas están cerradas, Y las librerías. Casi sin culpa, rompe el cristal de un escaparate para llenarse los bolsillos de libros. “Libros de bolsillo” piensa irónicamente. Durante días, recorre la ciudad en metro mientras lee. Cuando lo encuentran, flotando en el último vagón, ya nada se puede hacer. Sobredosis, diagnostican.
Patricia Fabiana Collazo
Patricia Fabiana Collazo
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