viernes, 25 de mayo de 2018

EL COLEGIO: LA GLORIA EN LAS FLORES


¿Quién no guarda en su memoria días maravillosos o días terribles de su época escolar?,  profesores, compañeros, ilusiones, temores… Aquel primer maestro, alto y delgado, de cuidado bigote, que nos hacía rezar el Avemaría al comenzar la clase y la terminaba con una palmada exclamando contundente: "¡Recoged!". Aquellos altares de mayo que montábamos en la pequeña antesala, apilando pupitres cubiertos con sábanas blancas y situando en el centro una virgencita de madera, rodeada de gran profusión de flores de dudosa procedencia y ante  quien cantábamos "Venid y vamos todos…"
El tiempo parecía estancado: "Cuando esté en segundo, y en tercero…"  pero ¡qué pronto transcurrió la niñez, la adolescencia, ahora solo son recuerdos! Aquel profesor de griego de ojos verdes que se parecía a Omar Sharif, nos llamaba "señoritas" y de usted, amor platónico de todas, ahora será un venerable anciano, si la muerte aún ha querido respetarlo. ¡Qué juerga la clase de hogar! Pobre profesora, suplicando silencio hasta desgañitarse y nosotras tratando de pergeñar con torpes puntadas, entre risas y parloteo, el  regalo del día de la madre.
¡Primer amor juvenil, rubio de ojos azules! ¡Qué ilusión cruzarnos por el patio en el recreo! y si por azar coincidían nuestras miradas, ¡Oh emoción indescriptible! Ahora será un hombre maduro, padre de familia, quizás calvo y barrigudo. Todo pasó. El ayer no regresa, pero como dice Natalie Wood: "Aunque nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo".

© M.J. Triguero Miranda 2018. Fotos subidas de Internet.