Foto de mi autoría.
-Cuando sea grande me voy a casar con Agustina, con eso de besos en la boca y todo.
-A mí me parece, que cuando sean grande, tú y Agustina, van a tener ganas de casarse con alguien que no sea un primo o una prima. Creo que van a querer casarse con alguien que no conocen. Pero ya veremos Arturo…
Di por zanjada la cuestión de esta forma, tan inesperada como divertida. Hacía tiempo que veía a mi nieta Agustina con sus preciosos cuatro años, tan emparejada y compinche con su primo Arturo, apenas unos meses menor.
Como buena mujer, comandaba el juego y Arturo, la secundaba y se dejaba llevar, complacido hasta la fascinación, que a esa edad, puede ejercer una prima unos meses mayor, tan avispada como seductora.
En el porche de la granja, donde transcurría el verano en familia, me encontraba disfrutando de Homero y su Odisea rescatada de la vieja biblioteca, cuando Agustina vino a acurrucarse en un almohadón a mi costado.
-Abuela, ¿ a qué saben los besos?- asaltó con la pregunta.
-Bueno… supongo que te refieres a los besos que se dan los enamorados en los labios.
-Sí abue, esos, ¿Qué gusto tienen? Porque a mí me parece que no me va a gustar que me den besos así. Me gustan los besos que me das tú en la frente, o los que me dan papá y mamá, antes de dormir.
-Cuando crecemos, los gustos por muchas cosas van cambiando. Por ejemplo, a tu edad, odiaba comer alcachofas. Hoy, es uno de mis platos preferidos. A tus años, yo ni siquiera pensaba en besos en la boca, solo cuando ya tenía veinte años, y conocí a tu abuelo, me enamoré de él perdidamente y comencé a soñar con besos que solo él me supo dar. Ahora que lo pienso, tenían gusto a frambuesa: dulces, jugosos, intensos. Así es, los besos del abuelo tenían su dulzura, su color, su ternura. Ya me contarás tú, cuando llegue tu tiempo, qué sabor tienen los besos, seguro que tendrán sabor a un chico muy guapo, que te robará el corazón.
Agustina, se quedó dormida. El día había sido intenso. Por lo bajo, la radio susurraba un bolero. Me quedé mirando el rojo del atardecer dormirse en el horizonte, mientras mis labios entonaban el estribillo: ”en la boca llevarás, sabor a mi”
Autora: Vivian Rodríguez Dorgia
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