jueves, 3 de mayo de 2018

Mi día



Hoy es mi día, el día que llevo soñando desde que tengo uso de razón. El día más feliz de toda mujer, y sin embargo, estoy triste.

¿Por qué?

Mi interior es como una olla exprés en pleno rendimiento. En su interior hierven nervios, dudas, miedos, brotes de extrema felicidad y  una gran dosis de melancolía. Una fusión que está a punto de estallar.

Una tímida lágrima empieza a asomar por la comisura del ojo.

Mi padre acaba de llegar junto a mí. Me ofrece su brazo y yo, sin dudarlo, lo cojo. Temo caer en redondo, temo salir corriendo. Siento como el temblor que en un principio se había iniciado en mis piernas, asciende a todo el cuerpo.

Emprendemos el camino.

Un pasillo de unos cien metros nos separa. Se me hace eterno. No veo el final.

La música, la gente, el orgullo que desprende mi padre, todo me abruma.

Miro al frente. Lo veo. De pie. Sonriéndome. Todo desaparece, solo quedamos nosotros.

Estamos a punto de unir nuestras vidas, de tejer un futuro juntos.

La olla se abre. Todos los ingredientes salen al exterior, menos los brotes de extrema felicidad.

No puedo parar de reír. Estoy segura. Lo amo.

—Sí.


Imagen libre de derechos de autor, extraída de Pixabay.

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