lunes, 27 de noviembre de 2017

¿Infierno o Paraíso?

"No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí"

(Canción "Lucía", de Joan Manuel . Serrat)

¿Qué se podría decir de un amor que no existe, irreal como un sueño, que sólo vive en la imaginación pero que duele, que quema, que trastorna hasta hacerte enloquecer? Cuatro o cinco encuentros. El primero de adolescentes, casi sin palabras, sólo miradas furtivas y un rubor encendiendo las mejillas. Sus ojos claros quedaron grabados a fuego en los de ella y se dijo que lo amaría por encima de todas las cosas. Siempre. Juró nunca más lavarse la cara después de aquel beso de despedida.

Las veces siguientes ambos tenían su vida encauzada: una familia, unos hijos, esos encuentros entrañables, casi felices, en los que el corazón, ante su presencia, late más y más fuerte, tanto que temes que sus latidos se escuchen alrededor y revelen este sentimiento que pugna por salir del pecho. Otro adiós y otro abrazo que incendia el alma.

Uno se pregunta si el amor se parece al infierno o al paraíso. No hay respuesta, mucho menos podría especular sobre su sabor.

De nuevo vivir sólo para contar los días, los meses, los años, que transcurren hasta la próxima reunión, esta vez triste, tanto que las lágrimas del encuentro se funden con las del adiós; crees que el alma se te va a romper en pedazos y te preguntas: "¿Y si él me ama también"; intentas convencerte de que esas miradas, esas tiernas palabras no son casuales, de que hay mucho fuego bajo esos cálidos abrazos, pero aunque tu corazón desee proclamarlo a gritos tú debes callar... Esperar, esperar al próximo encuentro. Anhelar que esta vez no haya más despedidas, que se hunda el mundo, que sólo quedéis los dos en el planeta y estar juntos, unidos para siempre.

©MJTriguero2017

Imágenes extraídas de Internet


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